THE OBJECTIVE
Teresa Freixes

Los gestos y las gestas

«A todos los implicados en la permanencia de la coalición de Gobierno les interesa aunar los relatos para conseguir sus objetivos. Nunca van a estar mejor situados»

Opinión
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Los gestos y las gestas

Carles Puigdemont y Pedro Sánchez. | Imagen de Alejandra Svriz

Mientras estamos superentretenidos con las historias erótico-políticas que jalonan la recomposición de la izquierda asaltacielos, la aparentemente inexorable construcción de la nueva confederación multinacional sigue su curso, especialmente con el centro de atención puesto en Cataluña, pero con ramificaciones por toda la tierra hispana.

Ciertamente, si sólo se repara los gestos que el presidente de la Generalitat realiza, reanudando relaciones con la Corona que nunca hubieran debido romperse, haciendo juegos malabares con las banderas de manera que cuando le parece no exhibe la de Cataluña y cuando le conviene la mantiene presente en forma ostensible, da la impresión de que en Cataluña toda va como miel sobre hojuelas y que la política de la sensatez se ha impuesto sobre los exabruptos del nacionalismo.

Son bonitos los gestos. Y hay que darles la bienvenida, porque la política tiene sus rituales y a veces son lo único que parece sostenerla dentro de los límites debidos. Además, en unos momentos en los que el Gobierno de España está en franca minoría y bajo sospechas por doquier, la Generalitat de Cataluña aparece como el sostén de lentejuelas que puede darle el brillo y esplendor necesarios para que el presidente Sánchez siga siendo huésped de la Moncloa. En este contexto, que el Sr. Illa conoce a la perfección, es necesario que el partido que más votos sacó en las últimas elecciones catalanas, aparezca ante la sociedad como el garante de la estabilidad institucional y como la opción moderada legitimadora de las actuales políticas. De ahí que los gestos sean tan necesarios, tan oportunos, tan simbólicos y tan propios del relato que se quiere construir con ellos.

Si por los gestos fuera, la política exterior podría descansar tranquila, puesto que en la reunión pública de la Unión por el Mediterráneo sólo estuvieron presentes las banderas de la UE y de España, haciendo que la cuatribarrada sólo apareciera en la parte privada del acto. Además, la recepción real en Zarzuela al Sr. Illa y las visitas del Rey a Cataluña llenan los mejores espacios de los medios de comunicación, resaltando la cordialidad y normalidad institucional que deriva de la buena acogida que, ahora, la Generaitat ofrece a la Corona. Todo perfecto. Sólo falta que estos gestos redunden en beneficio de los derechos y las necesidades reales de la ciudadanía.

Pero una cosa son los gestos y otra las gestas. Es decir, lo que, en realidad, constituye la política de la Generalitat, entroncada, eso sí, con las necesidades y las actuaciones del Gobierno de España, que por eso son de la misma familia política. Porque las gestas no se corresponden con los gestos, aunque eso no debería extrañarnos lo más mínimo ante los súbitos y ostentosos cambios de opinión que los políticos que dicen que nos gobiernan, en España y en Cataluña, experimentan cada cierto tiempo, sobre todo si hay elecciones por en medio.

«¿Qué está haciendo la Generalitat del Sr. Illa con la política lingüística? Pues sigue al pie de la letra la política de ERC»

Vamos a las gestas. ¿Qué está haciendo la Generalitat del Sr. Illa con la política lingüística? Pues sigue al pie de la letra la política de Esquerra Republicana, exigiendo nivel alto de titulación de catalán para la realización de los más variopintos oficios y profesiones; no es ya sólo la educación o el funcionariado autonómicos quienes está cautivos de una pretendida forma de crear naciones a partir de la imposición y sacralización de una lengua, regional en la nomenclatura europea, como estructura de Estado, sino también la sanidad, el comercio, la restauración, las bibliotecas y, cómo no, el patio del colegio y la escalera de vecinos. Incluso los que somos bilingües o que tenemos el catalán como lengua materna parece que tengamos que vigilar que no se nos escape algo en español en ningún contexto inapropiado, puesto que sentimos siempre el aliento en el cogote de múltiples policías lingüísticas prestas a afearnos la conducta, incluirnos en la lista de indeseables organizada desde el poder público o derivarnos al ostracismo.

Tan suspicaz actitud se plasma también en la exigencia que se ha hecho al Gobierno de España para que declare prioritaria la necesidad de que el catalán sea lengua de trabajo en la UE. Oficial no, puesto que habría que reformar los Tratados de la Unión y el Reglamento de lenguas oficiales para ello. Puede que se contentaren con que, de hecho, fuera lengua de trabajo en el Parlamento Europeo, como lo es, por ejemplo en el Comité de las Regiones. Pero el hecho es que ello implica la existencia de traductores e intérpretes que debería ser financiada por España y, también, una remodelación incluso de determinados espacios físicos, auditorios o salas de trabajo, para hacerles un sitio. ¿Sólo a ellos? No. Claro que no.

El Gobierno español ya ha manifestado que eso es solo una primera etapa y que posteriormente van a exigir lo mismo para el vasco y/o el gallego, que también son lenguas cooficiales en España. Como eso puede convertirse en el preludio de similares exigencias por parte del resto de Estados miembros de la UE que también cuenten con lenguas regionales o minoritarias, no me extraña que, como primera medida la presidenta del Parlamento Europeo, Sra. Metsola, haya pedido que se haga un estudio de impacto, esencialmente pero no exclusivamente económico, de lo que supondría acceder a la petición prioritaria del Gobierno español, reiterada cada cierto tiempo por el Ministro de Asuntos Exteriores.

Otra gesta. El acuerdo del PSOE con ERC, que parece haber hecho suyo el Gobierno de España, respecto de la financiación singular para Cataluña, también como experimento previo a la extensión de regímenes singulares a las comunidades autónomas que quisieran inscribirse en la posición de privilegio que la bilateralidad y la ordinalidad pudieran conferirles. El Sr. Illa ha loado tal posibilidad, haciéndose prácticamente garante de que, con ello, ERC continúe sosteniendo al Sr. Sánchez en la Moncloa.

«Nunca un Estado federal se ha construido sobre la base de la bilateralidad y la ordinalidad, sino desde la coordinación y la cooperación»

Además, pretenden, no sólo el Gobierno de Generalitat sino también algunos ministros, hacernos creer el relato del falso federalismo que subyace en tales acuerdos. Nunca un Estado federal se ha construido sobre la base de la bilateralidad y la ordinalidad, sino desde la coordinación y la cooperación. Deberían revisar los libros de Historia y dejarse de monsergas. Ese bilateralismo conduce a la confederación y esa ordinalidad origina discriminación. Hace años que ERC reivindica la financiación singular y que el constitucionalismo lo denuncia. De hecho, así comenzó la fase visible del procés, cuando Artur Mas se lo exigió a Mariano Rajoy. A lo mejor lo han recordado en los acercamientos a Junts por parte de Illa, mediante la reciente entrevista que ambos, Illa y Mas, han tenido recientemente; o en la que, también recientemente ha habido entre Illa y Pujol. Menuda gesta.

Como la que se representa cada cierto tiempo en Waterloo o en Ginebra, para asegurar también el apoyo del Junts de Puigdemont a un Gobierno sin el cual le quedaban escasos telediarios por representar. Esta vez no sólo con el desplazamiento al extranjero de Santos Cerdán sino del mismísimo Rodríguez Zapatero, que sirve tanto para un roto como el de Venezuela como para el descosido plurinacional que pretende para España. ¿Sólo es el presupuesto lo apetecido en estas reuniones? ¿O, como afirmaba hace algunos meses el mismo Salvador Illa, no el referéndum de autodeterminación, pero sí una consulta que nadie sabe en qué puede consistir ni qué efectos puede llegar a tener?

Abordar lo que está aconteciendo con lo que podemos considerar, todavía, el desafío secesionista, nos sitúa tanto ante un enésimo Día de la Marmota, cuando nos dicen que «lo van a volver a hacer», como en un escenario que va mostrando una cada vez mayor disintonía entre los distintos actores de los diversos acontecimientos, a pesar de que intenten disimularlo con relatos tan poco creíbles como las afirmaciones pre-electorales que derivan en lo contrario una vez realizadas las elecciones. Como si en Donna fugata estuviéramos, parece que se busque un Gatopardo que haga ver que todo cambia para que todo siga igual.

El PSC ha podido formar gobierno en Cataluña, lo cual, aparentemente, no parece tan negativo como objetivamente debería ser apreciado, puesto que, huida continuada de empresas y profesionales al margen, la economía va funcionando en buena parte gracias a los fondos europeos, si bien la administración autonómica visualiza continuamente su hostilidad a todo lo que huela a constitucionalismo.

«Sólo nos ha faltado que los herederos del 15-M se nos hayan enfrascado en un llamativo laberinto judicial de las pasiones»

Además, los partidos políticos del secesionismo, pese a los reveses judiciales que han recibido en España y en la UE, realizan sus representaciones con sus líderes al frente en diversos lugares de la geografía europea y la ciudadanía, enfrascada en sus problemas del día a día, no parece en general muy dada a tomar posiciones. Ni cuando llaman a rebato para las performances o para el entrenamiento «revolucionario» de los CDR o como quieran llamarse en esta nueva etapa, movilizan a una cansada ciudadanía que ya no sabe a qué atenerse. Sólo nos ha faltado, como guinda del pastel, que los herederos del 15-M se nos hayan enfrascado en un llamativo laberinto judicial de las pasiones porque temen que todos no van a poder salir en las próximas fotos y hay que ir haciendo espacio.

Pero frente a tales gestas quedan los gestos. Sobre todo, los gestos destinados al relato. Esperemos que todavía puedan ser contrastados con las gestas, aunque no sabemos por cuanto tiempo ni cuántos serán capaces de sacar consecuencias de ese análisis comparativo. A prácticamente todos los implicados en la permanencia de la coalición de Gobierno, Junts, ERC, PSC y Comuns en Cataluña, PSOE, PNV, Bildu, Sumar, Podemos y adláteres, o lo que quede de ellos, en el resto de España, les interesa aunar los relatos para conseguir sus objetivos. Excepto un PSOE que se desdibuja cada vez más, nunca el resto va a estar tan bien situado y tan en condiciones de obtener todo tipo de prebendas como con el actual Gobierno de España. Lo cual nos lleva a preguntarnos de nuevo si podrán encontrar finalmente a ese Gatopardo que permita que todo cambie para que todo siga igual. Hábiles, ciertamente lo son. Los gestos… y las gestas.

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