Feijóo y su 'visibilidad mediada'
«En vez de entrar en el marco del rival, el PP debiera zanjar la cuestión de sus contactos con Puigdemont con información clara y contundente»
Hace casi 30 años, el sociólogo británico John Thompson publicó Los medios y la modernidad, una teoría social de los medios. El catedrático de Cambridge reflexionaba en su obra sobre las repercusiones que las tecnologías de la comunicación tienen sobre las estructuras y las relaciones.
El planteamiento de Thompson es que, con la evolución de los medios, la visibilidad de las acciones individuales se ha ido expandiendo más allá de un contexto espacio-temporal compartido. Es decir: a diferencia de lo que sucedía en otras sociedades —en las que la visibilidad «de alguien» para «otros» iba unida a compartir un lugar y un tiempo con ellos—, hoy día, los hechos (y los individuos) pueden ser vistos por personas que no comparten (no están en) un mismo contexto… y que, por tanto, no tienen experiencia directa de las gestas que han sucedido.
Esta visibilidad mediada otorga a los líderes políticos la oportunidad de expandir su poder… pero también, especialmente en la era de internet, les plantea grandes riesgos. «Las nuevas formas de comunicación han creado oportunidades para la manipulación simbólica», apunta Thompson, «quienes controlan la producción de símbolos pueden usar su poder para moldear el material de acuerdo con sus objetivos e intereses».
Que se lo digan a Feijóo.
Este domingo, un escándalo sacudía a los españoles… y a gran parte del propio Partido Popular. Medios afines al sanchismo publicaban que el presidente del PP habría considerado la posibilidad de un «indulto con condiciones» para Carles Puigdemont. La bomba ha desencadenado toda una reacción, fuera y dentro del partido, en la recta final de la campaña electoral.
«La revelación ha provocado también gran malestar entre votantes del PP»
La oposición ha arremetido contra el gallego acusándolo de hipócrita y de traidor: Zapatero, Pilar Alegría y Abascal han aprovechado juntos la ocasión (en un contexto electoral que no les auguraba, hasta ayer, nada bueno) para desacreditarlo. Pero la revelación ha provocado también gran malestar entre votantes (algún tuit decía que «si se confirman acusaciones la mayoría estamos huérfanos»), y —me consta— entre miembros del propio Partido Popular. ¿Cómo se puede ser «tibio» ante cualquier tipo de indulgencia con el independentismo, cuando se pide a la gente ir a manifestaciones y cuando parece haber conexiones con Rusia que podrían ser origen de alta traición?
El cabreo es tal que Feijóo ha tenido que salir a los medios a reiterar su no a los indultos y a acusar al Gobierno de querer «embarrar la campaña». «Dije y digo que no, porque no se da ni una sola de las condiciones…» ¿condiciones? para ¿una hipotética amnistía? ¿Cuál es el mensaje en cuestión?
De poco (más bien, de nada) sirve que hable de sometimiento a la Justicia y al Estado de derecho. En el imaginario colectivo ya está que el PP se ha sentado también a negociar con golpistas… y que el extraño, e inoportuno, giro de guion responde a un tremendo miedo a lo que Puigdemont, que chantajea con un «todo se sabrá», pueda contar. «Voladura controlada» es la expresión que ayer se leía en los medios.
Dice el proverbio chino que «Si no quieres que algo se sepa, no lo hagas». En la sociedad de la información, habría que añadir un proverbio más, «Si no quieres que algo se crea, no dejes que se interprete. Sé claro, transparente y contundente: explícalo y, frente al relato, contraataca con hechos».
«La crisis de Puigdemont revela la dificultad de coordinar las estrategias con las demandas de la opinión pública»
No sé qué hablaría Feijóo con Puigdemont: pero lo cierto, es que no tuvo los votos de Junts para la investidura (ergo, no cedió). Y Sánchez sí.
La crisis de Puigdemont revela la dificultad, en la sociedad de la postverdad, de coordinar las estrategias con las demandas de la opinión pública.
Tal vez el PP falló en el asesoramiento político y pecó de ingenuidad…pero lo que está claro es que ahora falla en el comunicativo, al permitir, habida cuenta de las evidencias, que esta controversia esté socavando su imagen y su credibilidad.
En vez de entrar en el marco del rival, el PP debiera zanjar la cuestión con información clara y contundente. Sólo cerrado el capítulo puede emplearse en atacar al Gobierno por evidencias que sí están claras (a la destrucción del Estado de derecho, a la crisis del campo o al triste asesinato de los agentes de la guardia civil me remito).
Dos cuestiones importantes de todo este lío.
La primera, la política contemporánea está marcada por la constante lucha por el control de la narrativa y, para ello, la gestión de la visibilidad mediada es fundamental. Parece mentira que Feijóo no se lo haya aprendido todavía.
La segunda, quien con delincuentes se sienta, salpicado siempre se levanta. Aviso para Puigdemont y Sánchez.