THE OBJECTIVE
Joaquín Leguina

Los verdes contra la agricultura

«La lucha contra el calentamiento global no puede arrasar con sectores productivos que son nuestro alimento (agricultura y ganadería) o nuestro empleo»

Opinión
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Los verdes contra la agricultura

Ilustración de Alejandra Svriz.

El movimiento generalizado de los agricultores y ganaderos contra lo que consideran —y no sin razones— una política europea contraria a ellos… y es que la lucha contra el calentamiento global no puede arrasar con sectores productivos que son nuestro alimento (agricultura y ganadería) o nuestro empleo (empresas «contaminantes»).

La invasión que de los verdes han conseguido realizar sobre las instituciones europeas es, sobre todo, una invasión ideológica que ha conseguido, por ejemplo, acabar con la producción energética nuclear en Alemania, y en el mismo sentido y dirección lo están imponiendo en España. ¿Cuál fue el final en Alemania? Pues que sustituyeron las nucleares por el carbón y ese sí que suelta CO2 a la atmósfera.

Según las autoridades de Bruselas, «el pacto verde europeo es similar a la llegada del hombre a la Luna». Pero, ¿en qué nos ha beneficiado a nosotros, simples mortales, ese largo viaje? Pues algo mucho peor nos va a llegar de ese viaje a lo verde.

Hace dos semanas se presentó la Ley Europea del Clima, que supone la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero en un 55% para 2030. El objetivo final pasa por descarbonizar por completo la economía de la Unión a mitad de siglo y convertir a Europa en el primer continente neutralmente climático del mundo. ¿Y de qué servirá eso si China, India y los EEUU siguen soltando gases de efecto invernadero como ahora lo hacen?

Cuando los agricultores y los ganaderos están protestando por el maltrato que reciben se anuncia que la próxima semana se celebrará en Estrasburgo un debate sobre la Política Agraria Común (PAC).

«Los verdes odian también los embalses y los trasvases… y ahí está Cataluña viendo pasar el Ebro sin catarlo»

Volvamos a lo de aquí. ¿Cómo se explica que las exigencias europeas respecto a la producción agrícola no se apliquen a las importaciones de países que no las cumplen ni de lejos? ¿Qué tiene que decir la UE de las diferencias abismales entre lo que recibe un agricultor por un kilo de tomates y lo que paga por esos tomates el consumidor? A todo esto se une en España una gran sequía de efectos deplorables, y ello también tiene que ver con la invasión verde que, de la mano de Cristina Narbona, acabó con el Plan Hidrológico Nacional. Y es que los verdes odian también los embalses y los trasvases… y ahí está Cataluña viendo pasar el Ebro sin catarlo. Y algo similar puede decirse de Andalucía.

También en España, la PAC está en el punto de mira porque, según las organizaciones agrarias, de ella deriva el «exceso de burocracia» que les atenaza. «No podemos seguir con este medioambientalismo», ha expresado el vicepresidente de Asaja, José Manuel Cebolledo. En efecto, el exceso de papeleo es un problema común. A esto hay que sumar la reclamación de un mayor control sobre la importación de los productos de fuera de la UE, para que las exigencias en materia medioambiental sean las mismas y no haya una competencia desleal.

En cualquier caso, lo que los españoles no podemos comprender es que los agricultores franceses maltraten a nuestros camioneros, quemen nuestros productos o arrojen a la calzada nuestros vinos, tratando de dar una patada a la política agraria de la UE en nuestro trasero.

Y para acabarlo de adornar, Ségolène Royal dijo que los tomates españoles eran incomestibles. ¿Qué tomates españoles habrá degustado esta tarada?

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