THE OBJECTIVE
Alejandro Molina

Menos regeneración y más resiliencia

«No hace falta que Sánchez regenere nada. Que asuma que como presidente está sometido a la fiscalización de la prensa, de la opinión pública y de los tribunales»

Opinión
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Menos regeneración y más resiliencia

Ilustración de Alejandra Svriz.

Para acogotar a los medios de comunicación que vienen informando sobre los negocios de su mujer, y la -cuando menos- peculiar situación tributaria y funcionarial de su hermano, compareció Pedro Sánchez el pasado miércoles en el Congreso de los Diputados disfrazando el asunto de explicación de los Consejos Europeos del mes pasado. Por supuesto, con la consabida subversión del lenguaje que ya describió Kemplerer, las medidas de intervención de la libertad de prensa con las que amaga han sido bautizadas como «Nuevo Plan de Acción por la Democracia para impulsar la transparencia y la rendición de cuentas».

«Es obligación de los poderes públicos desarrollar lo acordado en Europa», fintó Sánchez; y, para seguir con la milonga del «nos lo impone Europa», añadió que todas las medidas que prevé «derivan del Plan de acción por la Democracia aprobado en la UE». Así, si ya elevó a la categoría de «institución del Estado» a su mujer para, por una supuesta difamación de Milei, justificar la retirada de nuestra embajadora en Argentina, ahora, al traernos al Congreso su plan de regeneración al socaire del «Reglamento Europeo sobre la Libertad de los Medios de Comunicación», eleva Sánchez a su señora a la categoría de institución supranacional comunitaria, o, directamente, de personificación de la naïve innocence de la democracia occidental. Porque básicamente para evitar la injerencia de Putin en los procesos electorales en la Unión Europea es por lo que se promulgó aquel Reglamento.

«El Reglamento UE está pensado para el dinero que Rusia y China invierten para influir en la opinión pública occidental»

Cuando el Reglamento UE apunta a los «medios de comunicación que practican de forma sistemática la desinformación o la manipulación de información», e impone que hagan público «el nombre o los nombres de sus titulares directos o indirectos» que puedan «ejercer influencia» en la toma de decisiones, está pensando en el dinero que principalmente invierten Rusia y China para influir geoestratégicamente en la opinión pública de los países occidentales, no en si La Opinión de Zamora en su edición digital tiene un mecenas que milita en Falange Auténtica que le tiene ojeriza a Begoña.

Tampoco es que eligiera el mejor día Sánchez para envolverse en la bandera europea como coartada de su plan de transparencia. Según desgranaba la salmodia institucional bruselense, se conocía la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión que condena a la Comisión precisamente por falta de transparencia en el proceso de compra de las vacunas contra el Covid. Sólo la innegable tendencia oligárquica de las instituciones comunitarias explica que Von der Leyen haya podido salir reelegida presidenta de una Comisión que, en un injustificado acto de opacidad, ocultó cuestiones tan relevantes como las cláusulas de responsabilidad por los efectos secundarios de las vacunas, su precio o la identidad de los equipos negociadores, lo que pudiera evidenciar posibles conflictos de interés con la industria farmacéutica.

«Si ya existe un Reglamento UE, ¿a cuento de qué tiene el Gobierno español que desarrollar nuevas normas?»

Pero volviendo a la coartada europeísta de Sánchez, si ya existe un Reglamento UE, está publicado en el Diario Oficial e irá entrando en vigor paulatinamente por ser legislación tan directamente aplicable como lo es una ley española, ¿a cuento de qué tiene el Gobierno español que desarrollar nuevas normas?

España es un país con una formidable inflación legislativa. Cuestión distinta es que todas esas normas que emanan de las muchas y superpuestas fuentes legislativas se apliquen y se haga bien. En este tema vamos servidos. Para velar por la veracidad y corrección de la información y mantener incólume el honor de las personas sobre las que se informa, aparte del nuevo Reglamento europeo, ya están los vetustos delitos de injurias y calumnias -con su exceptio veritatis-, la panoplia de desproporcionados delitos de odio, el derecho de rectificación y la protección jurisdiccional del derecho a la intimidad y privacidad frente a cualquier intromisión. 

No hace falta que Sánchez regenere nada. Que asuma con resiliencia, como presidente que es con todos los privilegios que ello conlleva, que está sometido a la fiscalización de la prensa, de la opinión pública y, ay, de los tribunales, y deje que la democracia se desenvuelva sin su regeneración. El día que dé la vuelta la tortilla serán sus adversarios políticos los que usarán sus medidas regeneradoras contra él y sus medios afines, y quienes saldremos perdiendo seremos los ciudadanos.

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