THE OBJECTIVE
Álvaro Nieto

¿Pseudomedios? ¿Bulos? Hablemos claro, presidente

Nadie en su sano juicio puede sostener que THE OBJECTIVE no sea un medio de comunicación ni que sus periodistas y columnistas no deban tener voz. Y usar cualquier excusa para destruirnos solo tiene un nombre: censura.

Opinión
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¿Pseudomedios? ¿Bulos? Hablemos claro, presidente

Pedro Sánchez. | Pool

Como director de THE OBJECTIVE, y ante el cariz que están tomando los acontecimientos, me veo en la obligación de contar una anécdota de la que tuve conocimiento hace unos meses y que he mantenido en secreto todo este tiempo con la esperanza de que no fuera lo que parecía.

En otoño pasado, en una de las reuniones que los equipos del PSOE y Junts mantuvieron para perfilar el texto de la ley de amnistía, hubo un momento en que se habló de este periódico a raíz de una noticia relevante que habíamos publicado esa mañana. Y un ministro presente en la sala zanjó la conversación diciendo: «A esos les quedan dos telediarios, nos vamos a ocupar de ellos pronto».

Y parece que ha llegado el momento. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha emprendido una huida hacia delante en la que, según hemos visto estos días, los pocos medios que aún se le resisten estamos en el punto de mira.

Todo es una burda maniobra para intentar tapar las informaciones incómodas que se están publicando. En vez de dar explicaciones públicas para afrontarlas, el presidente ha decidido pasar al ataque contra lo que llama «pseudomedios» porque, según él, propagan «bulos» a diario con total impunidad en lo que ha denominado «la máquina del fango», en expresión copiada al difunto Pablo Iglesias, del que ha heredado el libreto.

El problema es que Sánchez ha fabricado un bulo para luchar contra los bulos. Todo un presidente del Gobierno pretende hacernos creer a estas alturas que en España las mentiras campan a sus anchas y que hay «libertad de difamación». Y así lo ha repetido hasta la saciedad en varias entrevistas.

Pero nada más lejos de la realidad. En España no existe impunidad para nadie, ni para los periodistas ni para el presidente del Gobierno. Todos los ciudadanos tienen a su disposición diversos instrumentos para defenderse si se consideran atacados injustamente por un medio de comunicación. Conviene recordar que los periodistas estamos sometidos al control de los tribunales de Justicia, que es donde se dirime en última instancia si una noticia es veraz o no. Si alguien se siente perjudicado o agredido por una información, basta con presentar una querella.

Sin embargo, hasta el momento la esposa del presidente del Gobierno, Begoña Gómez, solo ha usado una parte de esos instrumentos a su disposición. Se trata de dos burofaxes enviados a ‘El Confidencial’ y a THE OBJECTIVE, los dos medios que más han publicado sobre ella, para rectificar dos temas menores que en nada cuestionan el grueso de las informaciones publicadas durante los dos últimos meses. En nuestro caso, han sido 25 textos que se pueden leer aquí.

Desde Moncloa se habla mucho estos días de «bulos» pero, curiosamente, en vez de avanzar por la vía legal y presentar las correspondientes querellas en los tribunales, el presidente del Gobierno parece haber renunciado a ello y, en su lugar, ha emprendido una campaña para desprestigiar a los medios que escapan a su control y descalificar sus informaciones sin pasar por la Justicia. ¿Por qué? Quizás porque no quiera correr el riesgo de que un juez solicite pruebas y documentos a los que hasta ahora no hemos tenido acceso los periodistas y que podrían ayudar a esclarecer los hechos.

Por el contrario, parece claro que el propósito de Sánchez es constituir una especie de observatorio contra la desinformación, con diversos expertos teóricamente independientes, para que sea este órgano quien decida quiénes son los verdaderos medios de comunicación y recomiende quiénes no deben ser financiados ni por las instituciones públicas ni por las empresas privadas.

Se trata, como ya hemos visto tantas veces en otras latitudes, de intentar ahogar a la prensa por la vía de la financiación: que no haya que cerrar los medios a la fuerza, sino que sean ellos los que tengan que ir cerrando por falta de dinero. Es la única forma ‘presentable’ de acallar las voces críticas sin que la Unión Europea, tan desaparecida lamentablemente hasta hoy, dé la voz de alarma.

Dado que ‘El Confidencial’ es ‘too big to fall’, parece claro que el siguiente en la lista, en este caso THE OBJECTIVE, tiene todas las papeletas para ser una de las víctimas del primer pelotón de fusilamiento. Y así lo confirma el entusiasmo con que han acogido los planes de Sánchez algunos ‘periodistas’ abajofirmantes, deseosos de que corra la sangre cuanto antes.

Tiene guasa que hablen de «bulos» periodistas que ya se han olvidado de algunas páginas ‘gloriosas’ de nuestro periodismo patrio. Me acuerdo mucho estos días de una foto de Hugo Chávez moribundo publicada en portada, de un titular a cinco columnas atribuyendo a ETA la autoría del 11-M, de la presunta cuenta suiza de Xavier Trías… y así podría seguir durante cinco párrafos más hasta la falsa historia de Sargadelos sobre la esposa de Alberto Núñez Feijóo, difundida hace tan solo unas fechas.

Agradezco enormemente la estrecha vigilancia a la que nos someten a diario mercenarios de medio pelo y ‘showmen’ que no han destapado una noticia en su vida pero viven de las que desvelamos los demás. Con su desbordante interés, nos dan publicidad y nos ayudan a mejorar, pero desde luego no vamos a aceptar lecciones de periodismo de supuestos profesionales que hablan de bulos pero son incapaces de señalar los que difunde el propio Gobierno o sus medios afines.

Lo que molesta de THE OBJECTIVE a Sánchez y sus palmeros es que en este periódico trabajamos el director y parte de los periodistas que han destapado cuatro de los grandes escándalos de su mandato: el ‘Delcygate’, el rescate de Plus Ultra, el caso Soluciones de Gestión (ahora mal llamado Koldo) y el caso Globalia/Air Europa, que ha terminado por salpicar a su mujer.

Lo que le molesta a Sánchez de THE OBJECTIVE es que en este periódico están algunos de los periodistas que fueron purgados de EL PAÍS nada más llegar él a La Moncloa en 2018. Siempre estuvo obsesionado por ese diario y por cómo le trató durante su carrera por conquistar el PSOE, por eso se sintió aliviado con la salida del equipo que lo lideró durante su férrea defensa de la Constitución en tiempos del ‘procés’. Los creía muertos, pero han resucitado, fundamentalmente en THE OBJECTIVE. Desde Juan Luis Cebrián, su histórico director-fundador, hasta Antonio Caño, último director antes de la deriva sanchista.

Lo que le molesta a Sánchez de THE OBJECTIVE es que en este periódico escriben grandes intelectuales, escritores, periodistas y referentes de la socialdemocracia española durante los últimos 50 años, la mayoría de los cuales, curiosamente, también escribían en ‘El País’ hace cinco años: Fernando Savater, Félix de Azúa, Antonio Elorza, Francesc de Carreras, Rosa Cullell, Ricardo Dudda, Manuel Arias Maldonado, José Luis Pardo, Ignacio Vidal Folch, Xavier Pericay, Juan Francisco Martín Seco, Joaquín Leguina, Victoria Carvajal, Javier Rioyo, César Calderón, Amelia Castilla, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, José Antonio Montano, Lucía Etxebarría, Antonio Albert, Bosco Esteruelas

Y sí, en este periódico también escriben Guadalupe Sánchez, Miguel Ángel Quintana Paz, Benito Arruñada, Jorge Vilches, Esperanza Aguirre, Ignacio Ruiz Jarabo, Javier Benegas, Manuel Pimentel, Román Cendoya, Miguel Ors, José Antonio Navas, Hernando F. Calleja, Jano García… Porque THE OBJECTIVE es un periódico plural, y me temo que eso también les molesta a Sánchez y sus palmeros.

En definitiva, lo que molesta de THE OBJECTIVE es que ejerce un periodismo libre e independiente en tiempos de sectarismo y polarización. Un medio de comunicación abierto, moderno y plural, y con una línea poco convencional y previsible. Escapa al control gubernamental y a sus presiones, y eso saca de quicio tanto al que manda como a los que obedecen, porque no pueden soportar que haya gente libre ejerciendo el periodismo y que les dejen sus vergüenzas al aire todos los días.

Sin embargo, esto no va de THE OBJECTIVE. Lo que está pasando en España trasciende de largo a este periódico y a sus periodistas. Afecta a otros muchos medios de comunicación con profesionales igualmente extraordinarios. Todos sabemos lo que está en juego, cómo empiezan estas cosas y cómo terminan. Primero será THE OBJECTIVE, pero luego seguirán otros. Nadie en su sano juicio puede sostener que THE OBJECTIVE no sea un medio de comunicación ni que sus periodistas y columnistas no deban tener voz. Y usar cualquier excusa para destruirnos solo tiene un nombre: censura.

CODA:

Este viernes 3 de mayo, se celebra el día mundial de la libertad de prensa. La fecha la escogió la ONU para que coincidiera con la ‘declaración de Windhoek’, un texto aprobado ese día de 1991 en Namibia en el que se defendía el papel de los medios de comunicación.

Por su enorme interés y actualidad, sobre todo para el Gobierno y sus 4.000 abajofirmantes, reproduzco a continuación los tres primeros puntos de esa declaración:

1.- Una prensa independiente, pluralista y libre es indispensable para el desarrollo y mantenimiento de la democracia de un país, así como para el desarrollo económico.

2.- Por prensa independiente debe entenderse una prensa sobre la cual los poderes públicos no ejerzan ni dominio político o económico, ni control sobre los materiales y la infraestructura necesarios para la producción y difusión de diarios, revistas y otras publicaciones periódicas.

3.- Por prensa pluralista debe entenderse la supresión de los monopolios de toda clase y la existencia del mayor número posible de diarios, revistas y otras publicaciones periódicas que reflejen la más amplia gama posible de opiniones dentro de la comunidad.

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