THE OBJECTIVE
David Mejía

El fracaso de un PSOE destituyente

«El PSOE coloca a los votantes ante una disyuntiva diabólica: no eligen entre izquierda y derecha, sino entre proyecto constitucional o proceso destituyente»

Opinión
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El fracaso de un PSOE destituyente

Ilustración de Alejandra Svriz.

Cuando te cruzas con un gallego en la escalera nunca sabes si sube de votar al PP o si baja a votarlo. Aunque en esta ocasión se alimentaran las dudas hasta el último momento, el gallego de la escalera no cambió su voto. Por mucho que disfrutemos haciendo de la política espectáculo –y de todo espectáculo política- no hubo sorpresa final. Los comentaristas trataron de imprimir al escrutinio el ímpetu de la narración deportiva, pero ni con esas: no hubo susto en Riazor, ni remontada en el tiempo de descuento. El PP volvió a ganar en Galicia (y van cinco seguidas) por mayoría absoluta.

Desde que los politólogos secuestraron el debate público con sus tautologías adornadas y su jerga vacía, cuesta mucho encontrar a gente que diga lo evidente. Lo voy a intentar: el PP perderá su mayoría absoluta en Galicia cuando los gallegos dejen de votarlo (aplausos). Y eso sólo puede ocurrir si los votantes del PP mueren, se quedan en casa o votan a otro partido (más aplausos). Contra la muerte no me atrevo a teorizar, pero es evidente que el PSdG ha hecho todo lo posible para que los votantes del PP temieran quedarse en casa, y no digamos cederle su voto. El drama de la izquierda en Galicia no es que el PP siga ilusionando a sus votantes, sino que muchos votantes desilusionados seguirán votando al PP por falta de alternativas.

En el momento en que el PSdG se presentó como muleta del nacionalismo gallego dejó de ser una alternativa de gobierno al Partido Popular. Muchos votantes, no sólo en Galicia, desearían que frente al PP existiera una alternativa nacional, y no sólo una alternativa nacionalista.

«¿No ven que muchos votantes buscan una alternancia de políticas, pero no una alternancia de sistema?»

¿No entiende el PSdG que es posible articular una oferta progresista sin arrodillarse ante el delirio identitario? ¿No ven que muchos votantes buscan una alternancia de políticas, pero no una alternancia de sistema? ¿Que los vecinos de Pontevedra quieren seguir llamando conciudadanos a sus vecinos de Cáceres, San Sebastián o Barcelona? ¿Es el PSdG incapaz de asumir que la mayoría de los gallegos quieren serlo sin por ello dejar de ser españoles?

Estas semanas se ha repetido mil veces la siguiente máxima: «El BNG es una fuerza más atenta a las cuestiones sociales que a la independencia». Un mantra tan absurdo que sólo se le puede ocurrir a un politólogo. No es nada nuevo: se lo hemos oído decir también sobre Bildu y Esquerra (aunque, curiosamente, nunca se lo hemos oído a Bildu o Esquerra). Lo repiten quienes se sienten obligados a justificar los pactos -ahora simbiosis- del PSOE con el nacionalismo. Afortunadamente, el gallego de su escalera es más perspicaz y menos servil que quienes divulgan estas sandeces.

Todo español que haya mirado de reojo Cataluña durante las últimas dos décadas sabe que el nacionalismo es decadencia y discordia. Una rémora para el desarrollo y un veneno para la convivencia. En su asociación con el nacionalismo, el PSOE coloca a los votantes ante una disyuntiva diabólica: no eligen entre izquierda y derecha, sino entre proyecto constitucional o proceso destituyente. Y para muchos ciudadanos el respeto al marco constitucional no es un eje ideológico, sino un pilar del sistema democrático. Para volver a ser alternativa al PP, el PSOE debe distanciarse de la tentación destituyente. Su supervivencia depende de ello. Claro que la supervivencia de Pedro Sánchez depende de lo contrario.

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