Mañana en la batalla piensa en Begoña
«La muerte política de Pedro Sánchez acabará dándose por la sobreactuación, no por un caso de corrupción, claro está que tampoco por la mentira»
Nuestra particular Guerra de las Malvinas tiene nombre de mujer. Hay que prepararse para la batalla, a las barricadas, compatriotas. Afilen las dagas, limpien sus bayonetas, recen a sus dioses, acuesten a los niños, besen a sus novias, abracen a sus madres. Será difícil, pero la gloria no se negocia, la honra se pelea metro a metro. La dignidad de una nación herida por las acusaciones falsas hacia la esposa del presidente se reinstaurará. Será este, Milei, el error que más caro habrás de pagar en tu vida política. Venceremos y ahora sí, también convenceremos.
¿Iremos al conflicto militar con Argentina porque Javier Milei vino a berrear a un acto de Vox y, entre sus clásicos desprecios a todo aquel que no piense como él, acusó falsamente a Begoña Gómez de corrupta? Obviamente no, aunque como la exageración de la política ha llegado a niveles obscenos, resulta cómico, por no llorar, jugar a estos ejercicios de tontuna imaginativa. Hijos despidiéndose de sus familiares porque marchan al frente por Begoña, o sea, por España. La muerte política de Pedro Sánchez acabará dándose por la sobreactuación, no por un caso de corrupción, claro está que tampoco por la mentira o como se dice ahora, «el cambio de opinión».
Primero llegó la llamada a consultas de la embajadora española en Buenos Aires, luego la citación del embajador argentino en Madrid, y hace apenas unas horas, se decide retirar de manera definitiva a la embajadora de nuestro país en la nación que preside Javier Milei. Como escribió Tsevan Rabtan en X, España tiene embajador en Irán, y ya no lo tiene en Argentina. Pero como también lo tiene en Rusia, que desde hace dos años está en guerra con Ucrania o en Israel, país que acusó, sin citar, a las ministras Belarra y Montero de «alinearse con el terrorismo». Valga ese espejo para ver cuánto de deforme y exagerado es el portazo institucional de nuestro país a unas declaraciones, execrables, del jefe de estado de Argentina.
Es ese extraño interés, que ya puso de manifiesto Pedro Sánchez con la pájara fake de los cinco días, en darle pábulo al caso de Begoña Gómez, en inflarlo, ¿queda algún gobernante internacional que ignore a estas alturas los posibles conflictos de intereses de la esposa del presidente? Si es que el principal promotor de que se aireen esas informaciones—sí, informaciones, no hay condena de nada pese a lo que mienta Milei—es el Gobierno de España. Primero la carta, esa dimisión que nunca se produjo, ahora la escalada diplomática, ¿qué vendrá después? En lugar del tancredismo tan característico de Rajoy, Sánchez, siempre audaz, está histérico en lo que no dejan de ser unas diligencias de investigación.
«No hay solo una escalada diplomática, hay una escalada de la hipérbole»
Si Pedro Sánchez hubiera hecho lo que hizo el fin de semana pasado Milei en el acto de Vox, lo poco que le pediríamos sería su dimisión. En su primer viaje oficial a España, el bonaerense prescindió de cualquier acto diplomático para llegar a un cónclave de la derecha reaccionaria y, en un apartado del discurso, difamar a la esposa del líder del Ejecutivo. Propio de quien no entiende qué significa ser jefe de Estado de una nación. Lo que ocurre es que Sánchez y su Gobierno no se pueden mostrar como héroes de la decencia en la política. Óscar Puente aún no se ha disculpado como debería tras insinuar que Milei era un drogadicto, como otros miembros del Gabinete, incluido el presidente, no pedirán perdón por toda la barra de calificativos para Milei.
No hay solo una escalada diplomática, hay una escalada de la hipérbole. El Gobierno ha querido hacer ver al ciudadano español que nos jugamos la democracia con tantas cosas ya que más que una democracia, esto parece una rifa. Jueguen, jueguen. La democracia que se cae por los bulos, la democracia que se rompe si no se le responde a Milei, la democracia enferma por culpa de la siempre nefasta oposición de Feijóo, la democracia española venida a menos gracias al novio de Ayuso. Hay que prepararse para la batalla, pero contra la sobreactuación constante. Y favor de una campaña de las europeas donde se hable de Europa. Lugar donde no se presenta Javier Milei, afortunadamente.