Ribera se va a Europa y nosotros, ¿dónde nos vamos?
«La exministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico jamás prestó atención a la bajísima fecundidad de España ni a sus inexorables consecuencias»
Acabamos de saber que Teresa Ribera será nombrada vicepresidenta de la Competencia y Transición Verde de la Comisión Europea. Tiene 55 años, ha sido ministra con Sánchez desde 2018 (vicepresidenta tercera). Su Ministerio era para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, pero, que yo sepa, al reto demográfico no le ha dedicado un solo minuto. Jamás ha prestado atención a la bajísima fecundidad que sufre España ni a sus inexorables consecuencias: mayor índice de envejecimiento, mayor soledad entre los mayores y otras variables negativas que tal situación demográfica trae consigo. Eso sí, lo de Verde se lo tiene bien ganado, pero, por suerte para Europa, esta ideología nefasta («amigos de la Naturaleza y enemigos de la Humanidad») está de capa caída en la UE y, por ejemplo, cada vez es más aceptado que las centrales nucleares son necesarias, pues no emiten gases de efecto invernadero. Centrales que en España están cerrando a toda velocidad gracias a la invasión verde que tan bien representa la señora Ribera.
Según el periódico El País (18-IX-2024) esta señora ha sido elegida para convertir «a esta jurista de formación y administradora civil del Estado en excedencia, que suele estar en pie entre semana a las 6.30, en dique de contención del progresismo europeo en un Ejecutivo comunitario cada vez más escorado a la derecha». Y añade: «Alguien dedicado al ámbito ambiental y climático para aumentar todavía más la ambición de su apuesta. Ahora salta a Europa con un nuevo cargo en el que, además de lo que domina con tanta soltura como para explicarlo en un posavasos, añade un área clave en economía en la que no tiene experiencia previa: competencia».
Pero no acaban ahí los elogios. El País nos dice que es «una mujer muy exigente con su equipo. Cuando tomó el timón del recién creado Ministerio para la Transición Ecológica, pocos imaginaban el colmillo político que desarrollaría después».
¿Y de la demografía, qué?, preguntaría yo a estos pelotilleros. Pues escribiré un poco sobre este asunto, sin salirme de El País y de la mano del economista de AFI Daniel Manzano, que sobre las derivas demográficas ha escrito 1 lo siguiente:
«[La demografía] ha de formar parte de la preocupación y de los grandes retos que deben afrontar tanto cada país como la propia comunidad internacional en su conjunto, probablemente con tanta o más premura que esos otros grandes cambios que están aconteciendo y a los que no es ajena la demografía».
«El crecimiento vegetativo de la población residente en España empezó a ser negativo hace ocho años»
Y es que no hace tantos años la preocupación era el crecimiento de la población: una población mundial que los no tan jóvenes han visto multiplicar por tres en los últimos 65 años, hasta llegar a 8.200 millones de personas actualmente. Convivimos hoy en el mundo con el triple de personas que cuando nacimos.
Pero ese máximo ya se alcanzó en Europa y en España. El crecimiento vegetativo de la población residente en España empezó a ser negativo hace ocho años: de media, 150.000 personas anuales menos en los últimos tres, y ese ritmo se acrecentará. Tanto que el INE proyecta en su más reciente simulación para los próximos 50 años, sin migraciones, un dramático descenso de la población española: de los 48,5 millones actuales hasta los 32 millones de habitantes.
El coste de la vivienda, los bajos salarios, el precio de las guarderías, etc., no animan a los jóvenes ni a casarse ni a tener hijos. Y así vamos muy mal.