THE OBJECTIVE
Jorge Vilches

¿Un Milei para España?

«La idolatría del Estado está en todos los partidos españoles. Todos piensan en el Estado para hacer ingeniería social, corregir, prohibir, adoctrinar o intervenir»

Opinión
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¿Un Milei para España?

Ilustración de Alejandra Svriz.

A muchos les gustaría que alguien en España con posibilidades de ganar las elecciones prometiera sacar la «motosierra». Normal. Es un efecto de la guerra cultural, que como guerra no tiene límites; es decir, en el campo de batalla vale todo para vencer, incluido el populismo, con sus exabruptos correspondientes. En esa política tomada como guerra, llamar la atención es indispensable para que el mensaje llegue y sea combatido. En suma: sin ser estridente y sin la voracidad de los medios para conseguir espectáculo, Milei no habría llegado.

La fórmula exportable de Milei se obtiene excluyendo la especificidad argentina. Un buen acercamiento a esa fórmula se obtiene con la lectura de El pensamiento de Milei. Liberalismo contra estatismo (LID, 2024), del profesor Rodríguez Braun. Mi intención es ir sacando aquellos elementos que podrían ser aplicables en España. Evidentemente, acogerse a la tradición liberal argentina desde Juan Bautista Alberdi, en el siglo XIX, sería aquí un absurdo. Y no porque los políticos españoles no conozcan nuestra historia, que también, sino porque la derecha elude deliberadamente cualquier referencia al tiempo anterior a la Transición.

También habría que sacar de la ecuación otra cuestión. Milei es un «plagiario», asegura Rodríguez Braun. Este profesor, un liberal de referencia en España, lo dice sin acritud: Milei tiene la costumbre de no citar, de hacerlo de forma incompleta, o, incluso, de copiarse a sí mismo. Al otro lado del charco, y Rodríguez Braun lo confirma, han encontrado en sus obras párrafos enteros de Rothbard, por ejemplo, corta y pegas de informes del FMI, o citas de Adam Smith copiadas de otros autores a los que no nombra. Eso es feo. Está al mismo nivel que Pedro Sánchez y su tesis doctoral. Aquí la derecha castiga el fraude, pero la izquierda no, por lo que no sé si al electorado del centro-derecha le gustaría. En Argentina no se ha penalizado porque tienen problemas más graves, y les da igual si Milei es buen académico. Lo que les importa es si es capaz de sacar a su país del hoyo.

Luego está la etiqueta. Milei dice de sí mismo que filosóficamente es anarcocapitalista -abolición del Estado- pero que la realidad le hace minarquista -una existencia estatal mínima-. Esto en España es imposible. Olvídense. La idolatría del Estado está en todos los partidos, incluido Vox, no se engañen. Todos piensan en el Estado para hacer ingeniería social, corregir, prohibir, adoctrinar o intervenir. La etiqueta no importa, como el tamaño, sino lo que se hace con ella.

Sigamos con el Estado pensando en España. El estatismo, dice Milei, y recuerda Rodríguez Braun, es un motor de pobreza y de odio, envidia y resentimiento. La descripción es muy fuerte, pero certera. El Estado no crea nada y tiene sus propios intereses, que no tienen por qué coincidir con los de la sociedad. Solo distribuye de forma arbitraria, política e interesada, y cada vez más, y lo hace a costa de los que producen y tienen. Esto empobrece. Esto es conocido y no insisto por cuestión de espacio. Aquí, en España, salvo en la Comunidad de Madrid, la competición entre partidos se basa en la promesa de más Estado. Es más; la insistencia en la desigualdad (y no en la pobreza) solo genera envidia, resentimiento y odio porque está forjada en la idea de un Estado justiciero contra los que tienen más.

«La corrección política es un tabú en España. No hay valor suficiente para hacerle frente»

La idolatría al Estado ha sustituido al cristianismo. Esa es otra. Milei es religioso (practica el judaísmo), y defiende el matrimonio (sin necesidad del Estado paternalista y registrador) y la familia (cada uno la que quiera). Y lo hace desde la más absoluta incorrección política. Rodríguez Braun lo dice sin ambages: Milei considera que la ideología de género es un negocio político. De hecho, ha eliminado el «lenguaje inclusivo» en la administración para dejar que la gente, verdadera soberana del idioma, hable como quiera. En esto coincide más con Vox.

La corrección política es un tabú en España. No hay valor suficiente para hacerle frente. Aquí temen que les pase lo que a Milei en Argentina, que por no desdoblar el lenguaje es tildado de «fascista». Bueno, en España ya ocurre. Pedro Sánchez y su coro norcoreano parlamentario y mediático repiten la cantinela de los «ultra» para todo el que se oponga a su rodillo. En realidad es una mentalidad y una convicción. Milei no tiene empacho en decir que ellos tienen superioridad moral sobre los «zurdos», mientras que los líderes de la derecha española prefieren callar.

En esta cuestión pesa el respeto hacia la izquierda. Milei piensa que los «zurdos» son la ruina sin matices; es decir, repudia a socialistas y comunistas por igual, de los que dice que solo hay distancia de escala, no de esencia. Pero aquí, en España, el PP piensa que su victoria electoral se encuentra en el centro, en convencer a los socialdemócratas de que los populares no son «ultras». La diferencia es palmaria. Milei dice: «Si vos das un dedo a un zurdo, te arranca el brazo». Una frase así es impensable en España. A lo más que llegan los populares es a decir que Pedro Sánchez no es de fiar, pero no descalifican al PSOE porque consideran que siempre ha habido «socialistas buenos».

Por último, está la economía. Rodríguez Braun termina el libro hablando de las posibilidades de que el liberalismo de Milei triunfe en el gobierno. Es consciente de que habrá una primera etapa dura para los argentinos, de vaciado del Estado sin perjudicar a los más necesitados, y que tendrá la oposición de culturetas, intelectuales y medios. En España es dudoso que esto sea posible. A la experiencia me remito. Rajoy ganó en 2011 prometiendo algo similar, llegó al Gobierno e hizo una política socialdemócrata. Esto no significa que se vaya a repetir, sino que no hay que aplaudir antes de tiempo.

En suma: buen librito de Rodríguez Braun que nos sirve para sacar la fórmula Milei con sus aciertos y defectos, rasgos admirables y otros no tanto, como el populismo y la polarización, para aquellos que están pensando si es posible tener en España alguien similar con visos de ganar.

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El pensamiento de Milei
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