La realidad sobre la inflación
«Para el Gobierno de Sánchez la deuda es considerada prosperidad; el reparto del empleo, crecimiento; y la pérdida de poder adquisitivo, bonanza»
La inflación mantiene su tendencia ascendente y sube, sí, sube, por mucho que el Gobierno trate de hacernos ver que lo blanco es negro. El INE ha publicado los datos del mes de octubre, que confirman los del indicador adelantado, y el IPC general no aminora el ritmo, tras haber acelerado en septiembre en su subida, al hacerlo un 3,5% interanual, a partir de una subida mensual del 0,3%.
Ahora, una vez que se va disipando el espejismo estadístico que el efecto base provocaba sobre el dato interanual y que van acabándose los soportes subvencionadores, como el del combustible, que, en términos generales expiró el pasado enero, vemos cómo los precios vuelven a cobrar ímpetu.
Especialmente grave es el dato de la inflación subyacente, que muestra una gran resistencia a su desaceleración en tasa interanual pese a venir de datos muy altos en los mismos meses del año pasado. Creció en julio un 6,2% interanual, de manera que aumentó tres décimas más que el mes previo, con lo que, en este caso, el incremento de precios de la subyacente es muy fuerte sobre los ya muy elevados niveles de los que viene. En agosto, ese crecimiento interanual apenas se moderó, situándose en el 6,1%, en septiembre fue el 5,8%, sin apenas moderación en su crecimiento, y ahora es del 5,2%. Ahora bien, eso no quiere decir que baje, ni mucho menos, pues lo que se da es un crecimiento menos intenso debido al efecto base, al venir de niveles anteriores muy elevados, pero sigue subiendo, como muestra el hecho del incremento de la subyacente un 0,4% en términos mensuales.
Eso hace que durante muchos meses los alimentos estén aumentando a doble dígito interanual y a que el crecimiento acumulado de la inflación sea tremendamente alto. Así, el IPC ha aumentado un 17,17% desde que gobierna Sánchez, mientras que la subyacente, en ese período, ha aumentado un 14,74%.
Por tanto, la inflación sigue siendo un grave problema, con fuerte resistencia a la baja en la subyacente en tasa interanual y con mantenimiento de una alta inflación en el IPC general en dicha comparación anual, pese a venir de niveles muy elevados.
«El Gobierno vive en una realidad paralela que está causando un daño importante a la estructura económica española»
El Gobierno del presidente Sánchez hace mucho que ha entrado en una especie de economía de ciencia ficción, donde los menores incrementos de los precios son consideradas bajadas; la deuda es considerada prosperidad; el crecimiento anestesiado por el gasto es considerado pujanza económica; el rebote lo consideran crecimiento; el reparto del empleo es considerado crecimiento del mismo; la pérdida de poder adquisitivo de las familias es considerada bonanza; la dificultad de las empresas para financiarse es considerada oportunidad; y las personas de empleo temporal son consideradas indefinidos, al tiempo que, más allá de la economía, el acabar con el Estado de derecho quiere venderlo como convivencia, cuando no es más que una actuación inconstitucional realizada por su propio interés. Viven en una realidad paralela que está causando un daño importante a la estructura económica española por sus decisiones equivocadas, con una deuda que se acerca a los 1,6 billones de euros, un déficit estructural camino del 5% y un derroche añadido, sobre ello, de gasto público, intensificado en el pasado período electoral.
Pueden atacar a quien no acate el pensamiento económico único dictado por el Gobierno —ya vemos que hasta han acordado con el prófugo de la Justicia el poder revisar las decisiones judiciales y enmendarlas, abriendo la puerta a la persecución de los jueces, paso previo a establecer la censura en otro orden de cosas—, pero la realidad es la que es, les guste o no a las huestes cercanas a los socialistas: ni se crece con fuerza, sino que, pese a la revisión de la contabilidad nacional, seguimos en la parte trasera de la recuperación; ni se crea empleo, sino que se reparte; ni se vive en la prosperidad, sino que cada día cuesta más hacer la compra y pagar la hipoteca; ni se paga holgadamente el alquiler, sino que muchas personas no saben cómo afrontarlo, al no llegar a fin de mes; ni los precios bajan, sino que suben.
«Su interés personal por mantenerse en el poder perjudica también a la economía»
El Gobierno, con esa política de gasto desmedido, además, dificulta, presionando artificialmente los precios al alza, que se transmita adecuadamente la política monetaria del BCE y hace que vaya a tener que mantenerla durante más tiempo y con mayor intensidad. Ralentización del crecimiento, reparto -que no creación- de empleo, gasto, déficit y deuda desmedidos, impuestos altos, inseguridad jurídica e incertidumbre, que ahuyentan inversiones, e inflación que sube. Todo ello, además, empeorado ahora con la inestabilidad política que introduce Sánchez al pactar una serie de medidas claramente inconstitucionales, contrarias al Estado de derecho, generadoras de desigualdad, humillantes para el Estado.
Todo ello perjudica a la credibilidad de España y, con ello, a su economía. Su interés personal por mantenerse en el poder, anteponiendo sus intereses a los de España, perjudica también a la economía, en un escenario de deterioro económico que ya ha comenzado en este segundo semestre, sin haber logrado que la economía se recupere firmemente, más allá del rebote ocurrido, al no haberse implantado las reformas estructurales que precisa la economía. Esa es la triste realidad que Sánchez ha provocado, de la que la subida de precios es sólo una parte.