Sánchez va a por todas
«El actual inquilino de La Moncloa no para de dar pasos para convertirse en su propietario vitalicio. Y que nadie se llame a engaño porque los da sin complejos»
En mayo de 2018, cuando presentó su moción de censura contra Mariano Rajoy, Sánchez descubrió que, junto a los enemigos de la España Constitucional, podía articular una mayoría Frankenstein que le permitiría llegar a La Moncloa y continuar allí por tiempo indefinido.
Inspirado por sus socios, va dando pasos que él hace suyos. Lo hemos visto en asuntos tan esenciales como los indultos a los golpistas catalanes, y después la amnistía, o las concesiones a los bilduetarras con el trato cada vez más cordial a los asesinos de ETA.
Pero quizás el núcleo ideológico más importante que Sánchez ha incorporado al fondo y a las formas de su política sea el que ha arrebatado a los comunistas de Podemos y de Sumar.
No hay que esforzarse mucho para comprobar que tanto Monedero e Iglesias, los ideólogos de Podemos, como Errejón, el ideólogo de Sumar, son unos ardientes admiradores de la dictadura bolivariana de Venezuela. Admiración que comparten con el antecesor y maestro socialista de Sánchez, José Luis Rodríguez Zapatero.
Puede parecer absurdo e inconcebible que el Gobierno de una democracia europea, seria y madura como es la española, esté dando pasos para imitar las formas de un régimen totalitario, corrupto y asesino como el venezolano. Pero eso también les parecía a los demócratas de Venezuela cuando Hugo Chávez empezó a desmontar allí la democracia para instalar su dictadura comunista. Y aquí ya son muchos los pasos que Sánchez está dando en la línea que propugnan sus socios comunistas de Podemos-Sumar.
«Tampoco disimula lo más mínimo su voluntad de utilizar la Fiscalía y la Abogacía del Estado como sus abogados particulares»
Es evidente que, desde el primer momento de su Gobierno, está buscando acabar con la división de poderes, esencial en un Estado de derecho. Su abusivo uso de los Decretos-Leyes, junto a su constante desprecio a la oposición en el Parlamento, han acentuado la sumisión absoluta del Legislativo al Ejecutivo.
Y para someter al Judicial no ha parado de usar todos los resquicios que le dan las leyes para arrinconar a ese Poder que le podría resultar incómodo para el ejercicio de su poder absoluto. Así se ha apoderado del Tribunal Constitucional que, para demostrar su sumisión al autócrata, no tiene la menor vergüenza en convertirse en un Tribunal más Supremo que el Supremo en el caso de los ERE, como expresión de su disposición a declarar constitucional todo lo que el «puto amo» les ordene. Así tampoco disimula lo más mínimo su voluntad de utilizar la Fiscalía y la Abogacía del Estado como sus abogados particulares.
Ayer tuve conocimiento de que el Presidente de México en funciones, López Obrador, ha hecho aprobar una ley de acuerdo con la cual, en un plazo máximo de dos años, serán cesados TODOS los jueces de México. Me ha dado escalofríos pensar que Sánchez coquetee con esa idea.
Pero no sólo está acabando con la separación de poderes, también se ha dedicado a colocar en todos esos puestos de la Administración del Estado que lógica y tradicionalmente eran ocupados por personalidades más o menos imparciales sólo a aquellos que han hecho pública su adhesión incondicional al sanchismo. La lista es inmensa: Consejo de Estado, Correos, RTVE, Tribunal de Cuentas, INE, CIS, CNI, Hispasat, AENA, Agencia EFE, muchas embajadas, hasta llegar al Banco de España.
«Pero para pasar desde una democracia europea a un régimen bolivariano queda un último obstáculo: la libertad de expresión»
Pero para pasar desde una democracia europea a un régimen bolivariano queda un último obstáculo: la libertad de expresión y de información. Y los que creían que contra eso no iba a atreverse a actuar han demostrado ser unos ingenuos.
El pasado 17 de septiembre el Gobierno aprobó un Plan que llamó de «Acción por la Democracia». Si vemos las 31 medidas que contiene el plan, nos encontramos con que 16 se dirigen a los medios de comunicación para, sin disimulo, proponer un control cada vez mayor de esos medios. Porque controlar los medios es un paso que hay que dar para eternizarse en el poder, como si no fuera suficiente la regulación exhaustiva que en estos momentos ya existe.
Lo que sería cómico si no fuera trágico son las referencias que los que presentaron el plan hicieron a la Verdad. Precisamente el político que ha hecho de la mentira la clave de su actuación política. La pretensión de adjudicarse, como hace el Gobierno con este plan, la competencia de dictaminar qué es la Verdad, y no hace falta mucha demostración, la muestra de totalitarismo más escandalosa que he visto en un país que hasta ahora era democrático. Todo el mundo debería saber que la tesis de Diego Rubio Rodríguez, que acaba de ser nombrado Jefe de Gabinete de Pedro Sánchez, se titula, precisamente, La ética del engaño. ¡Como para dejar en sus manos la determinación de lo que es verdad y lo que no! Prácticamente el Ministerio de la Verdad que concibió Orwell en su 1984.
Así que, como estamos viendo, el actual inquilino de La Moncloa no para de dar pasos para convertirse en su propietario vitalicio. Y que nadie se llame a engaño porque los da sin complejos y sin pausa. Por eso los que creemos que la libertad de expresión y de información es un derecho que ningún gobierno puede cercenar tenemos que estar dispuestos a dar la batalla cultural como él, sin complejos y sin pausa.