MyTO

Estado de inquisición

«Parece como si cambiar de opinión como ha hecho Javier Cercas fuera delictivo o indecente en este país del ‘sostenella’ y no ‘enmendalla’»

Opinión

Ilustración de Erich Gordon.

  • Nacido en Barcelona en 1956, escribe artículos para la prensa y ficciones. Su último libro publicado es la novela ‘Pronto seremos felices’.

No quería meter mi cuarto a espadas en estos debates ciertamente interesantes y de los que tanto se habla, ya que el que da la cara se expone a que se la partan, y que cada palo aguante su vela, y etcétera, así que me callé sobre las descalificaciones a Savater o Azúa que atribuyen sus posicionamientos a la edad y al resentimiento.

Pero después de leer, ayer, en THE OBJECTIVE, otra crítica a Javier Cercas y esta vez escrita por Anna Grau, valiosa e incisiva parlamentaria de Ciutadans (partido al que, dicho sea de paso, yo mismo estuve votando hasta que me dije Ich habe genug), he pensado que esta inquisición de izquierdistas, derechistas y mediopensionistas contra el famoso novelista va más allá del caso personal y está adquiriendo hechuras de síntoma (síntoma preocupante) de maniqueísmo, fundamentalismo, o si se quiere «polarización» del debate público nacional. 

¿Qué ha hecho Javier Cercas (en adelante JC)? ¿Qué se le reprocha?

Pues lo que ha hecho es escribir artículos sobre los acontecimientos de la actualidad política y dar su opinión sobre ellos. A esto JC tiene derecho —empecemos por lo primero—, derecho o legitimidad intelectual, sustentada en sus celebradas novelas de ideas (Soldados de Salamina, El impostor, El monarca de las sombras, etc.) y en el crédito que le da un periódico desde hace años. Vamos, que no es un taradito que se ampare bajo seudónimo, como tantos campeonísimos de la Verdad.

En un artículo, antes de las elecciones, JC exponía los motivos que le asistían para votar a los socialistas. En otro, declaraba su fe, ciega pero que ya se intuía —o yo intuía— vacilante, en que éstos no concederían la amnistía a los delincuentes del procés. Y en un tercer artículo, que es piedra de escándalo, habiendo constatado que sí será decretada la amnistía, anuncia su decepción con el PSOE, el partido al que ha votado toda su vida, y su decisión de no volver a votarlo. 

Es decir: creí una cosa, me engañé (o me engañaron), y al dolorosamente constatarlo he cambiado de opinión, y lo digo. ¡Parece que esto sea delictivo o indecente en el país del sostenella y no enmendalla!

La izquierda reprocha a JC que en realidad no ha sido nunca de verdad progresista, sino un facha embozado, a la espera del momento propicio para asestar una puñalada por la espalda a la causa del Bien.

La derecha le afea que ese cambio de opinión sea tardío, se malicia que a las primeras de cambio volverá a las andadas y le exige que en vez de votar en blanco como dice que hará en adelante, vote a cualquier otro partido de la excitante y atractiva oferta política nacional. ¿Pero por que tendría que hacerlo, si a lo mejor a él no le parece que esos otros partidos sean realmente sexys?

«Pero, vamos a ver: ¿desde cuándo es una felonía, en democracia, votar en blanco o no votar?»

Querida, respetada Anna: por más que todos nos consideremos el más listo, el más adelantado y el más valiente, el tempo de cada uno para caerse de un guindo no se le puede reprochar, ni menos aún se debe insinuar, sin aportar pruebas, la existencia de motivos ocultos o intereses espurios e inconfesables en un escritor que por decir lo que piensa –¡a lo que en realidad le obliga la honestidad!– se ha ganado tantos enemigos de izquierdas, de derechas y mediopensionistas, pudiendo ahorrárselo.

Acuérdate de Juan, 8, 7: «El que esté libre de pecado que tire la primera piedra». ¿O es que alguien te reprochó a ti que durante largos años colaborases con cierto medio de prensa barcelonés, aportando, a diario, el talento de tu pluma y el aura de tu más que notable y justamente celebrado encanto a la causa carpetovetónica que aquel periódico abanderaba? 

Yo, desde luego, nunca te lo reprocharía, pero ándate con cuidado porque está visto que hoy en España cualquiera se siente autorizado para enjuiciar al prójimo, condenarle o perdonarle la vida. 

28 comentarios
  1. Laure

    ¡Magnífico artículo! ¡Da en el blanco! Cercas tiene, efectivamente, su «ritmo» biológico y punto. No somos hombres y mujeres de hojalata. Es triste pero parece que, al lado del totalitarismo y demagogia de las izquierdas perviven, igualmente, otros totalitarismos de sesgo contrario. Así no se puede convivir ni «progresar», en el buen sentido de este último término.

  2. Teodosio

    Leí el artículo de Cercas. Los motivos que explica para estar desencantado con Sánchez ya existían antes del 23J, nada nuevo ha sucedido desde entonces. ¿Qué hay de nuevo? ¿Que la amnistía ha colmado el vaso respecto a los indultos otorgados anteriormente? Pero en lo esencial es lo mismo, una continuación: Sánchez capaz de ceder a cualquier cosa para permanecer en el gobierno. ¡Eso ya se sabía!

  3. Grossman

    Cercas tiene derecho a opinar lo que quiera, de momento, porque al ritmo que vamos la libertades en este país se van a quedar en las raspas.

    Pero el inconveniente es que los demás también pueden opinar lo que quieran sobre Cercas, es el problema del sistema liberal, o lo que quede de él.

    No se extrañe que la crítica de la izquierda sea furibunda, la izquierda siempre es así, aquí te duchas todos los días y te llaman fascista, pues le han aplicado la misma medicina al Sr Cercas, además ración doble por traidor.

    La izquierda anda en momentos difíciles, a sapo diario, es duro, estar con terroristas, son amados por grupos de terrorismo nacionales e internacionales, estar encamados con golpistas anti liberales, con supremacistas, con corruptos a los que indultas…en fin, ser un sinvergüenza y que se te vea el c. es duro.

    Cercas apoyo a Sánchez, un mentiroso patológico, mitómano empedernido, Cercas y todos los que votaron socialismo sabían que no cumpliría su palabra porque nunca la cumple y sabía que Sánchez haría lo que fuese para ser presidente.

    Cercas es un hipócrita y querría algún sueldo público que no le han dado y eso es todo.

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