THE OBJECTIVE
Joseba Louzao

Natán en un Comité Federal

«Quizá detrás de los tímidos comportamientos de algunos barones regionales socialistas también se encuentre el interés por mantener el poder»

Opinión
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Natán en un Comité Federal

El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page. | Ilustración: Alejandra Svriz

En El salvoconducto (1931), el disidente soviético Borís Pasternak escribió que la Biblia era el cuaderno de la Humanidad. Lo cierto es que no le sobra nada a esta genial definición. En esas páginas ya lejanas aún encontramos muchas historias que se pueden conjugar en presente, pese a que estas narraciones se están olvidando en el proceso de secularización. George Steiner, otro de los sabios que nos legó el siglo pasado, también subrayó la extraña paradoja de que el Antiguo Testamento fuera «tan remoto como las estrellas» y, a la vez, «tan prosaico, tan local como un informe cartográfico». Cuento esto porque este sábado, mientras se celebraba el Comité Federal del Partido Socialista Obrero Español, recordaba una de esas pequeñas narraciones bíblicas que encierran enseñanzas sobre lo humano. Era la del profeta Natán y su censura al rey David

La historia de David es la de un joven pastor que confía en su Dios y se convierte en el único de entre los suyos que se atreve a hacer frente a un gigante filisteo, el popular Goliat, que parecía una bestia invencible. La lucha es desigual en todos los sentidos, pero David consigue la victoria. Su fama atraviesa las fronteras con cantos que le encumbran como un hombre sin igual. El rey Saúl tiene celos de David y le intentará quitar de en medio. Al final de esta lucha temeraria, David será elegido monarca de Israel. Pero David no tardará en caer en las mismas marañas del poder. Quien ha sido encumbrado como el mejor rey posible, se pierde en los abismos del abuso. Tal es su comportamiento que se acostará con una bella mujer casada, Betsabé, a la que obliga a entrar en su alcoba al mismo tiempo que su marido está guerreando por su monarca. La embaraza y cree que no hay otra salida que dejar a aquel esposo en primera línea de la batalla y sin protección. La muerte – que también se lleva a otros de sus militares por delante- le deja vía libre para hacer y deshacer a su antojo. Todo como consecuencia de su interés y de sus ilimitadas ansias de poder

Lo que David no esperaba es que un profeta llamado Natán se fuera a acercar a la corte para contarle una pequeña parábola: «En la ciudad había dos hombres, uno rico y otro pobre. El rico tenía ovejas y vacas en gran cantidad. El pobre no tenía nada, sólo una corderilla que había comprado. Él la había criado y había crecido con él y con sus hijos; comía de su pan, bebía de su vaso y dormía en su seno. La tenía como una hija. Llegó un huésped a casa del rico, y éste no quiso tomar de sus ovejas ni de sus bueyes para dar de comer al huésped. Robó la corderilla del hombre pobre y se la sirvió a su huésped». Por supuesto, David se encolerizó ante semejante historia. ¿Cómo era capaz este hombre de grandes riquezas a comportarse de tal forma? Merecía, según el rey, la pena de muerte. Natán le había tendido una trampa. Ni corto ni perezoso, le respondió con un lacónico: «Tú eres ese hombre».

«De poco valen las denuncias con la boca pequeña de algunos barones regionales en estos últimos meses si no vienen acompañadas con hechos concretos que confronten realmente con las pretensiones de su líder»

Nos engañamos en demasiadas ocasiones, pero quizá necesitamos que emerja una figura similar dentro del socialismo patrio para poner a Pedro Sánchez ante el espejo con un discurso que sea un calco actual de aquel «tú eres ese hombre». Al poder siempre le irrita la crítica, sobre todo, cuando la sabe verdadera. De poco valen las denuncias con la boca pequeña de algunos barones regionales en estos últimos meses si no vienen acompañadas con hechos concretos que confronten realmente con las pretensiones de su – por ahora incuestionable- líder. Quizá detrás de estos tímidos comportamientos también se encuentre el interés por mantener el poder. En el fondo, las dinámicas de la política realmente existente tratan de buscar la conservación propia por encima de todo, incluso del bien común. O eso parece que revela el manual de supervivencia de estos jugadores.

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