Año nuevo, a cumplir
«Lo mejor del año nuevo es que Sánchez fue tan malo en 2023 —mentir tiene esas cosas— que en 2024 va a recibir todas las consecuencias de lo que prometió»
La frase tan manida de «año nuevo, vida nueva» no deja de ser un deseo buenista asociado al espíritu de la Navidad. Un espíritu que es tan repetitivo como efímero, viene todos los años y como viene se va. Un espíritu que no afecta a la política porque, con tantos discursos y declaraciones institucionales de unos contra otros, hace imposible que lo de «año nuevo, vida nueva» sea posible en la política. Qué más quisiera Pedro Sánchez y su desgastado Gobierno Frankenstein+. Un Gobierno aparentemente nuevo que, sin llegar a los cien días de legislatura, está más desgastado, viejo y usado que muchos productos, de segunda mano, tildados de «reacondicionados».
El problema de Sánchez para 2024 comenzó con su derrota en votos y escaños en las elecciones de 2023. Perdió, pero para conseguir terminar siendo investido presidente tuvo que ceder y prometer todo y más. Una cesión múltiple a todos los partidos que hacen de la ruptura de España su objetivo vital. Una fantasía infantil, muy propia de ansiosos nazionalistas e independentistas que, como los niños en una víspera de Reyes, sólo piensan en que el Mago Sánchez les va a traer la amnístia, referéndums, nuevas naciones, dinero, desigualdad y privilegio.
El PSOE en plena Navidad, para despedir el año, demostró con notoriedad, premeditación y repugnancia su unidad de acción con Bildu. Traspasó la línea roja del blanqueo al terrorismo sin condena. Ha quedado claro que Sánchez se vendió a Bildu por su poder mediante acuerdos, entonces secretos porque él los negó. Además de mentiroso, cobarde. Pero al final, el pacto afloró para mayor descrédito del presidente del gobierno y su banda de pedros ladradores. La moción de censura de Pamplona ha sido una indigestión hasta en las propias filas del partido socialista en Navarra. Los que decidieron renunciar al acta no tuvieron presiones. Sintieron, como tanta gente, asco y repugnancia por Pedro Sánchez. El hecho de que ni los pedros ladradores, ni El País, Público o cualquiera de los palmeros oficiales del régimen hayan podido publicar un sólo pantallazo de WhatsApp, un audio, o una pintada con la más mínima amenaza es la evidencia de que no hubo presión violenta y que sí hay desafección al PSOE.
La esperanza de «año nuevo, vida nueva» es una fantasía superior a la de los Reyes Magos. En todos los casos, con el cambio de año, arrastras lo que hiciste o dejaste de hacer en el anterior. Por ello, imbuido del efímero espíritu de la Navidad sólo me queda darle a Pedro Sánchez una feliz bienvenida al 2024 con la mayor de las sonrisas.
Para empezar, el año arranca con prórroga presupuestaria pero con imposición de la UE de disciplina de gasto. Fin del cachondeo. Sánchez en su discurso navideño se felicitó por mantener las medidas sociales especiales por la pandemia. Mantener esas medidas es el reconocimiento de su incapacidad para retornar a España a la normalidad prepandemia. Mantener las medidas es reconocer que el empobrecimiento de los españoles es el resultado de las políticas de Sánchez con sus socios. Empieza el año con la losa de saber que no tiene a dónde ir. En España no puede pisar una calle y en la Unión Europea, por su soberbia, ya se lo dijo Manfred Weber: «Sánchez está descalificado para cualquier cargo futuro europeo». Año nuevo, misma incapacidad. Toda la vida —cinco años— tirando dinero, como si fuera gratis, y ahora tiene que hacer todo lo contrario.
El año nuevo no le trae vida nueva. Viene cargado de futuras derrotas electorales. Seguir perdiendo el drama del narcisista. Las primeras elecciones en Galicia donde el Partido Popular tiene todas las papeletas para repetir la mayoría absoluta. A pesar de Vox, que no aprende, y contra una izquierda en descomposición. Quieren hacer creer que el que se la juega en Galicia es Feijóo. No, el que se la juega es el PSOE. Como el PP repita la mayoría absoluta no hay hábil maniobra de propaganda que tape el desastre de Sánchez. Sólo la posibilidad provoca desazón hasta en los muy suyos.
«Sánchez escogerá Bildu. Y será Ortuzar el que se quedará con cara de puerro fuera del Gobierno»
Después llegarán las elecciones vascas. Las políticas de blanqueo de Sánchez a Bildu, junto a la idiocia política del viejuno PNV, están consiguiendo que el partido con más escaños en el Parlamento Vasco sea Bildu y el que más crezca el Partido Popular. Pero serán necesarios pactos. ¿Con quién pactará el PSOE el Gobierno Vasco?. En esas elecciones tendrá que escoger entre Bildu o el PNV. La elección supondrá decidir a qué apoyo renuncia en el Congreso de los Diputados. Restar de la mayoría de investidura a los cinco diputados del PNV o a los seis de Bildu. Pero con uno de los dos va a tener que dejar de contar y perder la mayoría de la investidura. Sánchez escogerá Bildu. Y será Ortuzar el que se quedará con cara de puerro fuera del Gobierno.
Luego, sin digerir el resultado vasco, las elecciones europeas donde la mayor asignación de diputados para España, pasamos de 54 a 61 escaños, no conseguirá disimular el batacazo de Pedro Sánchez y su partido. Quizás le sea muy complicado insistir en esa teoría tan narcisista de que, pase lo que pase, siempre gana Pedro. Otra elección nacional en la que Pedro Sánchez va a perder y el PSOE seguirá por la senda del retroceso y derrota. Año nuevo, derrotas nuevas.
Y a la caída y derrota del PSOE contribuirá esa amnistía aprobada pero no aplicada. El futuro de la amnistía es su pérdida en las procelosas ventanillas de las justicias de la Unión Europea. Todo gracias a ese éxito de Sánchez de haber conseguido unir a toda la justicia en su contra. La amnistía es esa machada imposible de gran desgaste. En la mentira no hay virtud, aunque la considere necesidad.
Puigdemont ya ha anunciado en su declaración de Navidad que, si no se aplica la amnistía, no dudará en promover una moción de censura, con el PP y Vox, para elegir a Feijóo con el mandato de que convoque elecciones. Otro problema para Sánchez es que tampoco es verdad que, año nuevo, Puigdemont nuevo.
Lo mejor del año nuevo es que Pedro Sánchez fue tan malo en 2023 —mentir tiene esas cosas— que en 2024 va a recibir todas las consecuencias de lo que prometió. Año nuevo, no hay vida nueva. Toca cumplir y recibir el rechazo. No sería nada raro que el 2024 le traiga su salida de La Moncloa. Feliz año, presidente.