THE OBJECTIVE
Antonio Elorza

La estrategia de la araña

«La clave del buen funcionamiento del sistema reside en una permanente, pero también ágil, labor de intoxicación de la opinión pública»

Opinión
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La estrategia de la araña

Ilustración de Alejandra Svriz.

Contaban algunos presos en los campos de concentración de la Guerra Civil que los mejores guardianes eran los italianos. Así que cuando les tocaban italianos, lo celebraban. Recordé la anécdota al leer los elogios generalizados, opositores incluidos, que suscitaron el nombramiento de la jueza Isabel Perelló, no siendo favorita de Sánchez, y sus rotundas declaraciones sobre la independencia judicial. Pruebas de independencia las había dado, rechazando el impresentable recurso electoral socialista, pero también muestras en sentido contrario, por la absolución de Griñán, y sobre todo votando con el bloque progresista del nuevo CGPJ contra un juez de indiscutible prestigio, propuesto por la otra mitad. Siguió un criterio de discriminación feminista que carece de base legal alguna. Mal comienzo para una mujer de leyes, porque nos estamos jugando el orden constitucional, no superar el sexismo de fachada. Y es próxima a Margarita Robles, firme y sectaria. Doy fe.

En suma, no cabe lamentar el nombramiento, pero tampoco celebrarlo, como hacían los presos a quienes les tocaba un benévolo vigilante, al no haber caído sobre nosotros todo el peso del poder de Pedro Sánchez. Somos ya rehenes de un insuperable fatalismo, cuando a la vista del seguidismo practicado recientemente por los Jueces para la Democracia —hacia quienes en principio van todas mis simpatías—, cabe temer que lo que Isabel Perelló no haga por obediencia descartada a Bolaños, decida realizarlo por «progresismo» o «feminismo». Y son los nombramientos de los jueces, lo más inmediato que está en juego, siendo razonable pensar que con todas las reservas Pedro Sánchez ha avanzado con un peón más hacia el control absoluto del poder judicial.

Un teórico de la revolución no violenta y de la lucha antidictatorial, Gene Sharp, advirtió sobre la necesidad de mantener a toda costa los bastiones institucionales que pueden frenar la plena conquista del poder por el dictador. El CGPJ era uno de ellos, de capital importancia.

Ahora Sánchez tiene también en su mano el Banco de España, mientras anuncia la celebración anticipada de un Congreso del PSOE donde va a imponer una uniformidad de palabra y acción más propia de la tradición soviética que de la occidental. Un adelanto vinculado a la necesidad de acallar cualquier oposición al pacto con ERC y a la consiguiente concesión de «soberanía financiera» (Concierto económico incluido), disfrazada antes de «singularidad» y luego de «profundización en el federalismo» (María Jesús Montero) o de simple cambio de método (Pedro Sánchez). Y como epílogo, el intento de romper el frente anti-pacto de las Comunidades del Partido Popular mediante encuentros bilaterales en Presidencia, con el señuelo de las ofertas individuales y la coartada de que se trata de un nuevo sistema de más pan para todos, pagado por la generosidad del Estado. Una gota de gansterismo político, muy propio de Sánchez, con la oferta de un soborno a quien traicione la cohesión del PP. En resumen, todo un despliegue del modo de hacer política de Pedro Sánchez, cocinado según las recetas de su ejército de asesores.

Es lo que bien puede llamarse la estrategia de la araña, donde el artrópodo va ampliando su tela y va al tiempo aumentando la captura de otros insectos atraídos por el engaño. Si resulta adecuado calificar de dictadura a un gobierno personal como el de Pedro Sánchez por ejercer un decisionismo sobreimpuesto a la separación de poderes, conviene destacar la actualización de su forma de puesta en práctica. No es solo una estructura inmóvil que se impone y opone a la actuación legítima de otros agentes políticos, sino un mecanismo, dirigido personalmente por un Líder indiscutible, que se mueve de continuo para controlar cualquier iniciativa opositora, ir aplastando uno a uno los movimientos del Partido Popular. Al mismo tiempo que respalda tal actitud mediante un ejercicio constante de manipulación y propaganda. Cabe atribuir al desaparecido asesor Miguel Barroso el precepto de la iniciativa permanente, con inspiración en su bien estudiado Fidel Castro. El aplastamiento de la oposición democrática es de marchamo chavista. Nuestra araña se mueve y ataca.

«En principio, la intoxicación sistemática de un gobierno es signo solo de modos dictatoriales»

La clave del buen funcionamiento del sistema reside en una permanente, pero también ágil, labor de intoxicación de la opinión pública, y sobre todo evitando facilitar datos que supongan una verdadera información. En El País el «acord» PSC-ERC, bautizado como preacuerdo, se incluyó en link y en catalán, y todavía sigue García-Page reclamando su publicación para que los socialistas se enteren. Pero antes le da a Pedro Sánchez un ataque de ictericia que informar con veracidad. Con la ley de Amnistía fue utilizado el disfraz de los buenos propósitos, ahora son el Engaño y la Mentira, con mayúscula, con la marcha atrás de María Jesús Montero como muestra, los que justifican la ofensiva para hacer tragar el pacto con ERC. Y en principio, la intoxicación sistemática de un gobierno es signo solo de modos dictatoriales.

Llegados a este punto, resulta asombroso el silencio mayoritario de mis colegas politólogos y constitucionalistas ante lo que está ocurriendo, como antes fue asombroso el silencio de historiadores del arte y artistas españoles —no de otros países— ante la bárbara ocultación de los mosaicos de Santa Sofía y otras basílicas bizantinas por Erdogan (el socio de ZP en la Alianza de Civilizaciones, de la cual sigue cobrando Moratinos). Tal vez me equivoco y estamos, en cambio, ante una brillante renovación de la democracia, y no de su vaciado en «democracia (solo) electoral». Sería buena ocasión para aplastar mi crítica, así como Sánchez aplasta al PP, con el cual por lo demás nada tengo que ver.

«El anterior Congreso ratificó la imagen de un partido de militantes orgullosos por llevar a hombros a su líder. Ahora este va a convertirles en un bloque monolítico»

Todavía le quedaban a Sánchez por ajustar cuentas con las escasas voces disidentes del PSOE —García-Page, Lambán— y el presumible malestar en la militancia de las Comunidades afectadas por el pacto con ERC. La solución ha consistido en la anticipación del XLI Congreso del Partido, que con toda seguridad no será la ocasión de un debate abierto, sino de una ratificación unánime de la política catalana de Pedro Sánchez, con daño colateral de borrar toda disidencia y eliminar a sus cabezas. A García-Page le segarán por completo la hierba bajo sus pies de presidente de Castilla-La Mancha. Es ya un anti-partido, aun cuando todavía sirve de prueba de pluralismo.

El anterior Congreso ratificó la imagen de un partido de militantes orgullosos por llevar a hombros a su líder. Ahora este va a convertirles en un bloque monolítico. A una dictadura corresponde para su buena salud un partido de cuño totalitario. ¿Aceptación solo por disciplina? Hay que contar con el grado de movilización logrado por la propaganda interna frente a la «derecha reaccionaria», y también con los beneficios materiales. Sánchez es generoso hacia sus gentes, como puede comprobarse por el nombramiento de cargos altos e intermedios, con el carnet o la lealtad al cuello. Ahora el que se mueve, no solo deja de estar, sino que la paga. Otra cosa es lo que va a quedar de la socialdemocracia en España, como de la propia democracia, si el PSOE responde en su Congreso a la exigencia de su caudillo.

Este último aspecto: la preferencia absoluta para sus fieles en nombramientos y distinciones, va a parar de modo inevitable al nepotismo, y de aquí a la corrupción. El caso Koldo y las indagaciones que afectan al entorno de Sánchez, son sus signos inequívocos. Cobra forma así el círculo del régimen político de uso personal que Pedro Sánchez sueña y cuyos cimientos va poniendo con afán y rigor. Lejos de la entrañable balanguera de María del Mar Bonet, la araña de nuestro presidente está siempre ávida de poder.

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