El PNV salva por los pelos el 'match ball' de EH Bildu
«Los electores vascos, a pesar de la suma final, han sacado tarjeta amarilla a los nacionalistas»
Esta vez ha sido por los pelos y en tiempo de descuento, pero a pesar de alinear a un candidato desconocido, de competir con una EH Bildu crecida, motivada y que estaba haciendo la mejor campaña de su historia (hasta la última semana) y de unas horrorosas perspectivas demoscópicas, el PNV ha conseguido ganar las elecciones vascas situándose como fuerza más votada y empatada en escaños con su competidor de la izquierda abertzale.
«Una victoria que a pesar de haber sido más cómoda de lo esperado, no debe hacer olvidar al PNV que ya existe un partido capaz de discutirle su histórica hegemonía»
Como si se tratase de aquellos viejos ciclistas belgas de culo gordo especialistas en ganar sprints en la misma línea de llegada, los jeltzales han apretado los dientes y han tirado de riñones para dar la última pedalada ganadora de unas elecciones que tenían muy cuesta arriba resolviendo a su favor las tres preguntas que planteaban estas elecciones, a saber:
1.- La victoria electoral.
2.- Los votos suficientes para lograr la investidura de Imanol Pradales como lehendakari.
3.- Una mayoría suficiente para gobernar gracias a un PSOE que gracias a su subida en escaños será más determinante esta legislatura que la pasada.
Una victoria a los puntos y sobre la bocina que no debería hacer olvidar a los nacionalistas que los electores vascos, a pesar de la suma final, les han sacado tarjeta amarilla en unas circunstancias en las que cualquier otro partido gobernante hubiera podido acercarse a la mayoría absoluta.
Me refiero a que es muy difícil de entender que con los indicadores de Euskadi, todos muy por encima de la media nacional en casi todos los ámbitos, hayan llegado a la situación límite con la que se han encontrado en estas elecciones gracias a la altísima conflictividad social durante sus últimos gobiernos propiciada por unos sindicatos hiperactivos, a la escasa capilaridad de unos mensajes políticos y unas formas de comunicar anquilosados en una sociedad vasca que está en pleno proceso de evolución y sobre todo a ser parte del grupo de partidos que da apoyo al gobierno de Pedro Sánchez junto a sus principales rivales de Bildu, un pacto que solo ha aportado tracción electoral a los herederos de Batasuna mientras hundía poco a poco al PNV.
En resumen, una victoria que a pesar de haber sido más cómoda de lo esperado, no debe hacer olvidar al PNV que ya existe un partido capaz de discutirle su histórica hegemonía, que además es un partido que no tiene prisa por hacerse con el poder, un partido que además ha logrado situarse como el favorito entre los electores vascos más jóvenes.
Todo un reto al que el flamante lehendakari Pradales deberá comenzar a responder desde el primer día de su gobierno.