THE OBJECTIVE
César Calderón

Tres escenarios

«Dimitir sería limpio, claro, constitucional… y altamente improbable conociendo al personaje»

Opinión
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Tres escenarios

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. | Ilustración: Alejandra Svriz

Desde que comenzó la última performance peronística del presidente del Gobierno con abandono torero de sus funciones y manifestación (ejem) espontánea de adhesión inquebrantable incluida, estamos asistiendo en los medios de comunicación a una auténtica marejada de análisis políticos en los que mientras sus exégetas más obsecuentes tratan de explicar las causas de la inesperada deserción del inquilino de La Moncloa atendiendo al corazón roto de un hombre enamorado incapaz de soportar el injusto trato que la prensa está dando a su bienamanda y benéfica esposa, sus críticos más incisivos ponen el acento del inesperado brote basándose exclusivamente en el cálculo político y el tacticismo que se le presupone en un personaje que nunca se ha caracterizado precisamente ni por su exuberante humanidad ni por su desbordante bonhomía.

Seguramente habrá bastante de ambas cosas (más de la segunda que de la primera) en el origen de esta inesperada crisis, pero a pocas horas de conocer la resolución de la misma, creo que lo más urgente es analizar los distintos escenarios por los que puede discurrir la intervención que realizará el presidente del Gobierno para tratar de cerrar la absurda situación que él mismo ha creado. Verbi gratia:

1.- Escenario «ahí os quedáis todos»

En este escenario, el más coherente y por tanto el más improbable, Sánchez atendería a las razones expresadas en su propia carta para presentar la dimisión al jefe del Estado propiciando tras un breve periodo de interinidad en el que la vicepresidenta primera asumiría la jefatura del Gobierno en funciones, un nuevo proceso de investidura de otro primer ministro del PSOE.

Limpio, claro, constitucional… y como he dicho antes, altamente improbable conociendo al personaje.

2.- Escenario «nos vemos en las urnas, Alberto»

Aprovechando el impulso obtenido tras la movilización del sábado y la previsible solidaridad despertada en el electorado progresista cuyos efectos más inmediatos serían la cohesión y movilización del electorado socialista además de las más que probables transferencias de voto tanto desde Sumar como desde el nacionalismo menos ultramontano, Sánchez realizaría una arenga peronista (otra) en la que anunciaría que no solo no se retira sino que agradecido por el cariño demostrado por la ciudadanía en su dolor,  va a corresponder al mismo dando la pelea a la derecha en las elecciones catalanas, las europeas y en las elecciones generales que convocará en cuanto pueda disolver las cámaras.

¿Feo? Probablemente, pero bastante efectivo… en el caso de que logre explicar al país y a la comunidad internacional a qué narices ha venido entonces el numerito enfermizo que se ha montado.

3.- Escenario «me voy pero me quedo»

A Sánchez le da un repentino ataque de realidad y se da cuenta de que la ha liado parda y que dimitir sería un supremo ejercicio de irresponsabilidad que dejaría todo reventado: su país, su partido, su Gobierno y sobre todo su propio legado.

Así las cosas y en un nuevo número circense anunciaría que deja la política, pero no ahora mismo, sino en unos meses ya que su responsabilidad como líder del progresismo planetario le impiden dejar el terreno libre para la ultraderecha sin dar la última batalla. 

Es quizás el escenario más inteligente ya que le permitiría irse con cierta limpieza mientras mantiene el control del Gobierno y sus recursos ante la más que probable continuación de informaciones respecto a su mujer además de  poner en marcha el reemplazo en el PSOE  sin perder el Gobierno.

Y eventualmente (recuerden, es Sánchez), cambiar de idea (si le dejan) cuando llegue el momento.

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