THE OBJECTIVE
Hugo Pérez Ayán

Déjennos en paz

«La sobrepolitización agota. Se ha visto estos días lo que España es y puede ser como nación y como sociedad pese a sus políticos»

Opinión
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Déjennos en paz

Lamine Yamal tras ganar la Eurocopa. | Gtres

Es pleno verano y muchos ciudadanos disfrutan ya de la playa o de la montaña. Otros aún trabajan con ganas de poder descansar pronto. La época estival es, por lo general, un momento de desconexión que este año se ha vuelto aún más disfrutable con una brillante selección española conquistando plazas en la Eurocopa hasta una vibrante final contra Inglaterra que ha levantado los ánimos nacionales. Y mientras tanto, los políticos de todos los colores han seguido dando la turra, encerrados en su burbuja, completamente enfermos de síndrome de la moqueta. Someten a los españoles al infernal castigo de escuchar sus polémicas diarias, tan afanados en seguir siendo los protagonistas de cada telediario. Su trabajo, por supuesto, es hacer política hasta en verano, pero bien podrían aprovechar la época estival para tomarse un descanso de sus jugadas maestras, sus órdagos y su machacona politización de lo cotidiano. 

La izquierda, por ejemplo, se ha pasado toda la competición futbolística europea destacando el hecho de que dos de los mejores jugadores de la selección, los delanteros Nico Williams y Lamine Yamal, tenían la asombrosa característica de ¡no ser blancos! Cada uno de sus goles no era contra el equipo rival, sino contra la ultraderecha racista y fascista que debía rabiar en sus casas. Y sin embargo, mientras gente de toda clase e ideología celebraba sin complejos los goles de los dos jóvenes internacionales españoles, políticos del PSOE, Podemos y Sumar mostraban verdaderos signos de obsesión con la raza al exaltar constantemente la diferencia de tonalidades de piel o ascendencia.

Qué desgracia la suya al descubrir que a nadie le importan tales cosas y que el orgullo nacional lo es por todos y cada uno de los convocados de la Selección. Poco han durado estos nuevos aficionados, que se han alienado en cuanto han visto cantar a Yamal «Gibraltar es español» junto a sus compañeros. 

También el torneo deportivo ha provocado un espectáculo divertidísimo por parte de los nacionalistas vascos y catalanes. Desde políticos hasta activistas digitales han puesto todos sus esfuerzos en intentar explicar a jóvenes y mayores por qué apoyar a La Roja es una forma de opresión nacionalista española. Poco éxito han cosechado para su desgracia. Una masa alegre y enfervorecida vitoreaba y celebraba en una abarrotada Plaça Catalunya y no era por el retorno de la fugada Marta Rovira, que llegó a una desierta plaza en Vic, sino porque España jugaba la final contra Inglaterra. Por su parte, en el País Vasco por desgracia aún se ven gestos de odio e intolerancia hacia algunos de los numerosos jugadores de la selección procedentes de esta región, pero también han sido muchos los aficionados del Athletic y la Real Sociedad que esta vez lucían camisetas rojigualdas. 

«Los partidos de la derecha demuestran su absoluta falta de conexión con una base sociológica que les reclama coordinación»

Tampoco ha podido faltar espectáculo en el lado derecho del tablero a cuenta de la crisis migratoria. Aprovechando la cuestión del reparto de menores extranjeros no acompañados, Vox ha decidido romper sus gobiernos con el PP. Sin entrar en el fondo del asunto, de nuevo los partidos de la derecha española demuestran su absoluta falta de conexión con una base sociológica que les reclama coordinación y unidad de acción. Un ruido absolutamente innecesario que no habrá ocupado más de cinco minutos de reflexión en la inmensa mayoría de los ciudadanos. Mucho se podría decir sobre la deriva de Vox, pero en realidad el análisis fundamental es que han logrado unos minutos de atención y después la gente ha seguido con su vida, por lo que difícilmente habrán conseguido el golpe de efecto deseado. Entre el tacticismo de unos y la desorientación perpetua de los otros la oposición no hace más que seguir desmoralizando a quienes están hartos de este Gobierno sin ofrecerles una alternativa ilusionante. 

Lo más probable es que a estas alturas la mayoría de los ciudadanos no quieran ilusionarse y se conformen con que los políticos patrios dejen de hacer el ridículo en esta campaña permanente en la que parece que está atrapada la política española. La sobrepolitización agota. Se ha visto estos días lo que España es y puede ser como nación y como sociedad pese a sus políticos. Ninguno de ellos está a la altura de una abrumadora mayoría social que solo necesita el liderazgo adecuado para brillar en su máximo esplendor.

Honrosas excepciones hay y habrá en cada partido, personas que sí creen en lo que hacen y trabajan por mejorar este país, pero o son los menos o no son quienes llevan la voz cantante. Por lo tanto, la mejor decisión que pueden tomar los líderes políticos este verano es dejar a la gente en paz un rato y ocupar el tiempo justo y necesario en los informativos.

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