Pobres palestinos
«Cuando Irán lanza centenares de drones y misiles contra una población civil, sea cual sea, no se puede tardar diez horas en condenar los hechos»
«Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos». Esta frase que se le atribuye al presidente mexicano Porfirio Díaz, en realidad, como pasa muy a menudo con las grandes citas, la escribió el periodista mexicano Nemesio García Naranjo que colaboraba con su equipo presidencial. Es una frase que durante décadas ha expresado con todo su realismo y con toda su irracionalidad la situación sumisa de México frente al imperialismo político, económico y social de Estados Unidos. Una frase que reflejaba la incapacidad real de los presidentes mexicanos para cambiar la situación y que dejaban la responsabilidad en manos de Dios.
Ahora se podría decir también «pobres palestinos, tan lejos de su estado y tan cerca de Israel». Podrían, aunque la Historia podría también acercarnos a otra versión. «Pobres palestinos, tan lejos de su estado y tan cerca de Hamás». Porque lo cierto es que la dramática historia del pueblo árabe en Palestina ha estado siempre marcada por el control que han hecho sobre él durante décadas otros estados árabes y ahora los grupos fundamentalistas proiraníes. Todos utilizándolos para su único objetivo real: atacar a Israel.
«El pasado 7 de octubre, el ataque inhumano y sádico de los terroristas de Hamás contra colonos judíos solo buscaba la respuesta esperada y desproporcionada de Netanhayu»
El pasado 7 de octubre, el ataque inhumano y sádico de los terroristas de Hamás contra colonos judíos solo buscaba la respuesta esperada y desproporcionada de Netanhayu. Y así fue. La recuperación militar de los rehenes era muy compleja y difícil pero el resultado ha sido un terrorífico aniquilamiento de miles de palestinos civiles, entre ellos muchísimas mujeres y niños, en Gaza. Todo apunta a que las cifras pueden haber sido infladas por las autoridades de Salud controladas Hamás, pero lo mismo de cierto es que las imágenes y los testimonios de observadores internacionales hablan de miles de victimas civiles, de hambrunas y de falta de asistencia médica. Ha pasado medio año e Israel no olvida que Hamás mantiene secuestradas a más de cien ciudadanos suyos, entre ellos muchas mujeres, niños y hasta bebés. Y esa se mantiene como la condición imprescindible para cualquier tipo de negociación de alto el fuego. Desgraciadamente no parece que Hamás tenga ganas de entregarlos. Prefiere mantener la tragedia de su pueblo antes que devolver a los rehenes.
Israel tampoco va a cejar en su dureza. Maxime cuando sigue siendo atacada por grupos terroristas proiraníes desde Líbano, Yemén o Irak y siempre con la complicidad de Siria. Israel ha demostrado una alta capacidad tecnológica para aniquilar a altos mandos de Hamás e incluso de la Guardia Revolucionaria Iraní allí donde los localice, aunque sea Damasco. Ahora Teherán ha subido con su ataque directo un escalón en una escalada peligrosa para toda la zona. Pero Teherán no es solo enemigo de Israel, lo es también de Arabia Saudí y de otros países de la zona que consideran su expansionismo religioso muy peligroso para ellos mismos.
Irán no ataca a Israel por los palestinos. Para ellos el pueblo palestino es la excusa. Durante años Hamás se ha quedado con las multimillonarias ayudas europeas y de otros países a los palestinos. No lo invertían en escuelas, ni hospitales, ni en infraestructuras básicas para el desarrollo económico. Lo gastaban en construir centenares de kilómetros de túneles para crear una red desde la que poder atacar a Israel. Una red creada bajo centros cívicos como hospitales, escuelas o centros de trabajo y que le ha servido también para alojar armas, dinero y a los propios rehenes israelíes. El control de Hamás sobre la población es total, incluso en situaciones tan desesperadas como la actual. Sorprende que, en seis meses, y con toda Gaza ocupada, no se haya producido ni una sola filtración por parte de nadie sobre donde podría estar retenido algún rehén.
Hamás tiene todo el apoyo y financiación de Irán, un régimen tiránico, tan asesino que es capaz de matar a una ciudadana suya por no llevar un velo sobre la cabeza. Un régimen fundamentalista donde está prohibido cualquier tipo de libertad. Se asesina a los homosexuales y se encierra en prisión a cualquiera que cuestione a la tiranía religiosa. Un país aislado del mundo civilizado y cuyos aliados son ejemplos tan democráticos como Rusia, Corea del Norte o Venezuela.
Por eso, cuando Irán lanza centenares de drones y misiles contra una población civil, sea cual sea, no se puede tardar diez horas en condenar los hechos. España ha sido el último país de la Unión Europea en condenar este ataque. Pareciera que lo ha hecho a rastras. Si uno lee un tuit de Yolanda Díaz, la vicepresidenta del gobierno se encuentra que muestra preocupación por si se extiende el conflicto, pero no cita a Irán en ningún momento. Tampoco lo hizo el 7 de octubre con Hamás. Días tardó en reconocer que era un atentado terrorista. Y lo mismo ocurre con Podemos. O con Bildu, o con ERC. Les cuesta condenar a Teherán. Les pasa también con Putin o con Maduro o con cualquier tirano de izquierdas. Lo más surrealista es que el régimen religioso fundamentalista de Irán no es de izquierdas. Es un régimen fundamentalista religioso que asesina a sus propios ciudadanos cuando reclaman libertad. Libertad de religión, de opinión, libertad de elección o tan solo libertad para no llevar velos.
Hay que encontrar una solución a Palestina. Todo el mundo está de acuerdo desde hace tiempo en la necesidad de la existencia del doble estado. Sería nada más y nada menos que volver al plan de la ONU de 1947 que contemplaba la coexistencia de dos estados: uno era Israel y el otro era una Palestina independiente que no se tendría que unir a ningún otro país árabe. No es baladí recordar que gran parte de la responsabilidad como ocurre en muchos conflictos internacionales es británica. Londres en 1948, antes de huir de su mandato colonial, pactó secretamente con Abdulá de Jordania que sus tropas invadieran el territorio y se quedaran con las partes palestinas. Israel nacía con las fronteras pactadas por la ONU mientras que Palestina era engullida por Jordania y se abortaba así la creación de un estado palestino independiente. Desde entonces siete guerras que con cada derrota árabe han ido disminuyendo el territorio palestino. El reconocimiento de un estado palestino es de justicia. Pero la pregunta es ¿Cuándo? ¿Ahora? ¿Con qué fronteras? Y ¿a qué autoridad? ¿Reconocer un estado de un territorio en manos de un grupo terrorista como Hamás, al que no le preocupa su pueblo sino solo la destrucción de Israel? No parece viable.
Una acción tan compleja y que lleva casi un siglo discutiéndose, no puede ser tomada a la ligera. Ni, aunque le venga bien a nuestro presidente Sánchez que lo ha convertido en máxima prioridad. Se avecina la ley de amnistía y el caso Koldo no cesa. El tema de los huesos de Cuelgamuros no daba para mucho más. Por eso necesitaba Palestina como bandera para viajar por los mundos como si fuera un gran estadista y solo él tuviera la solución al conflicto. La realidad es que todo parece de nuevo un oportunismo ni pensado, ni meditado, ni coordinado. Pobres palestinos.