THE OBJECTIVE
Jano García

Cartilla de racionamiento de la masturbación

«Y es que en la deriva de la prohibición en la que moramos lo único que se debería prohibir es la estupidez»

Opinión
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Cartilla de racionamiento de la masturbación

'Pajaporte'

Desde hace unos cuantos años resulta casi imposible distinguir las noticias parodia de la realidad. Y sí, en esta ocasión era verdad: el Gobierno obligará a aquellos que quieran entrar en webs para adultos tener un ‘carnet digital’ de 30 accesos válido durante 30 días.

Porque abortar sin que lo sepan tus padres está bien —empodera, dicen los desalmados— o decidir que ya no eres Juanito, sino que ahora eres Paloma y que tus padres ni se enteren también está fenomenal. Ahora bien, una sesión de onanismo ilimitada, ¡sí hombre, hasta ahí podríamos llegar! Por ello, el Gobierno del progreso y férreo defensor de la libertad ha decidido que si quieres ser un «masturbator» tendrás que pasar por su base de datos antes para dar cuenta de ello.

Entiendo que tendrá que haber un servicio de atención al cliente. Un coitus interruptus virtual debe ser de lo más desagradable y el sistema —como toda tecnología— fallará por pura estadística. Y será ahí cuando a Paco, con las manos en la masa a punto del éxtasis, de pronto le saltará un mensaje automático en su pantalla para advertirle de váyase a saber usted qué. Indignado llamará al teléfono de atención al vicioso para recriminarles que todavía le quedan dos «sesiones» en su cupo y que se debe a un error. Ahí estará Charo con su pelo teñido de rosa —y algún chaleco fosforescente que le entregará el ministerio de turno para que se crea alguien— dispuesta a atender las inquietudes del ciudadano y tener una conversación que rezará más o menos así:

— ¿Pero usted, caballero, cuantas se ha hecho ya este mes?

—  28.

— ¿28? El sistema me indica que ya va por la 31.

— No, no. Bueno, a ver, entré con el carnet de mi hermano, pero porque él tiene novia y no lo usa – replicará Paco.

— Usted está reconociendo un fraude de ley, caballero. Eso no se puede hacer. Porque la ley…

— Si es que estoy más caliente que el cenicero de un bingo, no pueden hacerme esto. ¡Yo no puedo costearme las amigas de Ábalos y el tito Berni! – suplicará desolado.

— Lo siento caballero, no puedo ayudarle. Esto va por dirección IP y usted ya ha sobrepasado las masturbaciones mensuales. A continuación, le dejo con una encuesta para que valore mi atención – concluirá la funcionaria cuya heroica, legendaria y memorable tarea para velar por el bien común consiste en fiscalizar la masturbación ajena.

Al pobre Paco el bajón le dejará aturdido mientras una música de consulta de dentista suena de fondo y una máquina le solicita que valore la atención recibida. En el proceso saltará el típico mensaje propagandístico para aprovechar: «¿Quiere disfrutar de la oferta de vacunación 2×1? Si todavía no se ha vacunado del COVID puede hacerlo ahora en su centro sanitario más cercano. Recibirá un pinchazo de Pfizer y otro de Jansen sin coste adicional». Y a Paco, sudoroso a 40 grados a la sombra en un pueblo perdido de Murcia, no le quedará más remedio que asumir la Constitución que nos dimos como garante de los derechos y libertades fundamentales.

Y es que en la deriva de la prohibición en la que moramos lo único que se debería prohibir es la estupidez. Una lástima que no pueda hacerse, pues por fin tendríamos un buen argumento para creer en la democracia.

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