THE OBJECTIVE
Carlos Padilla

Esta cobardía de mi Sánchez por el fango

«Si era valiente dar unos indultos, diga con esa misma valentía cuáles son los pseudomedios, los tabloides digitales o qué periodistas mienten y manipulan»

Opinión
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Esta cobardía de mi Sánchez por el fango

Ilustración de Alejandra Svriz.

La mecánica es tan simple como el funcionamiento de un vibrador. Y aun así, caemos todos en ella porque Sánchez es el político que mejor conoce al país para el que gobierna. Sabe que si aumenta el globo de Alvise Pérez, el miedo entre cierta parte de la población española se disparará. Conoce bien cómo a muchos españoles de esta vieja nación le dan igual las mentiras, conviven bien con el olvido. Quieren, legítimamente, una Ley de Memoria Democrática mientras asumen que el presidente hoy les puede decir que nunca hará, lo que después acaba haciendo. La escurridiza memoria democrática del presente.

Indultos, amnistía, y ese Sánchez que iba a traer a Puigdemont entre grilletes, todo ha sido negado o prometido, para que, o bien lo desmentido una y otra vez sea hecho sin el menor sonrojo. O para que lo prometido en las campañas electorales sea traicionado, porque la palabra no vale, no sirve. Es el «cambio de opinión» perpetuo de esta era posmoderna donde el líder socialista se ha ido cambiando de traje: estadista con influencia en Europa, azote de Puigdemont, luego amigo de Puigdemont, crítico con el Ibex, comprensivo con los empresarios… Ahora el presidente ha activado su nueva partida, soltando con una pesadez meritoria en cada comparecencia aquello de la máquina del fango.

El comportamiento de este juego es que el presidente lo saca en una entrevista, con los de siempre, o una declaración, quizá por carta, la de un hombre enamorado. Escurre la posibilidad de que haya amnistía, indultos o unos presupuestos «singulares» para Cataluña, aunque todo arranca con unas palabras vagas. No hay nada concreto, y eso es lo que necesitan los medios, los columnistas, los portavoces de partidos para jugar con la bolita que toque, ahora el aparato del fango. Se genera un debate nacional, más bien un ruido de país, porque se discute sobre palabras que son la nada con sacarina, y luego, cansados todos de dar vueltas al círculo que nos ha montado Sánchez, el gobierno acaba adoptando la postura que desea.

Para entonces, España, en líneas generales, ha acabado tragando con lo que en un principio era un plato de sabor nauseabundo. Instalados ya en una legislatura que no pare ni un mísero ratón, todo pausado hasta que se desencalle la investidura en Cataluña, la medida estrella del Ejecutivo es trasponer a nuestra legislación una nueva norma europea sobre la Libertad de los Medios de Comunicación. Plantear que trasponer una normativa va a implicar un derrumbe del sistema democrático español es exagerar hasta un límite indecente, lo mismo que intentar convertir en tu medida estrella contra «el fango» una trasposición de una normativa es altamente ridículo. Símbolo de un Gobierno incapacitado, que intenta rellenar con timbales lo que es el eco de una habitación vacía.

«¿Es posible que aún no se haya traspuesto esa directiva europea para que los socios del Gobierno tengan hueco en Bruselas?»

Está bien querer homologarse a Europa, aunque se haga cuando conviene. Este es el mismo Gobierno que todavía no ha traspuesto—verbo de moda— a su legislación la decisión comunitaria que establece un umbral mínimo de votos para poder lograr un escaño del Parlamento Europeo. Debería haber una barrera de entrada, entre el 2% y el 5% de los votos emitidos, cosa que hubiera llevado a que Ahora Repúblicas –ERC, EH Bildu, BNG–, Sumar, Se Acabó La fiesta, Podemos o Junts, se hubiera quedado sin sillones europeos. ¿Es posible que aún no se haya traspuesto esa directiva europea para que los socios del Gobierno tengan hueco en Bruselas? Pregunta estúpida, les pido disculpas.

Es el Gobierno de Pedro Sánchez, hagamos memoria democrática, el que cuando se decidió a rebajar el castigo por el delito de sedición para pasar a llamarlo «desórdenes públicos» con «agravante», justificó su cambio con Europa. Patxi López, que tenía pinta de le habían pasado lo que debía leer unos minutos antes, argumentó el giro de guion para «homologar la legislación penal española respecto a ciertos delitos con la que impera en el resto de Europa». Cuando estuvo con Alsina en Onda Cero, este le inquirió, «¿por qué sólo se homologa el delito de sedición?, ¿está anticuado un artículo de los más de 600 que tiene el Código Penal?» Y Patxi, sin papeles que leer, balbuceó como lo hace quien vive del argumentario de última hora.

Más allá de que Sánchez intentara moldear para su público esa trasposición de la directiva comunitaria de medios— en la que la palabra pseudomedio fango o tabloide, no aparecen—, habría que pedirle al presidente más valentía. Valentía de quien presume que la tiene para hacer cambios que había prometido que jamás haría. Si era valiente dar unos indultos, diga con esa misma valentía cuáles son los pseudomedios, los tabloides digitales. Qué periodistas mienten, manipulan, tergiversan de manera sistemática, señálelos. Porque así pondremos nombres y apellidos, así se podrán defender los señalados, medios y periodistas. Con esto saldremos de esa costumbre presidencial de tirar la piedra y esconder la mano, algo así como una máquina del fango que tiene su sede en el Palacio de la Moncloa.

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