THE OBJECTIVE
Luis Antonio de Villena

Cine gay argentino, Marco Berger

«Marco Berger se trata no sólo de un autor gay, que lo es, sino de un creador renovador y a menudo inquietante»

Opinión
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Cine gay argentino, Marco Berger

Fotograma de 'Un rubio', de Marco Berger. | Archivo

En la semana del Orgullo LGTBI, me parece apropiado hacer mención (y más, recomendar con fuerza) el cine argentino que, al menos desde hace una década, trata con muy cuidada calidad y sin concesiones al tópico, el mundo gay, pues de homosexualidad -o bisexualidad- masculina se trata muy explícitamente. Acaso algunos recuerden que la primera película gay argentina -1952- fue protagonizada por el cupletista español Miguel de Molina, exiliado en Argentina tras ser expulsado de nuestro país por maricón. Cosas tristes. Tal vez la primera película gay argentina moderna (de 1985) fue El beso de la mujer araña de Héctor Babenco, basada en la homónima y exitosa novela de Manuel Puig. Otros dirán que un magnífico filme gay argentino -con protagonista español- fue en 2000 Plata quemada, de Marcelo Piñeyro, según la novela del hoy fallecido Ricardo Piglia. No puedo dejar de recordar la obra de mi querido (y recién desaparecido) Edgardo Cozarinsky, escritor y cineasta, con su Ronda nocturna de 2005, sobre la singularidad de la prostitución masculina porteña. 

Pero me refiero a obras notables y más cercanas, que giran alrededor de un muy notable y prolífico nuevo director, de muy visible calidad y que obviamente no nos interesa sólo por su condición homosexual, sino por tratarse de un nuevo director que ya supera con mucho la promesa: Marco Berger, nacido en Buenos Aires en 1977 -sólo 46 años en este momento- y cuya ópera prima se estrenó en 2009, Plan B. Quizá Berger no sea aún lo suficientemente conocido, porque -hasta donde alcanzo- la mayoría de sus obras se ven en plataformas cinematográficas de Internet como Filmin o Netflix. Pero se trata no sólo de un autor gay, que lo es, sino de un creador renovador y a menudo inquietante. Su mundo básico (empecemos por ahí) no es sin más la homosexualidad masculina, sino el mundo de la masculinidad, cuando se mueve en fronteras indecisas (la parcial condición gay de muchos hombres sobre todo jóvenes, que no excluye de entrada a las mujeres) que se resuelven en la aceptación del hombre otro o en lo que podríamos decir -recordando a Marañón- cierta gama de estados intersexuales. Hawaii (2013) una redonda película de Berger nos presenta -en un filme muy medido- la final relación gay de dos hombres que se sienten, de inicio, heterosexuales. Las en general notables películas de Berger se mueven muy habitualmente en la frontera, así su penúltima obra Los agitadores (2022) donde un grupo de chicos más bien machistas, pasan unas vacaciones estivas juntos, en una casa de campo, y allá termina brotando la brutalidad y la ternura puramente masculinas. Otras veces -y son de sus obras mejores- Berger entra con estilo y delicadeza en temas más bien tabúes. Ausente (2011), una de sus obras más reconocidas internacionalmente, es la historia de un alumno de 16 años largos que intenta seducir a su profesor de natación, claramente hetero, pero que asimismo comprobará las fronteras imprecisas de lo masculino. El cazador (2020), a mi saber una de las mejores películas de Marco, cuenta el delicado tema de alguien que vende por las redes contenido porno con adolescentes masculinos cuya faz se tapa. Pueden ganar mucho dinero, entre chicos más o menos gay, pero ¿y si surge el amor? ¿Filmarás ocultamente por plata a quien te ama? Un documental de 2021, Gualeguaychú. El país del carnaval (el más renombrado de Argentina) no tiene otra especificidad homo que mostrar cómo el referido carnaval y sus días muy libres, abren las puertas para que lo masculino se exhiba como abiertamente bisexual o lleno de gestos ambiguos. Marco Berger acaba de estrenar una obra nueva, Los amantes astronautas que tengo ya ganas de visionar. Berger no tiene nada que ver con Almodóvar, pero son sin duda -Pedro ha sido- los más brillantes y personales creadores de un ya muy notable cine gay hispánico.

«Berger no tiene nada que ver con Almodóvar, pero son sin duda -Pedro ha sido- los más brillantes y personales creadores de un ya muy notable cine gay hispánico»

Pero este singular fenómeno del cine gay argentino (curioso que a nadie se le haya ocurrido mostrarlo en estas fechas, al menos) no empieza ni acaba en el notable Marco Berger. Comentaré unas cuantas obras más. Mi mejor amigo (2018) de Martín Deus, relata la amistad masculina que se vuelve deseo y muy pronto amor. Es un buen filme, pero menos inquietante que los anteriores. Yo, adolescente (2019) de Lucas Santa Ana, es una película radiante y trágica, sobre los conflictos generales de un adolescente porteño -se suicida a la postre- uno de los cuales son sus continuas dudas y claros acercamientos a la homosexualidad, entre sus compañeros de bachillerato final. Muy notable película. Pero haría mal en no concluir con otro filme atrevido y a ratos más que sorprendente (poco que envidiar a Brokeback Mountain de Ang Lee, 2005) que es Jess &James (2015) de Santiago Giralt, una road movie sin complejos con dos o tres actores estupendos que se enamoran muy poderosa y virilmente por la enorme Argentina y sus pampas. Una notable película sobre la masculinidad.  Y conste que todo lo expuesto y bosquejado, referido siempre a las fronteras de lo masculino viril (no machista) no sólo se nombra en razón de ese tema -que me importa- sino de su más que notable y estricta calidad fílmica. Marco Berger: No olviden el nombre.

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