La mano sobre el hombro de Escrivá
«Establecer una guía para los futuros nombramientos de gobernador del Banco de España es sencillo. No hay más que incluir prácticas básicas que se aplican en otros países»
Pedro Sánchez y Carlos Cuerpo han defendido el nombramiento de Escrivá como gobernador del Banco de España diciendo que «tiene una amplia y acreditada experiencia» y es «uno de los mejores economistas que tiene el país». No tendría que ser necesario explicarles a un presidente y ministro de Economía que la experiencia técnica en este tipo de cargos se presume, ¡solo faltaba que hubiesen nombrado a un zoquete! Para poder ser gobernador no hace falta solo saber mucho de economía, hace falta ser independiente.
La independencia de los Bancos Centrales no es algo decorativo. Desde hace ya más de treinta años los países han ido apostando por ella para que las decisiones monetarias no estén condicionadas por influencias electorales y partidistas. En los países de la Unión Europea, la obligación de independencia está incluida en el propio Tratado. Algunos periodistas cercanos al Gobierno están defendiendo que la necesidad de independencia es solo con respecto a los bancos y no con respecto al poder político. Convendría que se leyesen el Artículo 7 del Protocolo del Tratado de Maastricht sobre el Estatuto del Sistema Europeo de Bancos Centrales y del Banco Central Europeo que exige con claridad meridiana la independencia de los gobernadores de los bancos centrales nacionales en relación con sus respectivos gobiernos.
Aunque sea difícil garantizar la independencia al cien por cien, los países utilizan todo un menú de mecanismos básicos para aumentarla: en algunos se hace un procedimiento con varios candidatos (algún país hasta ha publicado el anuncio en The Economist), si el candidato es Ministro se utiliza un período de enfriamiento (como se hace en Italia), se activan protocolos de conflicto de interés (como ocurrió en Francia cuando se nombró Gobernador a un candidato del sector bancario), se involucran a varias instancias en el nombramiento (por ejemplo pidiendo que al Gobernador lo elija Consejo del propio Banco, como se hace en Estados Unidos), se somete al candidato a la aprobación de una o incluso las dos Cámaras parlamentarias (como se hace en Japón) o al escrutinio parlamentario abierto con los llamados hearings (como se hace en Estados Unidos y en el Reino Unido).
«El Tratado de Maastricht exige con claridad meridiana la independencia de los gobernadores de los bancos centrales nacionales en relación con sus respectivos gobiernos»
Los países han ido reforzando esas garantías básicas con el tiempo. Por ejemplo, cuando se supo que el anterior primer ministro de Portugal había estado en discusiones con el gobernador del Banco Central de Portugal para que este le sustituyera, se cuestionó la independencia del gobernador y se le sometió a una auditoria ética. Cuando hubo un solo candidato a gobernador del Banco de Inglaterra, ese propio candidato (el canadiense Mark Carney) se sometió a instancia propia (voy a repetir esto a ver si hay suerte y lo lee Escrivá: ¡a instancia propia!) a un hearing parlamentario. Ese hearing se ha convertido después en un requisito habitual y se examina específicamente la capacidad del candidato para contestar las decisiones del Gobierno.
Huelga decir que ninguno de esos mecanismos básicos se ha utilizado en España: aquí Sánchez ha posado su poderosa mano sobre el hombro de Escrivá, Cuerpo (que no Escrivá) ha comparecido en la Comisión de Economía del Congreso «para informar», Sánchez ha hecho un breve comunicado televisado desde la escalinata de la Moncloa y asunto cerrado. Se rumorea que el Presidente le prometió a Escrivá el puesto hace ya muchos meses. ¡Qué ocasión tan desperdiciada para haberse apartado del ministerio y haber cumplido al menos con un período de enfriamiento!
El que el gobernador pase en caliente de un ministerio al Banco no es lo único que puede poner en riesgo la independencia. Aunque el asunto es de menor calado, el PP anunció en mayo, por ejemplo, que el hasta entonces director del Gabinete del Gobernador, Pablo Hernández de Cos, iba a ir en las listas del PP al Parlamento Europeo. No se dieron explicaciones sobre cuándo habían empezado esos contactos con el PP y si el director del Gabinete lo comunicó o no de inmediato para que se tomaran medidas y se le apartara de los asuntos pertinentes o del cargo. Feijóo ha dicho de Escrivá que ‘no se puede ser Ministro por la mañana y Gobernador por la tarde’. Tampoco se debería poder ser Gobernador por la mañana y ministro por la tarde. Ahí lo dejo.
El desprecio por parte de los partidos políticos hacia los mecanismos de garantía básicos del Estado de derecho tiene como consecuencia el desapego creciente hacia el sistema democrático. Se está llegando a tal punto que hasta la rancia e inadecuada práctica que se había seguido hasta ahora de solventar los nombramientos de los organismos independientes a través de acuerdos a puerta cerrada entre el PSOE y el PP nos parece una quimera. ¡Cómo no va a cundir el desánimo si hasta los tradicionales chanchullos del bipartidismo se ven ahora con nostalgia!
Pero en vez de caer en el desánimo, hay que utilizar estos baches democráticos para intentar salir de ellos reforzando nuestro sistema. Ello implica dejarnos de quejas generales y poner presión a los políticos (a todos, los del Gobierno y los de la oposición) para que se pronuncien sobre mecanismos de garantía concretos.
En el Código Ético de Gobierno de España Mejor y Hay Derecho figura el compromiso de que los nombramientos de organismos independientes se hagan por procedimientos abiertos. Desarrollar ese principio y establecer una guía para los futuros nombramientos de gobernador del Banco de España es sencillísimo. No hay más que incluir prácticas básicas que se aplican en otros países: múltiples candidatos, comparecencia y escrutinio parlamentario amplio y abierto de los mismos, y un periodo razonable de enfriamiento en el caso de que el candidato sea un político en activo. Añadiendo garantías sencillas: un sistema de conflictos de interés estricto y un sistema de alerta aplicable al Gobernador y al resto del personal que tengan contactos con partidos políticos para su posible integración en listas electorales o en nombramientos políticos.
Mejorar el sistema político español y ponerlo al nivel internacional es algo que depende de todos. Cuantos más seamos los que empujamos en la dirección de reformas concretas, antes lo lograremos.