Page y los 'puñitos apretados' del PSOE
«Era un bulo que el Ejecutivo fuera a ceder el 100% de los impuestos a Cataluña, a cambio de lograr investir a Illa. Una golfada de los diarios digitales, hasta ayer»
Pedro Sánchez está desnudo. O casi. Se le han ido cayendo los trajes con los que se disfrazaba según le convenía, para que otra vez más se confirme que el único bañador que se le ciñe al cuerpo es el del poder. Siempre el poder, todo por el poder. De nuevo, cuando se nos muere julio y la gente anda atontada por la calor, Sánchez se ha saltado una línea roja. Otra línea roja. Es una de las frases hechas más estúpidas de los años sanchistas que vivimos. Línea roja para Sánchez es como decir música militar, hamburguesa vegetal o legalidad bolivariana. Un imposible.
Sánchez no se lleva con las líneas prohibitivas porque su concepción del poder se lo impide. Y no va esto de caricaturizar al líder del Ejecutivo como un sátrapa, un aprendiz de dictador o dibujarlo con uno de esos fotomontajes ridículos entre hombres que sí fueron autócratas. Sánchez es un mago de la política, un sublime artista que cede lo que haya que ceder—a veces inventándose cesiones que luego no son— mientras con su pedagogía, y la de sus bien pagados correligionarios de partido y medios, van penetrando entre los españoles ideas que nos parecían imposibles.
España ya no tiene sociedad, solo un comedor gigante de niños con barba que degluten la papilla propagandística con una profesionalidad exquisita. Y Sánchez, gozoso, lo sabe y contempla como esa ventana de Overton es ya hoy una mampara. Alta, grande, limpia. No íbamos a tragar con los indultos, la amnistía, el enjuague del Código Penal, el Parlamento de los pinganillos, pero tragamos. Dicho de un modo basto, tocó mamar. Y ahora, porque el poder monclovita depende de que Salvador Illa alcance la presidencia de la Generalitat, tocará comerse de nuevo lo que viene.
Lo que dijeron que nunca harían, lo van a hacer. Es esa la idea principal que reza en el frontispicio del sanchismo. Si Dante en su Divina Comedia, dejó escrito que sobre la puerta del infierno se leía «Abandonar toda esperanza, quienes aquí entráis», sobre Ferraz, que no es infierno sino sede de partido, ahora bajo Sánchez, se debería descubrir una cartela que rezara «Abandonar toda credibilidad, quienes aquí entráis». Era un bulo que el Ejecutivo fuera a ceder el 100% de los impuestos a Cataluña, a cambio de lograr investir a Illa. Una golfada de los diarios y los tabloides digitales, hasta ayer.
El «concierto económico solidario» es la canción del verano político. Lo vendió Esquerra en rueda de prensa, ante el silencio cómplice del PSC y del Gobierno de España. Cataluña pasa a recaudar, liquidar e inspeccionar el 100% de sus impuestos, o dicho de otro modo, Cataluña se independiza del régimen común. El Gobierno central acaba con la Hacienda única y reforma de una tacada la financiación de las autonomías, pero sin contar con ellas. Esta debe ser la famosa España plural, diversa, donde siempre alcanzan prebendas los mismos. Si hace unos meses el intercambio fue de siete votos por impunidad, ahora llega el «apóyame a Illa y te otorgo el control de la pasta».
«Lo que se viene, espero equivocarme, es ver a diputados y senadores socialistas, sumisos ante el líder, votando lo que se mande»
Es la voladura de lo que debe defender la izquierda en España, es el adiós al principio de solidaridad entre los territorios, es favorecer a los ricos para que sean más ricos. Y es reconocer, cómo lo sabrá María Jesús Montero, la sevillana ministra de Hacienda, que ese PSOE no catalán, o sea, la mayoría del partido tendrá imposible explicar esto en Albacete, Jaén, Lugo, Murcia, Guadalajara, Valencia, Oviedo… Es el castigo a las comunidades que nunca intentaron convertirse en Estado independiente, es el premio a la deslealtad, y especialmente, es que las tierras más pobres de España tengan menos recursos. Suena crudo porque lo es, pero si París bien vale una misa, la presidencia de Salvador Illa bien vale amparar la desigualdad.
Emiliano García-Page, líder del sector puñitos apretados del PSOE, exclamó su estupefacción ante lo que ve intolerable. ¿Y algo más? Sí, presentar un recurso de inconstitucionalidad que suena más de lo que en realidad es. Como ocurre con Lambán, ese cabreo ha generado más cachondeo que compresión, ¿qué están dispuestos a hacer para posicionarse en contra? Lo que se viene, espero equivocarme, es ver a diputados y senadores socialistas, sumisos ante el líder, votando lo que se mande. Y callados, sus señorías socialistas manchegas, asturianas, valencianas, andaluzas, porque su curro está en juego.
Podría ser que este reventón de la Hacienda común despertara, ahora sí que sí, alguna voz que diera paso a una acción de verdadero calado. Cabe la opción de que Sánchez, en su modo más trilero, haya engañado a los de Esquerra y nada de esto acabe siendo real, aunque la trama es creíble porque ya sabemos, y no por este Gobierno, que el Estado está para ser despiezado si es preciso. Sin embargo, lo más normal en los tiempos sanchistas, es que todo siga adelante. Y que la cofradía de los puñitos apretados del PSOE no haga nada, porque antes que el país, está el partido.