La decisión más osada de Feijóo y Abascal
«El ‘procés’ independentista no está muerto, pero si PP y Vox aprovechan la ocasión puede quedar sentenciado para mucho tiempo»
El pasado 12 de mayo se celebraron elecciones autonómicas en Cataluña. Y no fueron unos comicios más. Por primera vez desde 1980, los partidos independentistas no disponen de mayoría absoluta en el Parlament. Cualquier demócrata español, por mucho que le puedan inquietar las pulsiones pseudonacionalistas y acomplejadas de formaciones como el Partido de los Socialistas de Cataluña (PSC) o los Comunes, debería estar aliviado por el resultado de las urnas. Aquellos que desafiaron al Estado en el otoño de 2017 han sido reducidos por el electorado a su menor influencia de los últimos 40 años, y eso a pesar de que el actual reparto de escaños entre las cuatro provincias catalanas les beneficia descaradamente.
Desde el día de las elecciones, se han elaborado multitud de teorías acerca de las razones de esos resultados, que han aupado al PSC hasta la primera posición con el 28% de los votos emitidos y 42 escaños en la cámara autonómica. Como era previsible, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no ha perdido la ocasión para apuntarse el tanto y ha sacado pecho argumentando que el tiempo le ha dado la razón con su política de cesiones permanentes a los independentistas.
Es innegable que los guiños constantes a Cataluña han resultado efectivos en términos de votos para el PSC, pero no conviene olvidar que si el ‘procés’ está en su peor momento lo es, fundamentalmente, porque fue desactivado por el Estado gracias a la labor policial y judicial: sus líderes terminaron condenados tras un juicio impecable. La asunción por parte de la ciudadanía de que la independencia es imposible por las bravas, junto a la constatación de que sus propios líderes les han estafado al prometerles en vano la tierra prometida, también han debido pesar en la desmovilización de muchos de los votantes que hace solo unos años se enfundaban la estelada.
Sea por la amnistía o por la actuación de la Justicia, o por la combinación de ambas, lo cierto es que los resultados electorales son inauditos. Y como tales, deberían suponer un antes y un después. Por primera vez hay una oportunidad para empezar a desmontar desde dentro el tinglado ‘indepe’ y cuatro años por delante para justificarlo en el hecho de que no tienen mayoría en el Parlament. El ‘procés’ no está muerto, sino apenas dormido, pero si se aprovecha la ocasión puede quedar sentenciado para mucho tiempo.
¿De qué depende lograrlo? Obviamente, de que Salvador Illa se haga con la presidencia de la Generalitat de Cataluña. Con los resultados en la mano, no hay otra posibilidad viable más allá de la repetición electoral. La hipótesis de que sea ‘president’ el fugado Carles Puigdemont, cuya lista fue la segunda más votada, se antoja imposible, salvo que el PSC decida suicidarse participando de un ‘biscotto’ que solo tendría como objetivo salvar el pellejo de Sánchez en Madrid. No es cuestión menor esta última, pero los resultados electorales no facilitan semejante compadreo, que sí hubiera podido justificarse en caso de haberse producido una victoria en escaños del independentismo.
El problema es que Illa no tiene la mayoría absoluta (68) por sí mismo y necesita 26 escaños más para alcanzarla, o al menos ser capaz de articular una mayoría simple en el Parlament en una segunda votación de investidura. Viendo los resultados, hay una sola posibilidad real de que el candidato socialista logre esa mágica cifra de los 68 apoyos, que sería sumando los escaños del PSC, Esquerra Republicana (ERC) y los Comunes. Sería para formar un tripartito o para, como parece más probable, que salga adelante una coalición PSC-Comunes y que ERC se mantenga en la oposición para intentar rearmarse y no verse muy contaminada por sus pactos con los socialistas.
Esa es una opción, pero no es la única. En segunda votación basta con tener más votos afirmativos que negativos para ser presidente. Y hay una posibilidad que pasa porque Illa logre, aparte del visto bueno de los Comunes, el apoyo del Partido Popular y la abstención de Vox. Es decir, de un lado quedarían PSC, PP y Comunes (63 escaños); y del otro, Junts, ERC, la CUP y Alianza Catalana (61). Lógicamente, serían un apoyo y una abstención para que Illa formase un gobierno en solitario, o a lo sumo con algún consejero de los Comunes. Es decir, se trataría de evitar que los independentistas siguieran gobernando en Cataluña, aunque solo fuera indirectamente.
Ni Alberto Núñez Feijóo ni Santiago Abascal han dicho nada aún al respecto. Y sorprende semejante silencio y tan poca valentía cuando lo que está en juego es realmente importante. Ya sabemos que Illa y el PSC no son santos de su devoción, pero cualquier alternativa es mucho peor para los intereses de la nación. Que los socialistas acaben en manos de ERC, aunque sea sin entrar en el Govern, no puede conducir a nada bueno. Y que se repitan las elecciones, que parece que es lo que quieren tanto PP como Vox, solo puede traer consigo una reunificación del independentismo en torno a una lista unitaria que acabaría por devolverles la primera posición en el Parlament.
Señores Feijóo y Abascal, sean valientes y den un paso al frente. Demuestren su patriotismo asestando un nuevo golpe al independentismo. Illa realizó una gestión nefasta durante la pandemia, y no es descartable su futura implicación judicial (recordemos que tiene cinco altos cargos de su ministerio imputados por los casos Travis y mascarillas ‘fake’), pero es infinitamente mejor para España que cualquier soberanista trasnochado.
¿A qué esperan para hacerlo? ¿A que pasen las elecciones europeas del 9 de junio? ¿Tienen miedo de lo que puedan pensar sus votantes? Ha llegado la hora de arriesgar. Anuncien ya su apoyo para que Illa pueda gobernar en solitario y prescindir del chantaje ‘indepe’, evitando de paso la amenaza de la repetición electoral y sepultando definitivamente la nociva figura de Puigdemont. Quizás Illa acabe rechazando sus ‘sucios’ apoyos, aunque no parece tan imbécil para hacerlo, pero si eso ocurre ustedes al menos habrán conseguido una importante victoria moral: demostrarle a Sánchez y a toda España que así es como se actúa cuando alguien gana las elecciones y necesita ayuda para que el Estado no acabe secuestrado por independentistas. Todo lo contrario de lo que hace el presidente del Gobierno.