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Manuel Fernández Ordóñez

Holaluz: el postureo 'ecofriendly'

«Tras un ERE en el que despidieron casi al 40% de su plantilla, resulta que el equipo directivo de Holaluz se subió el sueldo un 20%»

Opinión
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Holaluz: el postureo ‘ecofriendly’

Tendido eléctrico. | Agencias

Existe un concepto anglosajón llamado enviropreneurship, que sería una mezcla entre environment y entrepreneurship. Es decir, algo así como «emprendedor medioambiental». Se trata de un concepto que engloba a todos aquellos empresarios que emprenden alguna actividad relacionada con el medioambiente. En las últimas décadas, las oportunidades en este ámbito son infinitas por razones obvias. La preocupación social, cada vez mayor, por los problemas medioambientales hace que los ciudadanos demanden acción, demanden soluciones. Y cuando hay demanda, el mercado siempre produce una oferta.

Hace unos años apareció una empresa de este tipo. Tres compañeros de estudios fundaron Holaluz, una comercializadora de electricidad radicada en Barcelona que venía con el discurso muy bien construido. Prometiendo vender energía 100% renovable eran de esos que venían a cambiar el mundo y salvarnos de nuestros pecados. De esos que te dicen que otro mundo es posible mientras hacen ampliaciones de capital con fondos de capital riesgo y cotizan en bolsa. Otra empresa de esas que anestesian almas perdidas con su marketing mientras hacen, realmente, lo mismo que todas las demás. O peor.

Su marketing estaba construido de manera elegante y persuasiva. Eran buenos en eso. Desafortunadamente, de comercializar energía no sabían demasiado. Eran un bonito envoltorio, vacío de contenido. Con ese marketing consiguieron muchas cosas, hasta colarle al Ayuntamiento de Madrid un contrato de más de 80 millones de euros para el suministro de electricidad 100% renovable. Eran tiempos de Manuela Carmena… aunque con el alcalde actual colaría igualmente.

«El marketing de Holaluz estaba construido de manera elegante y persuasiva. Eran buenos en eso. Desafortunadamente, de comercializar energía no sabían demasiado»

Con el medioambiente por bandera, sus dueños se hacían de oro mientras sacaban al mercado productos como su «Tarifa Justa». Una tarifa con la que podías pagar, sin despeinarte, el doble que si estuvieras en una de las grandes comercializadoras. La justicia era eso. Con una mano te vendían el discursito habitual contra las grandes eléctricas, con la otra te cobraran mucho más que éstas por el mismo producto. La CNMC les llegó a poner 30.000 euros de multa por traspasar a su cartera clientes de otras compañías sin consentimiento. Incluso representaban en el mercado eléctrico a empresas que quemaban gas, mientras su marketing te decía que «el planeta no puede esperar».

Capítulo aparte merece el tema del bono social. Las personas vulnerables tienen derecho a una reducción significativa en el precio de la electricidad, pero únicamente unas cuantas comercializadoras pueden ofrecer esos descuentos y Holaluz no era una de ellas. ¿Conocen ustedes a muchas personas que, voluntariamente, pasen a pagar cuatro o cinco veces más por la electricidad de manera voluntaria? Yo no, pero aun así conocemos clientes que perdieron el bono social por pasarse a Holaluz. ¿Sabían estas personas lo que iban a perder al cambiarse? Seguro que firmaron un papel en el que afirmaban que lo sabían, pero ustedes ya saben cómo funciona esto de la letra pequeña en los contratos.

Hoy se escribe el epitafio de esta empresa. El marketing da para lo que da cuando bajo el papel de regalo no hay más que vacío. Todos teníamos claro este desenlace, que sabíamos llegaría más temprano que tarde. Hace unos días se suspendió la cotización de Holaluz por no presentar sus cuentas auditadas. En paralelo, por si fuera poco, Iberdrola les ha denunciado ante la CNMC por un supuesto impago de peajes eléctricos. La realidad que arrojan los números es desoladora. Sus pérdidas se han multiplicado por cinco en un año, pasando de los 5 millones en rojo de 2022 a más de 26 millones en el último ejercicio.

Pero aún quedaba la última vuelta de tuerca, el coletazo previo al último estertor. Tras un ERE en el que despidieron casi al 40% de su plantilla, resulta que el equipo directivo de la empresa se subió el sueldo un 20% mientras en su página web sigue rezando «Cuantas más personas se sumen a esta visión del mundo, más podremos cambiar las cosas entre todos». Ya saben… otro mundo es posible.

Las posibles salidas para Holaluz se reducen a tres. O consiguen dinero prestado, o los compra una comercializadora más grande, o bien se les rescata con dinero público. ¿Se imaginan que, al final, a esos que vendían «Luz Justa» se les rescata injustamente con el dinero de todos para que puedan seguir subiéndose el sueldo mientras despiden a la mitad de su plantilla? Sería extraordinariamente sublime y absolutamente representativo de los tiempos que corren.

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