El esperpento de Frankenstein
«Lo único que une a esta mayoría es que Sánchez siga en La Moncloa, a cambio de sacarle todo lo que se pueda»
Qué sorpresa. La coalición de la investidura se resquebrajó en su inauguración. Alguna tuerca de Frankenstein salió disparada cuando todavía no se cumplen dos meses de vida de la criatura alumbrada por los pactos de investidura. Otros tornillos se mantuvieron gracias a que Junts, con la sartén por el mango, se apiadó en el último minuto del Gobierno y se ausentó para que se pudieran aprobar los decretos de reforma judicial y medidas contra la inflación. No fue gratis, claro.
Qué chasco. El bloque progresista se encontró con un ala progresista en extremo, Podemos, que desautorizó ayer a la vicepresidenta del Gobierno, Yolanda Diaz, votando en contra del real decreto que reforma el subsidio de desempleo, causando de esta forma la primera derrota parlamentaria del recién estrenado Ejecutivo.
Quién lo iba a suponer. Constata esa fina analista que es Yolanda Díaz el descubrimiento de América: «Así es muy difícil gobernar». ¿Qué me dice, vicepresidenta? ¿Ahora se da cuenta? Pues claro: es muy difícil gobernar cuando lo que se quiere no es gobernar, sino estar en el Gobierno, y se teje para eso una coalición parlamentaria con socios que no tienen el menor interés en España, o con aliados resentidos por haber sido dejados fuera de juego y deseosos de vengarse de las humillaciones sufridas.
Mal que bien, trampeando, apagando unos fuegos y prendiendo nuevas hogueras, seguiremos adelante. No hemos hecho nada más que empezar. Lo que parece evidente es que la legislatura, dure lo que dure, va a estar determinada por muchos otros tornillos que saltarán por los aires.
Las decisiones tienen consecuencias. Si se decide hacer un Gobierno a cualquier precio y con cualquier aliado, esto es lo que pasa. Si Pedro Sánchez basa su estrategia política en construir un muro entre los españoles y repartir la sociedad en buenos y malos según de qué lado del muro estén, esto es lo que pasa. Si se le da un poder decisivo a un fugado de la justicia como Puigdemont, esto es lo que pasa.
Y se llegará hasta donde haga falta llegar. No ha sido gratis la abstención de Junts, decíamos: puesto que saben que son los que mandan, ejercen. Después de traer por la calle de la amargura al triministro Bolaños y otros intermediarios hasta el último minuto, los supremacistas del independentismo se aseguraron a cambio de su abstención el trámite de una ley orgánica específica para Cataluña para el traspaso de las normas sobre inmigración, la reforma de la ley de sociedades de capital para revertir el real decreto del PP de 2017 con el fin de facilitar la vuelta de las empresas a Cataluña por el procés y el blindaje de la amnistía del fugado Puigdemont, entre otras cosas. Todo ello espectacularmente progresista.
«El pegamento de la coalición que respalda al Gobierno, lo que une los trozos de Frankenstein, es un disolvente de las instituciones y de los mecanismos democráticos en España»
La legislatura avanzará, de esta forma, hacia ninguna parte. Con una realidad obvia: lo pagaremos los ciudadanos. El pegamento de la coalición que respalda al Gobierno, lo que une los trozos de Frankenstein, es un disolvente de las instituciones y de los mecanismos democráticos en España, empezando por el Congreso. Ahí están las facturas de Puigdemont y de Bildu para demostrarlo
Sabemos lo que nos pasa: lo único que une a esta mayoría es que Sánchez siga en La Moncloa, a cambio de sacarle todo lo que se pueda. No hay proyecto de país ni ideas claras, sólo intereses que en ocasiones coinciden y en otras no. Y el eje central es la supervivencia de Sánchez. Esa es la caricatura de Gobierno que tenemos. La caricatura de Gobierno que nos espera.