THE OBJECTIVE
Jorge Vilches

El 'procés' es cosa de políticos

«España ha salido de Cataluña gracias a Sánchez. Sin modificar la Constitución, el PSOE niega a la nación española su condición de sujeto único de soberanía»

Opinión
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El ‘procés’ es cosa de políticos

Ilustración de Alejandra Svriz.

El sanchismo se empeña en que el procés ha terminado, y alega que las encuestas dicen que los catalanes o los vascos no quieren mayoritariamente la independencia. Pero el procés nunca ha sido una demanda aplastante de la gente, sino de la clase política. La prueba es que Salvador Illa no se presentó a las elecciones de mayo de 2024 prometiendo la soberanía fiscal ni el blindaje del catalán en peligro por el castellano, ni habló de la «España plurinacional, sino «pluricultural». Vean el programa electoral. 

España ha salido de Cataluña gracias a Sánchez. El proceso ha sido una desconstitucionalización de la forma de Estado; es decir, un cambio en la territorialidad sin pasar por la modificación formal de la Constitución. Esta vía sanchista niega a la nación española su condición de sujeto único de soberanía, afirmando que el pueblo que habita España está compuesto de varias naciones soberanas. 

No solo eso. La cesión a las exigencias del independentismo perpetrada por el PSC y el PSOE de Sánchez ha cambiado de facto el concepto de «unidad» (art. 2 CE) por el de «unión», el propio, por ejemplo, de la Unión Europea. Para que se entienda: la Constitución de 1978 partió de la idea de la unidad que reconoce y establece la diversidad. Lo que ha hecho Sánchez es cambiar este precepto por la puerta de atrás por el de unión de partes diversas que reconocen (o no) la unidad. 

A estas alturas no importa que las Cortes que elaboraron la Constitución de 1978 se equivocaran. Eso es pasado, y flagelarnos ahora no arregla nada. Es más; es ingenuo aferrarse a la fuerza jurídica de la Constitución cuando el sanchismo cuenta con el TC de Conde Pumpido y el crecimiento exponencial de autonomía está prescrito en el texto constitucional. 

Es hora de reconocerlo: el autonomismo se concibió con una fórmula circunstancial con fecha de caducidad, y ese momento ha llegado. El procés no ha muerto porque ese proceso está en la Constitución. Nadie trabajó desde 1978 por la unidad, sino que todos, incluido el PP de Aznar, lo hicieron por la diversidad. Trabajar por la diversidad suponía ir poniendo las bases para que la «unión» de sujetos soberanos sustituyera a la «unidad». 

«El PSOE ha optado por la forma tiránica, propia de dictaduras, de cambiar un Estado en beneficio del Gobierno»

Todos los pasos que se dieron y dan ahora para la desaparición del Estado como proyecto común en Cataluña, Navarra y País Vasco no se podrán desandar sin un conflicto gravísimo, aunque gane las elecciones el PP de Feijóo y forme gobierno con el Vox de Abascal. Podríamos hablar aquí de la irresponsabilidad del PSOE a la hora de desconstitucionalizar España sin contar con los partidos mayoritarios o sin unos comicios constituyentes ni una consulta al sujeto soberano, que todavía es la nación española. Ha optado por la forma tiránica, propia de dictaduras, de cambiar un Estado en beneficio del Gobierno. Pero esto ya lo sabemos y no hay manera de deshacerlo. 

Ahora bien, si la soberanía fiscal de Cataluña es aprobada por el TC de Conde Pumpido, como todo hace suponer, la Generalitat ya tendrá su «constitución económica» y estará en marcha la plenitud de su «constitución política». Únicamente quedará el derecho de autodeterminación que, a la postre, por el proceso de cesión de competencias, podría autogenerar el Parlamento de Cataluña y presentarlo a la «unión» al ser reconocida la nación catalana como sujeto pleno de soberanía. 

La pregunta es si vamos a tener un intento de España federal, confederal o qué cosa que sorprenda al mundo. La federal no puede ser y sería una situación transitoria hacia la independencia. Sería engañarnos al solitario. Es imposible porque es una fórmula para unir lo separado, no para separar lo unido. Me remito a la Unión Europea. Este paso necesita reconocer la existencia de sujetos soberanos constituyentes en un plano de igualdad, además de la negación de la nación española. Aviso: el concepto de nación de naciones es de cándidos. 

«El discurso sanchista de la ‘democracia federal’ es un fraude. El PSOE sabe que esa unión de iguales no es querida por sus socios»

Con esta premisa hay dos vías. Si este país fuera normal la federación se haría a través de una asamblea constituyente que decidiera cuántas naciones o sujetos de soberanía hay para luego buscar la unión. Pero no es la circunstancia, ya que vivimos un proceso deconstituyente diseñado por los separatistas con el apoyo del PSOE. Más claro: si nuestra vía está pensada por quienes niegan la unidad y desprecian la unión, no habrá nunca federación. 

Esto significa que el discurso sanchista de la «democracia federal» es un fraude. El PSOE sabe que esa unión de iguales no es querida por sus socios. De hecho, los socialistas no tienen proyecto federal, sino una ocurrencia para justificar el pacto con los rupturistas. Por ejemplo, ¿cambiarían la circunscripción provincial por la federal? ¿Qué papel tendría el Senado? ¿Cómo se elegiría el Gobierno de la federación? La respuesta ya la sabemos: hay que verlo y negociarlo. Bah. No tienen ni idea. 

¿Y la confederación? Volvemos al mismo punto que con la federación: negación de lo existente, proceso deconstituyente, y deslealtad continua, incluida la del partido socialista, que no ha dudado en acelerar la ruptura en beneficio de una persona. Llegados a este punto de cansancio cabe preguntarse si todo esto merece la pena. Quizá este ciclo constitucional o político ha llegado a su fin y Salvador Illa sea una muestra.

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