El 'echenicómetro' estropeado

Si las feministas aplican (erróneamente) el Test de Bechdel para determinar si una película es machista, yo aplico el Test de Echenique para saber rápidamente si una conclusión a la que he llegado de manera intuitiva, por prisas o por lo que sea, es correcta: si Echenique piensa lo contrario, estoy en lo cierto. No falla. Luego ya, con la calma, me voy a los datos y a los argumentos, como quien deshace un ovillo para rehacerlo, de nuevo, sin nudos. No yo, que no sé tejer. Pero mi amiga Elena, por ejemplo. Recorriendo el camino inverso, digo, de la conclusión al inicio y desentrañando el recorrido, sabiendo que se está en lo cierto antes de saber el por qué.

Hay amigos a los que uno les pregunta por la película que quiere ir a ver para asegurarse de que molará o ahorrarse la entrada. Como con los libros. Uno sabe más o menos con quién suele coincidir en gustos e ideas y no se la juega. Con Echenique es al revés: dime lo que opina sobre cualquier tema y te diré que opino diferente. Estoy segura de que, hablemos del tema que hablemos, después de documentarme, de investigar, de hablar con los que más saben y más informados están del tema, de analizar todos los datos y llegar a conclusiones, pensaré lo contrario. Cuando definía en el año 2019 a los animales de bellota que quemaban contenedores y reventaban lunas de comercios como «jóvenes antifascistas luchando por la libertad de expresión», antes de ver las imágenes ya podía saber una de qué lado estaba.

«Estoy desolada porque Echenique me ha hecho gracia. Y porque estoy de acuerdo con él. Hoy me ha fallado»

Cuando el dedo de Echenique señala la luna, en vez de mirar al dedo (o a la luna) uno debe comprobar que sigue teniendo su cartera, el reloj y el ejemplar de la Constitución. Que no ha mermado ninguna de sus libertades en nombre de cualquier causa justa debidamente manoseada por él y los suyos. A eso ahora le llaman antipodemismo. Porque ellos, los del pecio de aquello que vino a tomar el poder por asalto y se quedó en comisión universitaria  estudiantil (sección diábolos y capoeiras), es especialista en colectivizar traumitas. Ahí tienen a Las Maris (Irene, Ione y Pam), que  para ellas todo es machismo y gordofobia. Tú le escuchas hablar de lawfare y ya puedes dormir tranquilo por la independencia del poder judicial. Que dice que ellos lucharán contra eso, temo por la separación de poderes. 

Digo todo esto porque hoy estoy desolada. No por el acuerdo que dinamita las bases de nuestra democracia, el que da carta de naturaleza a todo el marco argumental de los separatistas, el que pretende enmendar sentencias judiciales y la palabra del Rey en 2017, que acaba con el pacto del 78 y manda al guano la igualdad entre ciudadanos. Que también. Estoy desolada porque Echenique me ha hecho gracia. Y porque estoy de acuerdo con él. Hoy Echenique me ha fallado. Ha dicho el tío, sin tener en cuenta mis sentimientos, que «el hermano gemelo del hermano gemelo de García-Page está on fire» (risas). Y tiene razón. Y no soy capaz de quitársela. Que es que García-Page ha tenido el cuajo de salir a decir que «si hay que ejercer recurso, lo haré». Que se opone a la amnistía. Con un par y la cara de cemento armado. Un señor que votará sí en el Congreso a esa amnistía que le espanta. Y con razón, porque si en esos cuatro folios que hemos leído pone lo que pone, no me quiero ni imaginar lo que se cederá en los que no se han hecho públicos. 

Y así estoy: mohína. Que como no arregle esto García Page siendo un poco coherente con lo que dice y lo que hace (no risas, por favor) me quedo sin echenicómetro infalible y sin mácula. Y a ver qué hago yo ahora con toda esta melancolía. 

El heteropatriarcado estructural e histórico

Rebeca Argudo