THE OBJECTIVE
Juan E. Iranzo

Población y desarrollo

«Una población envejecida, reduce seriamente el potencial de crecimiento futuro del conjunto de la sociedad»

Opinión
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Población y desarrollo

Ilustración de la natalidad en España. | Alejandra Svriz

El óptimo de población para una región área geográfica o país, es la población adecuada que permita un desarrollo sostenible, que favorezca el crecimiento económico, garantice la cohesión social y preserve el medio ambiente. Para conseguir un equilibrio entre estos tres objetivos de sostenibilidad, es necesario evitar tanto la superpoblación como la subpoblación.

Desde el punto de vista tanto teórico, como empírico, se pone de manifiesto la relación existente entre población y crecimiento; si bien no está claro el orden de los factores. La teoría Maltusiana pone de manifiesto que la población crece en épocas de expansión económica. La realidad ha refutado esta teoría, sobre todo con la evolución de la población en África.

La teoría neoclásica incide en la necesidad de mano de obra disponible y cualificada para poder incrementar la productividad, y el crecimiento. Se necesita una dotación adecuada, tanto de mano de obra como de capital y tecnología. En las dos últimas décadas se ha constatado una moderación de la productividad, que, en gran medida, se explica, por el creciente envejecimiento de la población. El concepto de óptimo de población afecta tanto a la teoría económica como a la acción política. Teóricamente se calcula en función de la oferta de recursos disponibles y el desarrollo tecnológico. Se trata también de optimizar la producción para que mejore la renta y el bienestar del conjunto de la sociedad.

Estos objetivos no solo requieren de un número adecuado de personas, sino también están afectados por de la edad de estas. Una población envejecida, reduce seriamente el potencial de crecimiento futuro del conjunto de la sociedad. La evolución del número de habitantes está determinada por los nacimientos y defunciones en el área económica determinada o país. Los movimientos migratorios, tanto interiores dentro de los países como internacionales, están afectando de manera cada vez más significativa.

Una escasez de población en edad de trabajar reduce la disponibilidad para el mercado de trabajo y por tanto la capacidad para incrementar la producción. La escasez de población también reduce el potencial de demanda, por lo que se limita el crecimiento. Una de las causas por la que España perdió el tren de La Revolución Industrial en el Siglo XIX, fue la escasez de población que limitaba la creación de un mercado interior, que permitiese ciertas economías de escala, y limitase la disponibilidad de mano de obra. 

En las últimas décadas, la mejora de las condiciones higiénicas, de la dieta alimenticia y el aumento de los recursos sanitarios, sobre todo farmacológicos; ha provocado un importante aumento de la esperanza de vida, que se sitúa en los 73 años de media mundial. La mayor esperanza de vida son los 85 años de Japón seguido de España con 84 años.

La población mundial, fruto de estas mejoras, sigue creciendo, situándose actualmente por encima de los 8.000 millones de habitantes. Dicho crecimiento no es uniforme en las distintas zonas geográficas. En los países desarrollados, la población está estancada o en contracción. La expansión se está produciendo sobre todo en África y en Asía, si bien el pasado año, la población de China se redujo en 800.000 personas, por vez primera en más de 40 años. Esta distinta evolución se debe sobre todo a las importantes diferencias respecto a la tasa de natalidad, que se ha reducido en las últimas décadas en la mayor parte de los países.

La distribución de la población mundial es muy asimétrica. China tiene una población de 1.411 millones de personas, e India 1.382 millones de habitantes; es decir en estos países reside el 34,9% de la población mundial. El tercer país más poblado del mundo, pero con gran diferencia, es EE.UU., con una población de 335 millones de ciudadanos, seguido de Indonesia con 277,6 millones de personas. Las proyecciones de población hasta el año 2050, ponen de manifiesto que tan solo África, aportará crecimiento neto de población. En gran medida, el equilibrio poblacional, entre unos países y otros, se está produciendo a través de las migraciones internacionales, motivadas por razones económicas.

«La inmigración es imprescindible para los países más ricos, pero las personas deben entrar legalmente, y a poder ser con contrato de trabajo»

El fuerte diferencial de rentas entre unas áreas económicas y otras están provocando un gran incremento de las corrientes migratorias. Si no se realiza de una manera ordenada, estas migraciones penalizan al país receptor, como se está produciendo actualmente en España con la inmigración ilegal pero también lastra al país emisor. De los países en desarrollo salen las personas con más iniciativa y formación, lo que provoca un efecto perverso de redistribución de renta del país menos desarrollado al que tiene mayor nivel de vida. 

La inmigración es imprescindible para los países más ricos, pero las personas deben entrar legalmente, y a poder ser con contrato de trabajo. Sin embargo, actualmente resulta muy difícil para las empresas españolas traer trabajadores extracomunitarios en estas condiciones. La población española ha pasado de 10,3 millones, según el primer censo de población de Floridablanca en 1778, a los 48,5 millones al comenzar el año 2024, según el INE. Este crecimiento ha estado determinado por las migraciones interiores e internacionales. 

Las migraciones interiores, iniciadas en los años 60 del siglo pasado, para dotar de mano de obra al desarrollo industrial y a la construcción, provocaron una concentración de población   en zonas muy concretas de la península, sobre todo en la costa y en Madrid. El 70% de la población española vive en estas zonas, lo que ha generado un proceso preocupante de despoblamiento del centro de la península. Asimismo, durante aquellos años, unos 2 millones de españoles emigraron a Centroeuropa, sobre todo a Alemania, lo que permitió obtener una importante fuente de divisas.

El desarrollo económico de los años 60 trajo consigo un incremento enorme de la natalidad, produciéndose el proceso denominado «baby boom». Sin embargo, la tasa de natalidad y de fertilidad se ha reducido espectacularmente desde los años ochenta.  El envejecimiento de la población española, consecuencia de esta caída de la natalidad y del aumento de la esperanza de vida, es otra de las características de nuestro país. En el año 1972 tan solo el 9,9% de los residentes en nuestro país tenían más de 64 años, cifra que se ha duplicado al 20,2% en la actualidad.

«El 60% de los costes médicos de toda una vida se producen durante los dos últimos años de esta. La edad de jubilación debería retrasarse a los 70 años»

Nuestra actual pirámide de población pone de manifiesto graves problemas de sostenibilidad, por tener una base muy estrecha y una cúspide muy amplia. Se trata de una matriz invertida; con poca población joven y mucha población de mayor edad. Esto genera especiales problemas para el potencial de crecimiento económico futuro, y sobre todo pone en duda la sostenibilidad financiera del Sistema Nacional de Sanidad y del Sistema Público de Pensiones. 

En España, actualmente la edad de jubilación se ha situado en 66 años y 6 meses, que, comparada con los 84 años de esperanza de vida, provoca un aumento de los costes sanitarios y la insostenibilidad del Sistema Público de Pensiones. Además, de media el 60% de los costes médicos, de toda una vida, se producen durante los dos últimos años de esta. La edad de jubilación debería retrasarse al menos a los 70 años

A lo largo del SXXI, nuestro desarrollo económico, la necesidad de mano de obra y la pertenencia a la Unión Europea nos ha convertido en un país de recepción de inmigrantes procedentes fundamentalmente de Hispanoamérica, Marruecos y Europa del Este. En los últimos años el incremento de la población residente en España se debe fundamentalmente a este proceso, un fenómeno novedoso en nuestra historia.

Las políticas antinatalistas, y la evolución social y cultural hacia las familias con menos hijos provocan graves problemas sociales y económicos a largo plazo. Todos los países desarrollados estamos ya sufriendo esta situación.

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