THE OBJECTIVE
Juan Francisco Martín Seco

La izquierda necesaria

«No puede ser progresista quien defiende la desigualdad territorial; y no se puede preservar el Estado social si se viola una y otra vez el Estado de derecho»

Opinión
14 comentarios
La izquierda necesaria

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante el debate final sobre la aprobación de la Ley de Amnistía en el Congreso de los Diputados en Madrid. | Alberto Gardin (Zuma Press)

La necesidad genera la función, y la función crea el órgano. Esta teoría fue enunciada por Darwin hace mucho tiempo, perfeccionando la hipótesis que 50 años antes había lanzado Lamarck. Ambos se referían a la biología, pero quizás –aunque de forma tal vez abusiva– se podría aplicar también a la sociología. Hay que reconocer, sin embargo, que en todo caso la pulsión determinista en este ámbito es mucho menor. No todas las necesidades se cubren ni todas las funciones terminan creando el órgano.

Lo que sí parece evidente es que en los momentos actuales existe una fuerte necesidad de que la izquierda se regenere, y no es demasiado probable que pueda hacerlo a partir de las formaciones políticas que hoy se tienen por tales.

En junio del 2021 dediqué a la plataforma El Jacobino un artículo en el diario El Confidencial. En él, la calificaba de isla, de extraño fenómeno dentro de la actual izquierda contagiada por el nacionalismo, aunque en honor de la verdad lo insólito y lo que tenía que chocarnos debía ser esta contaminación. Afirmaba también que la existencia de esta plataforma constituía al mismo tiempo una grata sorpresa para aquellos que pensamos que la izquierda y el nacionalismo son incompatibles. Constataba que no estaba todo perdido, que dentro del progresismo existían reductos que no habían sucumbido al relato soberanista ni estaban dispuestos a ser sus cómplices.

Han pasado casi dos años de aquel artículo y lo que calificaba de grata sorpresa se ha convertido en una necesidad. Una exigencia de que, antes o después, las personas que componían El Jacobino o algún otro grupo similar se lanzasen a constituir un partido político. El hecho era tanto más perentorio cuanto que la unión entre izquierda y nacionalismo se había hecho más fuerte, ya que sus intereses se habían entrelazado y resultaba difícil distinguir dónde terminaban unos y comenzaban otros.

Esta transformación tan radical de la izquierda y en periodo tan breve resulta difícil de explicar. Es verdad que en aquellas regiones en las que desde el siglo XIX se habían ido consolidando fuerzas separatistas, las franquicias de los partidos nacionales han coqueteado siempre con el independentismo. El PSOE ha tenido que soportar las veleidades del PSC, e IU las de ICV en Cataluña y las de Ezker Batua en el País Vasco, pero ninguna de estas dos formaciones políticas se dejó arrastrar a posiciones nacionalistas.

«Sánchez consiguió el Gobierno con 85 diputados, pero hipotecándose a los golpistas e independentistas»

Ha sido en los últimos años cuando se ha producido la metamorfosis, y fueron dos los hechos causantes. El primero y principal fue la llegada a la política y a la Secretaría General del PSOE de un aventurero dispuesto a todo con tal de obtener el poder. Sánchez, desde el primer momento y con los peores resultados obtenidos hasta esa fecha por el PSOE, ambicionó el gobierno y para conseguirlo no le importó el precio. Y efectivamente lo consiguió con 85 diputados, pero hipotecándose a los golpistas e independentistas de todo pelaje. A partir de ahí se convirtió en Pedro el de las mercedes, ya que desde entonces no ha dejado de hacer concesiones para mantenerse en el gobierno.

El segundo hecho que se encuentra en el origen de la transformación de la izquierda es la creación de Podemos. Tanto esta formación política como más tarde su apéndice, Sumar, nacieron ya contaminados por el nacionalismo y defendiendo el derecho de autodeterminación. Con raíces en el 15-M, saltaron a la política con una buena dosis de inmadurez e ingenuidad, infravalorando con cierto desprecio a todos los que les habían precedido en el lado político en que se situaban, y con una idea fija: la de llegar al poder cuanto antes. Para ello no dudaron en aliarse en cada territorio con todas las fuerzas centrífugas y echarse, al mismo tiempo, en los brazos de Sánchez.

Desde 2018, la situación se ha ido deteriorando progresivamente hasta el estado actual, en el que, por una parte, la llamada izquierda no se distingue ya del nacionalismo y, por otra, la heterogeneidad de la alianza Frankenstein y la inmadurez e incompetencia de muchos de sus componentes han propiciado que bastantes de las actuaciones del Gobierno hayan sido desastrosas (e incluso ridículas).

Todo ello ha ocasionado el desprestigio y la crítica, que no solo se ha dirigido a los partidos políticos que conforman el Gobierno, sino genéricamente a toda la izquierda. Al final de esta aventura va a ser toda la izquierda la que va a quedar descalificada. Por supuesto que la derecha y el mundo conservador se aprovechan de ello y al hacer la crítica no se molestan ni tienen interés en hacer distinciones. Esta es una de las razones por las que se precisa demostrar que existe otra izquierda con una faz distinta y que no tiene nada que ver con el sanchismo.

«Existe otra izquierda que se encuentra sin referente político (de izquierda huérfana se definía anteriormente El Jacobino)»

Pero precisamente porque existe otra izquierda que se encuentra sin referente político (de izquierda huérfana se definía anteriormente El Jacobino) es por lo que se necesita la constitución de una o varias formaciones políticas que recojan esa bandera. Es por ello por lo que he saludado con alegría el nacimiento de un partido como Izquierda Española. Creo que al menos puede diluirse la coartada de muchos ciudadanos que se definen de izquierdas y, sin embargo, votan sanchismo, amparándose en que no están dispuestos a apoyar a la derecha.

El hecho de que desde el principio este partido haya gozado de todas mis simpatías y haya estado dispuesto, siempre que me lo han demandado, a prestarles mi apoyo en lo mucho o poco que valga, no quiere decir que no sea consciente de las dificultades a las que se van a enfrentar. No se precisa tener mucha experiencia para saber que el mercado político funciona como cualquier otro mercado y que, por lo tanto, es muy difícil introducir una marca nueva, sobre todo si, como le pasa a Izquierda Española, no se tienen excesivos recursos. Bien es verdad que las elecciones europeas con una única circunscripción electoral son las más aptas para emprender esta aventura.

Soy consciente también de que esta nueva formación política se va a encontrar con muy pocos respaldos y muchas críticas. Todas las voces del sanchismo se han alzado para calificarla de derecha o de apoyo a la derecha. No tiene nada de extraño. Para ellos todo lo que se les oponga o les critique pertenece a lo que han denominado fachosfera; pero ¿qué más derechas que el PNV o Puigdemont? A pesar de que a Sánchez se le llena la boca de hablar de progresismo, lo cierto es que no puede ser progresista quien defiende y promociona la desigualdad territorial, y no se puede preservar el Estado social si se viola una y otra vez el Estado de derecho y la democracia.

«Izquierda Española es socialdemócrata, preconiza el Estado social y eso le separa y le enfrenta al neoliberalismo»

Hoy por hoy, el discurso de Izquierda Española es netamente socialdemócrata: preconiza el Estado social –lo cual le separa y le enfrenta al neoliberalismo económico y a los partidos conservadores– pero defiende que éste no se puede mantener si se violenta el funcionamiento democrático de las instituciones o se instaura la desigualdad a nivel territorial. Esto les coloca en las antípodas del sanchismo.

Tal vez reciba también el rechazo de aquellos que, enfrentados con el sanchismo, pero presos de las siglas y de la ortodoxia de un discurso político, son incapaces de dar un paso hacia adelante, quedándose tan solo en la denuncia. No son conscientes de que en estos momentos algunas siglas no valen ya nada y que el envite del sanchismo es tan grande y la izquierda –la verdadera izquierda– ha quedado tan reducida y marginada que no se puede andar con disquisiciones ideológicas o partidistas.

Sí, una nueva izquierda es necesaria, pero en la realidad social la necesidad no crea automáticamente ni la función ni el órgano. Se precisa el empuje de cuantos más mejor. Bienvenida sea Izquierda Española.

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D