¿Y el dinero pa' cuándo?
«Preparémonos, porque en los próximos días o semanas se consumará el atraco. Illa será presidente a costa del bolsillo de todos los que no vivimos en Cataluña»
Seguimos a diario los esfuerzos que realizan Salvador Illa y demás compinches de Sánchez por tratar de convencer a los de ERC para que apoyen un Gobierno presidido por aquel en base a que tras la normalización lograda en Cataluña -léase indultos a delincuentes condenados, amnistía a presuntos delincuentes pendientes de juicio, reforma del Código Penal impuesta por unos y otros…- lo que toca ahora es una reedición modernizada de la base parlamentaria sobre la que pivotó el Gobierno nacional socialista que presidieron Maragall primero y Montilla después. Aquel ínclito tripartito cuyo vicepresidente pactó con ETA para que sus asesinatos se produjeran en toda España… menos en Cataluña.
Y vemos también a diario que la respuesta de los republicanotes es monolítica, supeditándolo todo a la percepción de la pasta que exigen. Sin dinero no hay investidura de Illa, lo han dicho y lo repiten con tanta insistencia como sinceridad. Pues no lo duden, Sánchez y los suyos claudicarán de modo que la permuta de votos por dinero la vamos a ver en los próximos días o semanas. Es una transacción más, se dirán a sí mismos los socialistas españoles para autojustificarse, un business como otro cualquiera, como por ejemplo la de sexo por dinero, transacción ésta que según se ha publicado no es desconocida en el entorno familiar del propio Sánchez.
Sin embargo, existe una diferencia notable y relevante entre ambas transacciones. En la de sexo por dinero, que se realiza individualmente, el que quiere lo primero aporta lo segundo de su propio bolsillo, pues es vaciando su monedero como obtiene el favor sexual que anhela. En la otra, la que van a pactar el PSOE y ERC, los votos que obtendrá Illa los vamos a pagar el conjunto de los españoles que no residimos en Cataluña. Eso y no otra cosa es lo que se esconde detrás de la financiación singular, eufemística denominación que están utilizando para referirse al atraco que se disponen a perpetrarnos.
Porque sí, lo que importa a los independentistas catalanes son las cuentas, los cuentos se los dejan para los socialistas. Tú dame el dinero y cuéntaselo a los demás como quieras, eso es lo que vienen a plantear. Cupo a la catalana, Lander catalán, federalismo individualizado, consorcio aparentemente cogobernado, cualquier formato jurídico sirve siempre que las llaves de la caja estén en posesión de la Generalitat. Nadie da una batalla como la que están dando los de ERC para quedarse como está, por lo que, salvo para el que quiera autoengañarse o engañar a los demás, no cabe duda alguna sobre la intención perseguida por el independentismo. No es otra que lograr que Cataluña perciba mañana un volumen superior de recursos al importe neto de los que hoy percibe. Es decir, que con el cambio su contribución al sistema de financiación autonómica común disminuya o desaparezca.
Las dudas jurídicas -incluso de carácter constitucional- que plantean cada una de las opciones que se barajan son indudables. Basta constatar que las únicas financiaciones singulares previstas en la Constitución son las que disponen la Comunidad Autónoma de Navarra y los territorios forales del País Vasco, por lo que mucho han de hilar los tejedores de leyes monclovitas para evitar que la singularidad prometida a Cataluña no contradiga el texto constitucional. Claro que luego el poco cándido Conde Pumpido estará dispuesto a manchar de polvo una vez más su toga a fin de dar carta de constitucionalidad a lo que sea preciso para que Salvador Illa presida la Generalitat.
«Más para Cataluña, menos para el resto. Es tan sencillo que hasta la ministra Montero puede llegar a entenderlo»
En cualquier caso, sea como fuere, es innegable que la pretensión independentista que se les va a conceder constituye un torpedo en la línea de flotación del principio de solidaridad interterritorial. Es así porque en definitiva, con una u otra forma legal, con el relato que mejor o peor inventen los del PSOE, el final será reducir la aportación -incluso suprimirla- que los residentes en Cataluña realizan actualmente a la cobertura financiera de los servicios públicos básicos en Aragón, Extremadura, Murcia, Asturias y el resto de las 12 Comunidades Autónomas perceptoras de recursos para dicho fin. Más para Cataluña, menos para el resto. Es tan sencillo que hasta la ministra Montero puede llegar a entenderlo si se esfuerza un poco, eso sí.
Pero aunque lo entienda, cumplirá la orden de su jefe y seguirá apostando por el trueque votos por dinero. Resulta muy goloso alcanzar una prestación -la investidura de Illa como presidente de Cataluña- cuando la contraprestación han de asumirla otros, los 37 millones de españoles residentes en las otras 14 Comunidades Autónomas de régimen común. Expresado en cifras, cada millón de euros en los que se mejore la financiación anual de Cataluña supondrá un coste por año de 2,70 céntimos de euro para andaluz, castellano-manchego, riojano o gallego por poner cuatro ejemplos. Quiere decirse que si ERC saca 20.000 millones de euros por hacer president a Illa, el coste por persona y año para los españoles que vivimos fuera de Cataluña, excluidos vascos y navarros, sería 540 euros. Poca broma. Si llega a sacar 25.000, el coste se elevaría a 675 euros/año. Menos broma aún.
Y junto al citado coste anual, parece que en la transacción votos por dinero también se incluirá la condonación de 15.000 millones de euros de la deuda que tiene la Generalitat con el Estado. Otro coste colectivo a pagar por todos para que Illa ocupe el despacho que ocupó Jordi Pujol y aunque en los cuentos socialistas se ofrezca la generalización de esa dádiva a todas las comunidades en la proporción correspondiente, como Cataluña es la que más debe, será la que obtenga mayor condonación. Los cuentos no pueden ocultar las cuentas.
Pues preparémonos, porque en los próximos días o semanas se consumará el atraco. Illa será presidente a costa del bolsillo de todos los que no vivimos en Cataluña.