La cobardía del populismo sanchista
«La soberbia del César socialista evidencia la derrota moral del presidente al no salir a la palestra parlamentaria para rebatir el plan de Feijóo»
El populismo busca deslegitimar al contrario en política. Pedro Sánchez es el primer presidente en funciones de la democracia que se esconde en la réplica al candidato que se presenta a la investidura. El líder socialista, como buen populista, niega a su adversario y utiliza como sparring al exalcalde de Valladolid, Óscar Puente, cuya réplica a Feijóo fue agresiva y marrullera. Uno de los discursos más broncos que se recuerdan en una sesión de investidura, que ha sido contestado desde la bancada popular con gritos de cobarde, dirigidos a Sánchez.
El Gobierno busca volar las relaciones con el partido de la oposición que representa a ocho millones de españoles. Una más de las anomalías democráticas de un Gobierno que deteriora las instituciones, gobierna a golpe de decreto ignorando al Parlamento o legisla a medida de delincuentes a los que pretende amnistiar dejando de lado al partido más votado en las elecciones del 23-J.
Sánchez carece de ideología y se aferra al poder como una garrapata, rompa el país o los consensos de la Transición. El fin de perpetuarse en el Gobierno justifica la edulcoración progresista de la xenofobia independentista, que termina tragando electorado socialista porque el enemigo es la derecha fascista. El presidente en funciones es un frentista que en lugar de tender puentes con el adversario los utiliza para estigmatizarlos como en el debate de investidura.
La soberbia, o quizás cobardía, del César socialista evidencia la derrota moral del presidente al no salir a la palestra parlamentaria para rebatir el plan de Feijóo y explicarnos su alternativa trufada de amnistía y referéndum para la autodeterminación.
«Sánchez no quiere ahora dar la cara como artífice de la ruptura constitucional»
La incomparecencia de Sánchez denota la inseguridad de un presidente que hace unos meses pedía seis debates en campaña electoral y que ahora, como le afeó el líder de la oposición, no quiere dar la cara como artífice de la ruptura constitucional.
El discurso moderado de Feijóo, que ha dado un repaso a los problemas económicos del país ofreciendo pactos y soluciones y en defensa de la legalidad frente a las propuestas independentistas del Gobierno, ha tenido como respuesta el desprecio de Sánchez. El programa presentado por el líder de la oposición era todo menos radical, con una defensa a ultranza del Estado de Bienestar. Sin embargo, el silencio del líder socialista demuestra el enfrentamiento visceral que propugna el presidente y que hace inviable la articulación de consensos entre los dos grandes partidos, pese a los intentos fallidos de Feijóo.
Los españoles nos hemos quedado huérfanos de saber lo que piensa el candidato socialista y de lo que está negociando con los partidos que quieren romper el país. El escudero Óscar Puente ha hecho un discurso bronco, de enfrentamiento, sin ofrecer ningún tipo de respuesta a las propuestas del PP, en busca de la división y el frentismo para que siga permeando desde el Parlamento a la sociedad.
El grupo parlamentario socialista no ha ofrecido nada en favor de la estabilidad y gobernabilidad de un país que se ve abocado a la ruptura si Sánchez sale elegido como presidente del Gobierno. Feijóo ha sido el ganador moral del debate de investidura, pero el próximo presidente del gobierno será el populista que se ha escondido detrás del escaño para evitar el desgaste y las explicaciones de por qué quiere romper España.