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Gabriela Bustelo

PSOE y Vox: amor a quemarropa

«Ahora llega la fórmula reforzada: Vox es el nuevo Franco y Alvise es el nuevo Vox. A Sánchez la derecha canalla le resulta imprescindible como munición electoral»

Opinión
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PSOE y Vox: amor a quemarropa

Ilustración de Alejandra Svriz.

España es uno de los últimos reductos del socialismo en un país occidental de primera fila. La coalición sanchista, desnaturalizada como una colcha de retales, depende de un controvertido acuerdo de amnistía con los separatistas catalanes, que tienen a España preguntándose si —como país— no sería mejor independizarse del nacionalismo y acabar con este suplicio de una vez por todas. 

¿Qué le pasa a la democracia? Parece una prenda apelmazada que no logra estirarse para cubrir a todos. Bajo el tejido tirante palpitan líderes ominosos, trapaceros, simplistas como no los recordábamos. O como algunas generaciones no los habíamos visto nunca. Los calentones nacionalistas de ahora son tan frenéticos y parroquiales como los que provocaron las batallas campales del siglo anterior. Los actuales son autocopiados y extemporáneos, pero siguen manipulando el caos para imponerse, como es el caso de Cataluña. 

En España las clases medias que llevan medio siglo pagando el invento —y que han financiado el procés catalanista con sus impuestos— se van arruinando. El relevo, las generaciones XYZ, se quejan de llegar con retraso a una buena vida que les han contado, pero que nunca verán. Una campaña de publicidad creada en España lo define con este rap coral: «Tarde. Nacimos tarde. Tarde a los sueldos altos, tarde a comprar barato, tarde a los coches caros, tarde al trabajo fijo, tarde a pensar en hijos, tarde a tener un piso, y menos todavía otro en la playa. Tarde, nacimos tarde, muy tarde, supertarde».

Pero esta prole española no tiene apenas relación con la juventud de la Unión Europea, cuya tasa de paro juvenil duplica desde hace años. De los diez millones de jóvenes españoles entre 15 y 29 años, cientos de miles se viven en casa de sus padres hasta edades casi bochornosas. No se parecen, por tanto, a los países más representativos del Viejo Continente, como Francia y Alemania, cuyos retoños vuelan del nido entre 10 y 15 años antes. 

Y a juzgar por el resultado de las elecciones europeas de junio, los jóvenes españoles y los europeos tampoco se parecen políticamente. En España, dos de cada diez votantes entre los 18 y 24 años declararon en el último sondeo del CIS que iban a votar a los partidos de extrema derecha Vox (un 12,2 %) y Se Acabó La Fiesta (un 9,8 %). En esa misma franja de edad, casi el doble del electorado anunciaba su intención de votar al PSOE, Sumar o Podemos, aunando un 24,2 % de voto a la izquierda.

«En Francia, el partido Agrupación Nacional de Marine Le Pen ha recibido un 30% del voto juvenil»

En Alemania, la cantidad de jóvenes que votaron a la extrema derecha de AfD se disparó entre las elecciones europeas de 2019 y las de junio de 2024, aumentando un 11% entre los votantes de entre 24 y 30 años. En Francia, el partido Agrupación Nacional de Marine Le Pen ha recibido un 30% del voto juvenil, sacando 10 puntos de ventaja respecto a 2019.

Tras el recuento de votos para la Eurocámara en Francia, la victoria de la ultraderecha acaparó titulares cuando sus 30 escaños llevaron a Macron a disolver el Parlamento y convocar nuevas elecciones legislativas. Y el partido d’extrême droite La Reconquista de Éric Zemmour también logró entrar en el Parlamento UE con cinco diputados. Los partidos de extrema derecha ocuparon primeros puestos en Italia (32 escaños); en Austria, en Bélgica, en Hungría. Los ultraconservadores empataron en el primer lugar en los Países Bajos y quedaron en segundo lugar en Alemania y Rumania. 

Por tanto, parece que Pedro Sánchez se ha quedado sin argumentos para ir a Europa a quejarse de la terrible ultraderecha que le persigue, como hizo cuando usó el podio de la presidencia rotatoria del Consejo de la UE para gimotear sobre los partidos superconservadores españoles. Visto lo visto tras las europeas de junio, más de un funcionario comunitario podría preguntarse de qué se queja el presidente socialista español, si la ultraderecha española es casi anecdótica al lado de la francesa, la alemana, la italiana, la austriaca, la belga o la húngara.

«El voxismo y el sanchismo son los ‘retratos de Dorian Gray’ del PP y del PSOE»

Bueno, lo que sucede es que en el preciso instante en que desaparezca Vox, se acabó Pedro Sánchez. Vox es el sustituto de Franco en la plúmbea mentalidad unidireccional de la izquierda española. Y ahora llega la fórmula reforzada: Vox es el nuevo Franco y Alvise es el nuevo Vox. Por eso Sánchez los menciona en cuanto pilla un micrófono: la derecha canalla le resulta imprescindible como munición electoral.

El voxismo y el sanchismo son los retratos de Dorian Gray del PP y del PSOE. Cuando Sánchez llegó al poder, Vox tenía cero diputados y en tándem con la izquierda sanchista en 2019 llegó a los 52 escaños. La derecha voxista venía a terminar con la izquierda y el PSOE sanchista venía a terminar con la corrupción. El chiste se cuenta solo.

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