Puigdemont, monaguillo de Sánchez
«Con la investidura de Illa y el ridículo show de Puigdemont el PSOE ha dado un paso más hacia la destrucción del régimen del 78 y hacia la ruptura de España»
La semana pasada hasta toda la prensa internacional se ha hecho eco del show que ha montado en Barcelona Carles Puigdemont. Tal y como nos lo han contado parecía que el prófugo de la Justicia española había sido capaz de burlar, a base de arrojo y valentía, a todos los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, que tenían orden de detenerle por haber cometido delitos que ni siquiera la ley de amnistía, redactada ad hoc, podía perdonarle.
Incluso él, de vuelta a su mansión de Waterloo, se mostraba orgulloso de lo que había hecho, como si de una hazaña propia de un aventurero heroico se tratara. Un aventurero heroico que ya demostró su valor huyendo de España y dejando a sus compañeros en el golpe de Estado que fueran a la cárcel.
Al ir conociendo detalles de cómo ha sido en realidad la operación de trasladar a Puigdemont desde su refugio belga a Barcelona, llevarle al lugar donde dio una especie de minimitin ante una muy escasa multitud, sacarle de allí disfrazado, montarle en un coche fantasma y devolverle al lugar donde Napoleón fue definitivamente derrotado, muchos comentaristas y políticos han levantado la voz para exigir la dimisión de los responsables de esas Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que han demostrado una espectacular ineptitud, empezando por la del Ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska. Que, si creyera en el Estado de derecho, él, que es Juez de carrera, tendría que haber dimitido como hizo Antonio Asunción cuando se le escapó Luis Roldán.
¿Pero alguien cree que nuestros policías y agentes de seguridad no sabían de sobra cómo iban a ser los movimientos del prófugo? ¿Alguien tiene alguna duda de que esos policías y agentes habían recibido órdenes de la superioridad para estarse quietos y, así, no entorpecer las maniobras de ese jefe supremo del Estado en que se ha convertido Pedro Sánchez?
Para saber lo que hoy pasa en España y para entenderlo sólo hay un camino: analizar si favorece o no a Sánchez y su proyecto, que aún no conocemos en detalle, pero que, sin duda, lleva consigo la destrucción total del régimen que los españoles nos dimos con la Constitución de la concordia y la reconciliación en 1978.
«Resulta evidente que al autócrata de La Moncloa no le convenía de ninguna manera que el golpista de Waterloo fuera detenido»
Si aplicamos este criterio a lo que hizo Puigdemont la semana pasada, resulta evidente que al autócrata de La Moncloa no le convenía de ninguna manera que el golpista de Waterloo fuera detenido y puesto a disposición del Tribunal Supremo, que es uno de los poquísimos contrapoderes que todavía no se ha llevado por delante nuestro autócrata.
Si no le interesaba a Sánchez, ya está claro que no iba a ser detenido, de ninguna de las maneras, ¡faltaría más! Por eso Marlaska, fiel y obediente a su señor, no ha tenido un fallo, como los observadores ingenuos quieren adjudicarle. Al revés, ha hecho que todas las fuerzas a sus órdenes actuaran como le convenía al jefe. Y la operación para Sánchez ha sido un éxito porque lo que quería es que nuestras Fuerzas y Cuerpos de Seguridad se estuvieran quietos. De manera que no dudo que el ministro haya sido felicitado efusivamente por su jefe supremo.
Entonces, Puigdemont, ¿qué ha pintado en esta representación teatral? Él cree que, con su fugaz aparición, eso sí, consentida por el conducator, ha llevado a cabo un acto casi épico en defensa del que parece su objetivo último, la independencia de Cataluña y la destrucción de España, Sin embargo, si aplicara al análisis de la situación el mismo criterio que aquí estamos aplicando, es decir, pensar si al «puto amo» (Óscar Puente dixit) le conviene o no lo que él ha hecho, se daría cuenta de que, en el fondo, ha actuado como un monaguillo de Sánchez.
¿Por qué? En primer lugar, porque parece claro que todo lo que sea promover a Junts va en contra de ERC. ERC es hoy el aliado más fiel del sanchismo, hasta el punto de que ha sido la clave para hacer a Illa presidente de la Generalidad. Pero ya sabemos, y el que no lo sepa ya es hora de que lo vaya aprendiendo, que una de las estrategias fundamentales del marido de Begoña Gómez es la de fagocitar a los partidos que le conducen al poder. Y si no, que se lo pregunten a Pablo Iglesias y su Podemos o a Yolanda Díaz y su Sumar.
«ERC decaerá porque el PSOE, que ya sólo es un instrumento para que juegue Sánchez, se hará más independentista que los de Rufián»
La manera de comerse a sus aliados tampoco es muy complicada, consiste en hacer suyos los objetivos y las tácticas que tienen esos aliados. De ahí que hoy el líder más podemita de España es el hermano de su hermano.
Por eso, que no le quepa a nadie la menor duda de que ERC seguirá decayendo porque el PSOE, que ya sólo es un instrumento para que juegue Sánchez, se hará independentista, más, incluso, que los de Rufián.
Así que, de la investidura de Illa y del ridículo show de Puigdemont tenemos que sacar dos enseñanzas. Que el PSOE ha dado un paso más hacia la destrucción del régimen del 78 y hacia la ruptura de España. Y que el prófugo waterlloniano no es sino un monaguillo, otro, de Sánchez.