Cataluña en PISA: miren ustedes a otro lado
«La Generalitat achaca su fiasco educativo a los inmigrantes. Pero la culpa es suya, por convertir a la mayoría de niños en inmigrantes»
«Un modelo de éxito». Así se describe desde hace décadas al sistema educativo catalán. Una gruesa capa ideológica proporciona todo tipo de explicaciones y justificaciones a la educación en Cataluña y, más en concreto, a la inmersión lingüística, elemento clave del sistema. Inasequibles al desaliento, tanto la Generalitat como un equipo de opinión sincronizada generosamente financiado por ella anestesian a la opinión pública en general y a las familias en particular. Una anestesia necesaria para poder mirar a otro lado sin mucha preocupación ni indignación.
El ejemplo más reciente lo hemos tenido tras la publicación de los resultados de PISA. La caída de los resultados sería una señal de alarma en cualquier sistema educativo normal, sobre todo si tenemos en cuenta que la caída de PISA se une a otras caídas previas consecutivas en evaluaciones internacionales. Pero el sistema educativo catalán no es normal. Su prioridad no es la educación de calidad y con buenos resultados. Su prioridad es la construcción nacional.
Los resultados de casi todos los sistemas educativos han caído en la edición de PISA de 2022, en buena medida por culpa de la pandemia. Por ello, para calibrar la situación de los resultados de Cataluña debemos compararlos con los equivalentes de la misma edición en otras comunidades autónomas españolas. Veamos: en matemáticas, Cataluña, con 469 puntos, se sitúa en la posición 12 de 17 comunidades. La media española es de 473 puntos. En lectura, Cataluña tiene una media de 462 puntos y se sitúa en la posición 16, dejando detrás únicamente a Andalucía (media española, 474). Y, finalmente, en ciencias Cataluña tiene una media de 477 y ocupa la posición 14 (media española, 485).
«La puntuación en lectura en Cataluña es 34 puntos más baja que en Madrid»
Resumiendo: las puntuaciones de Cataluña son peores que las de Extremadura en lectura y ciencias e idénticas en matemáticas. Ello, teniendo en cuenta que los recursos económicos, sociales y culturales de los alumnos de Extremadura son mucho peores que los recursos de los alumnos catalanes (el indicador de la OCDE que mide estos recursos toma el valor de -0,02 en Cataluña y de -0,14 en Extremadura). El hundimiento, en fin.
Se publican los resultados, pero al cabo de pocos minutos la posible señal de alarma se cancela inmediatamente. La explicación ad hoc ya está preparada y distribuida: la culpa, en esta ocasión, es de la inmigración. Nadie debe mirar a lo que pasa dentro de las escuelas. Como en el trile, la mirada pierde de vista a la bolita. ¿A dónde se debe mirar ahora? A los inmigrantes.
¿Es razonable esta justificación? Veamos qué sucede en dos comunidades con niveles de inmigración similares a los de Cataluña y niveles de desarrollo económico también similares. En Cataluña, el 9,4% de los alumnos de PISA son inmigrantes de primera generación; en Madrid, el 8,2% y en Navarra, el 8,4%. La puntuación en lectura en Cataluña es 34 puntos más baja que en Madrid (¡34 puntos!) y 16 puntos más baja que en Navarra. Ello equivale a casi un curso escolar completo de diferencia, con respecto a Madrid, y al 41% de un curso escolar, con respecto a Navarra.
«La inmersión perjudica a los estudiantes que no tienen el catalán como lengua materna»
No parece, por tanto, que tener muchos inmigrantes en las aulas impida obtener buenos resultados (incluso, muy buenos resultados en el caso de Madrid) en PISA. Convendría buscar la bolita, pues, en otro cubilete, el de la inmersión lingüística.
La inmersión perjudica a los estudiantes que no tienen el catalán como lengua materna, como demostré en un artículo con el profesor Choi de 2022. Y, lógicamente, la pandemia incrementó este efecto negativo, al quedar desconectados durante unos meses buena parte de los alumnos de su vínculo principal y, en ocasiones, único, con el idioma catalán. La inmersión lingüística provoca una disociación fuerte entre la vida familiar de los alumnos y su vida escolar, disociación que perjudica a los resultados educativos, especialmente, como es lógico, los de lectura. Mediante la inmersión lingüística, de hecho, se está tratando como inmigrantes a una proporción de alumnos mucho más alta de la que viene dada por la definición oficial.
De forma más general, se debería buscar el progresivo declive de los resultados educativos en Cataluña en la utilización de la escuela y sus recursos con objetivos no educativos (¿qué objetivo educativo tiene controlar el idioma que utilizan los niños y niñas en los patios?). Pero no se buscará en ninguno de esos factores. Probablemente, lo que suceda será que se pondrán los medios para eludir la evaluación y las comparaciones con otras comunidades autónomas y países. Justo lo que ya sucede con las evaluaciones de lengua española desde hace más de una década, de tal modo que es imposible comparar los resultados de los alumnos catalanes con los de otros alumnos. Que nadie mire. Esa es la mejor situación para un sistema educativo cuyo objetivo real no es educar.
Jorge Calero es catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Barcelona.