THE OBJECTIVE
Román Cendoya

República Sánchez

«Lo que no sabe el presidente del Gobierno es que recibe la peor herencia política posible. Hereda el sanchismo, una realidad imposible de gestionar y pagar»

Opinión
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República Sánchez

Ilustración de Alejandra Svriz.

La figura de Nerón tocando su arpa, mientras ardía Roma, es una imagen de locura no muy diferente a la de Pedro Sánchez en el atril del Congreso, con sus impostadas carcajadas que pusieron en evidencia su enfermedad mental por ser, como fuera, presidente de España. Su ja, ja, ja fue el preludio de los pasos de loco que no puede evitar.

Sánchez adelantó las elecciones al 23-J con el objetivo de ganarlas. Las perdió. Pero a pesar de que el resultado electoral fue la victoria del Partido Popular, el bloqueo político resultante obligaba, en un escenario político normal, a la repetición de elecciones. Sánchez ha roto todas las tradiciones y normas democráticas por ganar lo que perdió. Así ha vendido España, su futuro, la transición, la Constitución y lo que haga falta con el único objetivo de que el sucesor de Pedro Sánchez como presidente del gobierno sea, como es, Pedro Sánchez. No le importa el precio de la operación porque él no lo paga.

El presidente Pedro Sánchez ya ha montado su Gobierno, el más en todo. El más social, feminista, progresista, transformador, resiliente… y sobre todo malo y numeroso. Sánchez tiene por costumbre denominar como «gobierno» a una banda de palmeros inútiles destinados a que todo siga funcionando fatal. Y qué más le da. Sánchez ya ha conseguido su objetivo de ser nombrado presidente. Así, para su enferma personalidad, ya ha ganado las elecciones que perdió.

«Sánchez ha vencido a la mentira porque no falsea la verdad, crea la realidad»

Dice San Mateo en el versículo 7:16 «por sus obras le conoceréis» y eso es algo que le gusta mucho a Sánchez. De ahí su obsesión por cómo pasará a la historia. Cada día debería preocuparle mucho más cómo será su presente que su historia. La afirmación bíblica de Mateo es parte de las enseñanzas sobre cómo reconocer y evitar a los falsos profetas que se inicia en el versículo 15 «guardaos de los falsos profetas…». Sánchez es la falsedad personificada. Ha vencido a la mentira porque no falsea la verdad, crea la realidad. Así lo ha hecho con su Gobierno. Pedro Sánchez está henchido de éxito. Ha convertido su derrota en las urnas en la gran victoria. Ha subido un escalón en su megalomanía narcisista. Todos los que le siguen son progresistas de izquierdas. Da igual lo que realmente sean. Le votan, le apoyan, están con él luego son lo que él diga que son. Tiene el poder porque el pueblo ha votado que él siga siendo presidente. Da igual si es cierto o no. En primera votación así ha sido elegido. La soberanía popular lo ha decidido. No pregunten ni cómo, ni por qué. No sé si los niños y los locos dicen las verdades, pero lo que sí sé es que no entran en razones. 

Pedro Sánchez nunca ha soportado la figura del Rey. Alto, guapo y preparado y por razones obvias, siempre por delante de él. No puede ser. El narcisista sufre de esa enfermedad mental por la que el individuo tiene un exagerado sentido de su egocentrismo, una preocupación excesiva por el valor de sí mismo, así como una falta infinita de empatía con otras personas. Como Pedro Sánchez no puede ser el centro de todo y no asume que el jefe del Estado es el Rey se ha montado su república.

Sánchez se percibe como el presidente de su república para la que ha nombrado como su premier, a Félix Bolaños. Su perro faldero. Aquél que luchó y compitió por ganarse el favor del amo con Iván Redondo. Bolaños es el ministro plenipotenciario del Gobierno. En él concurren todos los poderes políticos de la república. Él es elegido como posible sucesor. No ha entrado en el Gobierno ningún peso pesado del partido. No están ni Puig, ni Fernández Vara. Bolaños encarna el poder Legislativo, el Ejecutivo y como ministro de Justicia el poder Judicial. Todo en uno. Bolaños es el encargado de que ningún poder desaloje a Pedro Sánchez del poder. Todos coordinados deben responder a la República de Pedro primero.

Bolaños es el que decide lo que es «impecable constitucionalmente» y el que tiene que okupar el Consejo General del Poder Judicial. Tendrá que buscar mucho porque todas las asociaciones judiciales ya se han pronunciado en contra de su amnistía. Es decir, en su contra.

Sánchez sufre una afección gravísima del presidencial «síndrome de la Moncloa» —lo padecía antes de llegar— por eso se dedica a fines superiores. Cuanto más lejos de España, donde no puede pisar la calle, mejor. Sabemos que su Gobierno será muy ineficaz porque mantiene la estructura básica del anterior.

«En el Gobierno de su república, Sánchez podía haber nombrado ministro a su mascota»

El equipo económico sigue porque las cuentas no le preocupan, ya que con él son perfectas. Son las mejores. España, según Sánchez, es la economía mejor gestionada de nuestro entorno antes, durante y tras la pandemia y las guerras. Es así porque Sánchez lo dice. Pedro es una prueba más de que la contabilidad es una ciencia exacta que dice, exactamente, lo que el contable quiere. Otra cosa son las cifras reales de déficit, paro, deuda, crecimiento, inflación, etc. 

En Interior sigue su juez y parte. Un ego y vanidad infinita que hace exactamente todo lo contrario a lo que decía y hacía cuando era juez. Un Sánchez cualquiera. En Defensa su Margarita. Sí, no, sí, no, sí, no y siempre sale al deshojar lo que diga Pedro. Siempre es sí, aunque sea no. No entiendo el porqué de la buena imagen en la sociedad de Robles cuando es un pilar fundamental de Sánchez.

En el Gobierno de su república, Sánchez podía haber nombrado ministro a su mascota. Lo cierto es que tiene cargo de vicepresidenta. Yolanda lleva su corte de astronautas que, con la MEMA, vivirán aislados en su espacio. Y por supuesto, en el equipo, no podía faltar el bufón del presidente. Óscar Puente, que ha sido premiado con una cartera de ministro.

Lo que no sabe Sánchez es que, como nuevo presidente del Gobierno, recibe la peor herencia política posible. Hereda el sanchismo, una realidad imposible de gestionar y pagar.

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