THE OBJECTIVE
Jorge Vilches

A pachas con el CGPJ

«El PP tiene la mala costumbre de fiarse del PSOE. Los populares parecen olvidar que la democracia se basa en la confianza, y que el sanchismo no tiene ya crédito»

Opinión
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A pachas con el CGPJ

ilustración de Alejandra Svriz.

Mientras nos distraemos de Milei, el PSOE y el PP están pactando renovar el CGPJ. No sabemos con qué garantías los populares se avienen a pactar ahora con el sanchismo el cambio de los miembros del máximo órgano de gobierno de los jueces. La sensación que deja el apaño es que se está dando un paso más en la colonización del Estado por parte del PSOE, y esta es una mala noticia para la democracia en España. Los populares deberían ser conscientes de la preocupación que genera entre aquellos que piensan que Sánchez, como ha dicho el PP en ocasiones, es un tirano contenido.

Los socialistas, y en esto Milei tiene razón, te arrancan el brazo si les das un dedo. Los populares, en cambio, no se cansan de tender la mano al PSOE, y una y otra vez son desairados y engañados. Un ejemplo. Al tiempo que el PP negocia con los sanchistas el reparto de la influencia en el CGPJ, el PSC está pactando con Junts y ERC dejar a los populares catalanes sin senadores. Otro ejemplo. El TC que domina el sanchismo está desmontando por la puerta de atrás las sentencias de los ERE que afectan a cargos socialistas. ¿Y para qué hablar del Fiscal General del Estado? No hace falta ser muy espabilado para ver que es preciso sacar las manos socialistas del Poder Judicial y de las instancias de arbitraje.

El comportamiento del PP tiene una explicación. La hegemonía de la izquierda es tan poderosa que ha inoculado en la derecha cómo debe comportarse y cuáles son los límites. Lo mismo que los socialdemócratas embozados de liberales se alarman de que Milei diga que un Estado con bulimia fiscal es un ladrón sin juez ni policía que lo detenga, la derecha se hace perdonar si desempeña el papel determinado por la izquierda.

A estas alturas la no izquierda debería saber que jugar con las normas impuestas por quien quiere su ostracismo no es nada más que una trampa. Esa idea de los populares de que el PSOE es necesario para la democracia no tiene su correspondencia en los socialistas hacia el PP, y menos aún con Sánchez. Los progresistas trabajan cada día para sacar a la derecha de la vida institucional, mientras que el PP no pierde ocasión de hacer un llamamiento al PSOE bueno. No se entiende esa actitud. Es como si los populares no hubieran leído las declaraciones de Felipe González confesando, tras despotricar contra Sánchez, que votó al PSOE en las elecciones europeas del 9-J. Ese partido socialista fiable y consecuente con la democracia, como Scholz en Alemania o el dimitido António Costa en Portugal, no existe en España.

«El objetivo de los socialistas no es la estabilidad institucional o el imperio de la ley como instrumentos de progreso, sino mandar»

Aquí los socialistas se mueven en la vida política con otros parámetros. Su objetivo no es la estabilidad institucional o el imperio de la ley como instrumentos de paz y progreso, sino mandar. Al tiempo que el PP se guía por la moderación y el sentido de Estado, por la responsabilidad de los dirigentes hacia el sistema, el PSOE hace lo que sea necesario para tener el Gobierno. Lo hace Sánchez, y antes Zapatero. Incluso el último González recurrió al dóberman y al fantasma de Franco para detener al PP de Aznar. Esta izquierda siempre ha tenido una teoría del poder, pero la derecha, que no se acaba de creer que se le debe también la democracia en España, solo alardea de gestión y bonhomía. De ahí que aguante la catarata diaria de insultos que le propina la izquierda.

El PP tiene la mala costumbre de fiarse del PSOE. Los populares parecen olvidar que la democracia se basa en la confianza, y que el sanchismo no tiene ya crédito. Es imposible fiarse de quien prometió no pactar con Bildu y Podemos, y lo hizo. De quien aseguró que jamás habría indulto y amnistía, y ahí están los golpistas en la calle y envalentonados. No es aceptable confiar en quien confunde el Estado con su Partido y llena las instituciones con sus fieles. No es fiable quien toma una acusación a su esposa, sin cargo público alguno, como un insulto a un país. Menos aún se puede confiar en quien amenaza con cambiar la ley para nombrar a los jueces.

Si todo esto muestra la instrumentación de lo público en beneficio del poder personal de Sánchez y en perjuicio de la democracia, según ha estado defendiendo el PP hasta hoy, ¿cómo pactar la renovación del CGPJ con el sanchismo sin una explicación de las garantías? Los populares deben entender que este acercamiento atemoriza a los que estamos preocupados por la deriva iliberal de nuestro sistema. Si al final pactan, por favor, que no fallen otra vez en la comunicación de las razones que les llevaron a fiarse esta vez de Sánchez.

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