THE OBJECTIVE
Joaquín Leguina

Ocultar y mentir

«Los atracos contra las estadísticas no sólo vienen de neofeministas, también el buenismo deja su impronta en estadísticas oficiales»

Opinión
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Ocultar y mentir

Ilustración de Alejandra Svriz

El prejuicio antimasculino del nuevo feminismo y otros prejuicios detestables están atacando a fondo la objetividad que le es exigible a la prensa. Pondré algunos ejemplos de esos ocultamientos y mentiras.

Comencemos por los asesinatos de mujeres a manos de sus parejas o exparejas. Los medios de comunicación suelen ocultar la nacionalidad de origen de esos matarifes. ¿Por qué? ¿Si esos datos se publicaran podrían incrementar la xenofobia? Pero tenemos derecho a conocer esos datos (más del 40% de esas muertes lo son a manos de extranjeros).

Respecto a los resultados judiciales de estas desgracias, se nos suministran datos de las denuncias contra los varones, pero nunca se publican datos acerca de las condenas judiciales. Y resulta que en torno al 70% de esas denuncias acaban desechadas en los tribunales, y es que existe una gran cantidad de esas denuncias que son falsas, y esas denuncias falsas constituyen un delito que jamás se persigue.

A esto se une que una simple denuncia durante un proceso de divorcio deja al denunciado sin derechos sobre sus hijos. Es estas condiciones no es de extrañar que haya cola en los registros civiles de varones que quieren cambiar de sexo y convertirse civilmente en mujeres, y así conseguir recuperar la igualdad ante la ley que se han cargado los gobiernos de Zapatero y Pedro Sánchez.

Son también las feministas radicales las que apoyan la ocultación de datos de todos los suicidios. ¿Por qué se ocultan los datos de suicidios? Tengo para mí que es porque se suicidan muchos más hombres que mujeres, y algo parecido ocurre con los accidentes laborales, sean mortales o no.

«Se nos suministran datos de las denuncias contra los varones, pero nunca se publican datos acerca de las condenas»

Pero los atracos contra las estadísticas no sólo vienen de las neofeministas, también el buenísmo ha dejado su impronta en algunas estadísticas oficiales. He aquí un ejemplo. No sólo Cáritas, también otras organizaciones pregonan la catástrofe de la pobreza. Los datos del INE y de Eurostat también están en esa onda. Veamos.

He leído, por ejemplo: «Más del 20% de los hogares españoles vive por debajo del umbral de la pobreza». O aún más melodramáticos: «La crisis hunde en la pobreza a uno de cada cinco hogares».

Pues bien, a este propósito conviene preguntarse cuál es el umbral de la pobreza. Ese umbral –según el INE y Eurostat– coincide con el 60% de la renta mediana, siendo la mediana aquella renta familiar por debajo y por encima de la cual está la mitad de los hogares. De la propia definición se deduce (y así lo dice el INE, pero en una nota a pie de página) que ese umbral no es en realidad un indicador de la pobreza, sino de la buena o mala distribución de la renta.

Ilustraré la afirmación de la mala calidad de este indicador con un ejemplo. Sean dos países: A y B. En A la renta familiar es de 2.000 euros anuales y en B de 25.000. Sin recurrir a más cálculos, cualquier persona diría que A es un país pobre y B uno rico. Sin embargo en A todos los hogares ingresan la misma cantidad y en B la distribución no es uniforme sino que tiene una mediana de 24.500 euros y por lo tanto su «umbral de la pobreza» se coloca en 14.700, por debajo del cual vive el 40% de sus hogares. Pues bien, según los criterios del INE –que son los de Eurostat- en A no hay un solo pobre mientras que en B el 40% de sus hogares está sumido en la pobreza.

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