THE OBJECTIVE
José Carlos Llop

Ni Boadella

«Al nombrar a ZP interlocutor del Gobierno frente a Waterloo, Sánchez se ha hecho merecedor del Premio Nacional de Teatro, modalidad teatro del absurdo»

Opinión
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Ni Boadella

José Luis Rodríguez Zapatero.

Al nombrar a Zapatero interlocutor del Gobierno en funciones frente a Waterloo –me pregunto qué diría Wellington de tanta usura nominal–, el presidente Sánchez se ha hecho merecedor del Premio Nacional de Teatro, modalidad teatro del absurdo. ¿Se imaginan asistir a las conversaciones entre Puigdemont y Zapatero? Si hay luz y taquígrafos, no sería mala idea que Albert Boadella estuviera ahí como Notario Mayor del Reino y transcriptor de tanta luz para el resto de los mortales, que estamos más apagados.

Como se ha puesto de moda el teaser, primero debería hacerse un teaser –breve vídeo publicitario– anunciando la próxima obra del catalán. No costará gran cosa: de hecho, ya lo tenemos, montando las imágenes y frases más sicofánticas de Zapatero en el programa de Alsina, donde estuvo que se salía el hombre, mezcladas con las más sicalípticas de Puigdemont en el Parlamento Europeo, que hay varias dignas de un premio Max.

Una vez divulgado el teaser, el éxito está asegurado: hasta bofetadas habrá para lograr un palco, una butaca, el suelo del gallinero, el día del estreno. Lo único problemático es que todos creerán que la ficción es suya y no: la ficción no será ficción y puede haber problemas al reclamar los derechos de autor: imaginen las ganas que le debe de tener Puigdemont a Boadella e imaginen a Zapatero luchando por sus óbolos en beneficio de una buena causa en las antiguas provincias de Ultramar. Se equivocarán todos: los derechos pertenecerán a Sánchez, genial impulsor de la idea: «Zapa, te vas a Waterloo y me arreglas este lío».

Ni un peplum de Cinecittà. Pilatos Sánchez en un circo de egos, flanqueado por sus fieles. En la arena, Carpóforo Zapatero y Brutus Puigdemont como gladiadores. O lo que es lo mismo: el tracio enfebrecido que vive más allá de las estrellas y su lema es «el infinito es el infinito», y el retiario abusón que todo lo enreda y su lema: «Que meen sangre». Encerrado en las bodegas del circo, un gran león de la pampa: Javier Milei rugiendo, dispuesto a hacer picadillo al de Legio y al de Gerunda, si lo sueltan. Mientras, Pilatos, displicente en la tribuna y arrojando unas costillejas de aperitivo al león, estará con el rostro impávido y el lavatorio de plata a mano por si las cosas no salen bien en Waterloo.

«A Borges, no lo sé, pero he tenido la impresión de que Zapatero traicionaría a todo lo que se tercie salvo a sí mismo»

Pues bien: para el combate dialéctico Brutus Puigdemont exigirá un intérprete y Carpóforo Zapatero no querrá quedarse atrás y dirá: «No, si jo parlo català». E inmediatamente se pondrá a entonar una estrofa de Joan Maragall con la gesticulación de Asurancetúrix, el vate del poblado galo. Pero al oír Brutus la pronunciación de ese «jo» como la primera sílaba de «joder», insistirá con lo del traductor, diciendo: «No me dañes las (sic) oídos, Carpóforo».

Y se cerrarán las puertas y los cronistas quedarán fuera, fumándose unos puros regalados por Laporta. Al cabo de unas horas, saldrán los contendientes, entumecidos. Primero Brutus Puigdemont, diciendo algo así como: «El combate ha sido una pantomima. Eso sí: ha habido golpes bajos: me ha colocado la poesía completa de un tal Antonio Gamoneda –yo no leo poesía escrita en lenguas imperialistas– y un libro titulado No voy a traicionar a Borges, cuyo autor es el mismo Zapatero. A Borges, no lo sé, pero he tenido la impresión de que traicionaría a todo lo que se tercie salvo a sí mismo y tengo mis dudas. Si le llego a pedir Gibraltar me lo entrega. No he entendido nada» (la traducción es del intérprete contratado).

Al salir Zapatero, sonriendo y moviendo los ojos a un lado y otro como una rapaz nocturna, los brazos arriba y abajo en plan envarado robot, contestará alterado a una periodista de la SER: «No hay quien entienda a Puigdemont. Ha cogido una guitarra y se ha puesto a tocar canciones de los Beatles en catalán, pero a mí ni caso. Como si lloviera. Creo que vive en otro mundo. Se lo digo yo, que soy especialista en todos los mundos que no están en éste«.

–¿Y de la amnistía?, preguntará la original periodista.

–»Pues no sé qué decirle, la verdad» dirá Zapatero encogiéndose de hombros varias veces. «Sí pero no, no pero sí. Lo cierto es que salgo con un cierto dolor de cabeza y que llevaba la amnistía escondida bajo la coraza y ahora no está; se me habrá caído. Pero he cumplido con la misión encomendada por el presidente».

Se escuchará una carcajada y veremos alejarse a un hombre muy parecido a Boadella vestido con bata blanca, como en los viejos tiempos. Lo sabremos (casi) todo, la noche del estreno. Que está cerca.

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