THE OBJECTIVE
Javier Santacruz

Por qué culpar al teletrabajo cuando el problema es el absentismo

«Mientras que realidades como el teletrabajo suponen un factor de competitividad, el absentismo es un problema relevante para la productividad, la eficiencia y la innovación»

Opinión
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Por qué culpar al teletrabajo cuando el problema es el absentismo

Una mujer teletrabajando. | Freepik

La riqueza de datos que proporciona la Encuesta de Población Activa (EPA) es tal que ofrece, en este momento, la mejor radiografía posible de lo que está sucediendo en el mercado laboral en España. De los muchos aspectos que se pueden tratar, hay uno específico que merece atención. En plena oleada de preocupación por la productividad está emergiendo de manera preocupante el aumento de ocupados que no trabajan en la semana de referencia en que se hizo la encuesta, más concretamente, una proporción que es el doble que hace una década y 3 puntos porcentuales más que en el trimestre previo a la pandemia. 

Al cierre del tercer trimestre que ha publicado el INE el pasado jueves 24, la suma alcanza 1,01 millones de personas, de los cuales la inmensa mayoría declara estar en enfermedad, accidente o incapacidad temporal (915.800) y concentrados en el sector privado (722.200). En términos porcentuales, el 11,32% de los asalariados del sector privado se encuentra en esta situación en promedio anual. Desde antes de la pandemia, el porcentaje de trabajadores privados en baja ha crecido de manera continua, excluyendo el pico alcanzado en una de las oleadas de la pandemia en que llegó al 16,12%.

¿Es verosímil que en los últimos años se haya disparado en tal magnitud el número de enfermedades que incapacitan para trabajar? Si atendemos a los datos ofrecidos por el Observatorio de Contingencias Profesionales de la Seguridad Social, parecería que sí, pero el orden de magnitud no cuadra con los datos de la EPA. Incluso con pandemia de por medio, el incremento de las enfermedades diagnosticadas no es suficiente para explicar el incremento monótonamente creciente tanto del número como del porcentaje de personas que no acuden a su puesto de trabajo.

El coste de las bajas para la Seguridad Social está disparado. Según contaba recientemente Gonzalo Velarde en ABC, la Seguridad Social movilizó dinero hasta en ocho ocasiones en 2023 para poder cubrir los 14.121 millones de gasto, con una desviación en el pasado ejercicio que alcanzó los 2.444 millones y ya se eleva otro 19% en el inicio de 2024.

Por consiguiente, puede (y debe) empezar a preocuparnos lo que está sucediendo con el absentismo, tanto esté justificado como que no lo esté. Y dado que estamos en un país donde una buena parte de su tejido productivo depende de la intensidad de uso de mano de obra (y a pesar de la entrada masiva de población activa no residente) el absentismo supone uno de los principales factores de riesgo para la productividad. Nos falta mucha información y estudios rigurosos, pero los primeros indicios son ciertamente impactantes.

«La inmensa mayoría de las publicaciones más recientes no encuentran relación estadística alguna entre aumento del teletrabajo y disminución de la productividad. De lo que sí contamos con ingente bibliografía es de lo perjudicial que puede llegar a ser el absentismo»

En este sentido, en pleno cambio de los sistemas de trabajo de las empresas que buscan estar más internacionalizadas –no hay más que ver las cuentas exteriores de la economía española–, el absentismo sí supone un problema relevante para la productividad, eficiencia e innovación, mientras que otras realidades en el tejido productivo como el teletrabajo no sólo no son negativas, sino que suponen un factor de competitividad vía ahorro de costes y flexibilidad.

Precisamente, llaman poderosamente la atención algunas noticias que han ido apareciendo a lo largo de los últimos meses acerca de la vuelta de los trabajadores a las oficinas. Salvo los reportes que las grandes consultoras hacen (normalmente por encargo de sus clientes que tienen interés directo al respecto) o alguna revista en el ámbito académico/divulgativo, el estudio de las consecuencias directas del teletrabajo sobre la productividad es aún un terreno poco explorado que merece no sólo opiniones de parte o influenciadas por una determinada realidad de corto plazo sino investigaciones más en profundidad.

Aun así, la inmensa mayoría de las publicaciones más recientes no encuentran relación estadística alguna entre aumento del teletrabajo y disminución de la productividad tanto del trabajo (por persona empleada y por hora de trabajo) como total de los factores (combinada con el factor capital). Esta relación es muy particular y depende del sector, empresa, actividad concreta, entorno del negocio, nivel de formación de los trabajadores, existencia de herramientas adecuadas…

Obviamente, durante la pandemia, el boom del teletrabajo fue muy notable. Los economistas solemos pensar que después de cualquier boom viene un bust. Las cosas tienden a normalizarse. Pero una cosa es el «ciclo» y otra muy distinta es la tendencia, y eso es lo que ocurrirá en los próximos meses y años con el teletrabajo, donde la tendencia es difícilmente invertible. De lo que sí contamos con ingente bibliografía es de lo perjudicial que puede llegar a ser el absentismo sobre la productividad. Pero de lo que no tenemos evidencia suficiente es de una hipotética relación negativa entre productividad y teletrabajo. No lo llamen «teletrabajo» cuando lo que es en realidad es «absentismo».

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