THE OBJECTIVE
José Carlos Rodríguez

Pedro Sánchez, Goebbels y Marshall McLuhan

«El presidente sitúa a los medios de comunicación críticos como contendientes en una lucha por la democracia de la que él es el único representante»

Opinión
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Pedro Sánchez, Goebbels y Marshall McLuhan

Ilustración de Alejandra Svriz.

Tengo una noticia que darle. España supera al resto de naciones europeas en el índice de miseria. Por si no lo conoce, le adelanto que es un indicador propuesto por Arthur Melvin Okun, y consiste en la suma de las tasas de paro e inflación. Es una forma de apreciar el desempeño económico de una economía.

A cierre de 2023, España sumaba 15,2 puntos, por una media europea de 9,5. Todos los demás países europeos quedan por debajo de nosotros. La situación relativa de España no ha cambiado recientemente: con los datos de julio, seguimos siendo los primeros (con 14.4 puntos, muy por encima de la media europea de 8,8). Si se hace la cuenta desde 2019 aquí (y el Instituto Juan de Mariana la ha hecho), seguimos siendo los números uno. Sí, tenemos mucha inflación, pero sobre todo seguimos teniendo más paro que cualquier otro país europeo.

Esta noticia nos recuerda, sobre todo, que nuestro país sigue fracasando en materia de empleo, y que Pedro Sánchez, que lleva en la Moncloa desde hace seis años, podría haber hecho algo por mejorar la situación de tantos españoles en paro. En fin, que no es una noticia simpática para el Gobierno. Con todo, creo que los nuevos mandarines, quienes estarán controlando la prensa, la iban a dejar pasar. 

Como el alud a la acumulación de nieve, como el terremoto a la energía contenida entre placas tectónicas, la censura llega a España como consecuencia ineludible de tener un Gobierno sumido en la corrupción desde su misma cúspide. Pedro Sánchez siempre ha visto a la prensa crítica con ojos de Trump. Pero sólo se ha convertido en Nicolás Maduro desde que unos pocos periódicos, y THE OBJECTIVE de forma destacada, han empezado a mostrar los presuntos actos de tráfico de influencias, malversación de fondos públicos, o nepotismo protagonizados por su círculo más íntimo. 

Entonces empezó a hablar, desde el órgano oficial del sanchismo, que es el diario El País, de la «máquina del fango». Poco antes, sus socios habían introducido en la nube de palabras del debate político el término lawfare. Pedro Sánchez ha situado a jueces y periodistas, a periodistas y jueces, el centro de su diana. 

«El Gobierno que más ha hecho por socavar la democracia aprueba medidas de regeneración cuyo objeto es señalar a la prensa»

Es común acordarse de George Orwell en un momento así. Este miércoles Juan Luis Cebrián, en la presentación de Álvaro Nieto durante el desayuno del Foro de la Nueva Comunicación, citó oportunamente 1984. También lo hizo el propio director de TO. Pero aún más oportuno es señalar a uno de los ideólogos más influyentes del último siglo: Joseph Goebbels. Sus 11 principios de la propaganda siguen demostrando su eficacia, y están clavados en los despachos de todos los gobiernos con una desaforada voluntad de poder, como es el caso del de Pedro Sánchez. El principio de la simplificación, indispensable para tratar a los votantes del PSOE, lo lleva marcado a fuego. La exageración, la vulgarización, la orquestación gracias a sus numerosos apoyos mediáticos… todo le va bien. El de la transfusión, con el que vuelca la mitología del franquismo sobre el centro y la derecha en España.

Pero por encima de todos está el principio de la transposición: trasladar las acusaciones que sufres a otro actor u otro sector social. Así, el Gobierno que más ha hecho por socavar la Constitución, las instituciones, la convivencia y la democracia, aprueba un conjunto de medidas de regeneración democrática cuyo objeto es señalar a la prensa, a la prensa que de verdad se cree su oficio, como una amenaza al sistema democrático. 

Aunque el objeto de esta acción política, que quiere ser legislativa, somos los periodistas, Sánchez et al han introducido otras medidas para revestirla, sí, de regeneración política. Pero, ¿cuál es la relevancia de que se apruebe el Ejecutivo más opaco de la historia reciente apruebe el quinto plan de Gobierno abierto? ¿Qué nos dice a nosotros que Sánchez haga obligatorio el debate sobre el estado de la nación, si él sólo ha convocado uno en seis años? ¿Qué nos puede decir el líder de un grupo de interés sobre otros grupos de interés y su comportamiento? ¿Qué puede añadir la obligatoriedad de que las encuestas ofrezcan su metodología y sus microdatos si el CIS, que está controlado por el propio Sánchez, adapta la cocina de sus encuestas a la estrategia política del Gobierno?

«Quiere otorgar y, en consecuencia, denegar, el estatuto de medio de comunicación a determinadas empresas»

No. Lo relevante son los medios, y en particular los que se atreven a hablar, con apoyo documental, de la corrupción en torno a Sánchez. Quiere otorgar y, en consecuencia, denegar, el estatuto de medio de comunicación a determinadas empresas. Ello supondría un ataque a la libertad de empresa y a la libertad de expresión. Quiere limitar la publicidad que otorgan las comunidades autónomas a los medios de comunicación hoy que el Partido Popular tiene más poder regional que nunca. No renuncia a que el Gobierno sea el primer anunciante de España, ni está dispuesto a compartir los datos sobre a qué medios otorga sus cuantiosos fondos. Según dijo este miércoles Álvaro Nieto, THE OBJECTIVE no es uno de ellos. 

No está claro que Sánchez pueda convertir su plan en una o varias reformas legales. Pero eso no quiere decir que el plan no tenga ya efectos reales. Pedro Sánchez sitúa a los medios de comunicación, y en particular a los críticos, como contendientes en una lucha por la democracia de la que él es el único representante. No nombra a este periódico ni a ninguno otro. Ni lo va a hacer. Lo que busca es una descalificación generalizada, que inmunice a sus fieles frente a cualquier revelación periodística sobre su familia y sus amigos. Los medios son el mensaje, por parafrasear a Marshall McLuhan. 

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