THE OBJECTIVE
Román Cendoya

Sánchez, cobarde de España

«Cuando se limpie Valencia no se podrá limpiar el fango de las moquetas donde pisan los políticos desalmados. Nunca se olvidará a Sánchez huyendo como un miserable»

Opinión
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Sánchez, cobarde de España

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. | Ilustración: Alejandra Svriz

Todo el aparato mediático presidencial lo denomina «protocolo de seguridad». La realidad es que Pedro Sánchez es un cobarde. No hay excusa. ¿Qué pasa, que el jefe del Estado no tiene protocolo de seguridad y desalojo? Lo tiene, pero se queda porque es su responsabilidad. Los Reyes, junto a Mazón, han aguantado. Sánchez ha huido

En la desgracia hay responsabilidades, políticas y penales. El desastre natural de Valencia ha puesto en evidencia dos realidades antagónicas. Por una parte, la nación española, como grupo de personas con una identidad compartida, que está demostrando su grandeza como comunidad. España es una gran nación solidaria comprometida con los suyos. Y, por otra parte, España sufre a la vez la desgracia de ser una entidad política fracasada en su estructura de gobierno y en el ejercicio de la gobernanza. Los medios progubernamentales intentan desacreditar la percepción generalizada de estar ante un Estado fallido atribuyendo el diagnóstico a la extrema derecha. No cuela. Es una realidad que han podido comprobar los Reyes y Mazón. Y ya tiene una imagen: Pedro Sánchez huyendo.

Cuando la naturaleza se desata es incontrolable. Es devastadora. Es imposible. La naturaleza nos da todo y nos puede quitar mucho más. Lo más grave que puede hacer la naturaleza es arrebatar vidas indiscriminadamente. Provoca un gran dolor e impotencia la destrucción de todos los bienes materiales y de todos los recuerdos construidos durante toda una vida. En Valencia todavía no hemos llorado a los fallecidos y desaparecidos. Somos incapaces de cuantificar y evaluar los daños materiales. Nadie devolverá los recuerdos ahogados. Ya veremos cuántos son capaces de sobreponerse a los miedos de unas aguas embravecidas que subían sin parar ni saber hasta dónde.

La brutal fuerza de la naturaleza ha puesto en evidencia que lo mejor de España es su gente. Y lo peor sus gestores, que no merecen el calificativo de líderes. Optamos por ellos porque el régimen de partidos nos presenta listas con tales personajes. Una dana, muy por encima de lo previsible, ha puesto en evidencia el nivel de incapacidad de unos políticos y el de mezquindad de otros. Cuando se limpie Valencia, lo que no se podrá limpiar es el fango de las moquetas rojas donde pisan unos dirigentes políticos tan incompetentes como desalmados. Nunca se olvidará a Pedro Sánchez huyendo como un miserable.

«Es evidente que ninguno de los gobernantes ha estado a la altura de las circunstancias. Por el contrario, sí lo está el pueblo valenciano y el pueblo español»

La incapacidad de algunos de nuestros políticos es el multiplicador destructivo de un volcán en erupción o de unas lluvias torrenciales desbordadas. La naturaleza destruye vidas, propiedades, infraestructuras y recuerdos. Los políticos destruyen el Estado, la dignidad y las instituciones. Lo que no consiguen es minar el espíritu de nación solidaria de los ciudadanos.

¿Cómo se puede aunar tanta incapacidad política? ¿Qué es eso de que las CC.AA. son las que determinan el nivel de presencia del Estado? ¿Quién se lo cree? ¿Cuánto tiene que ver, en la no decisión del Gobierno, que la Comunidad Valenciana esté gobernada por un desbordado Mazón del Partido Popular? ¿Pedro Sánchez necesita que la Comunidad Autónoma le diga qué hacer? ¿Cómo es posible que se retengan militares y recursos porque «oficialmente» no están formalmente solicitados? Nadie entiende que los medios de comunicación hayamos llegado a los lugares de la catástrofe antes que el ejército. Cuantas más explicaciones ofrece la ministra de defensa más aumenta su indignidad, su indecencia y su culpabilidad. Ella es la responsable de que el ejército haya llegado tarde y mal. Margarita Robles es la ministra de defensa que mandó al ejército y la UME a socorrer en el terremoto de Marruecos «porque las primeras horas son vitales». Ella ha usurpado a los valencianos la atención de su ejército porque «lo que no podemos en un país es que el ejército haga todo» en este caso las labores «corresponden a la administración valenciana». Su forma de hacer política con la tragedia puede tener la tipificación penal de decenas de homicidios imprudentes por negación de auxilio. Eso es lo que han hecho Margarita Robles y el presidente del Gobierno a sabiendas de que «las primeras horas son vitales». Son indignos de seguir un día más en el Gobierno de España.

Es evidente que ninguno de los gobernantes ha estado a la altura de las circunstancias. Por el contrario, sí lo está el pueblo valenciano y el pueblo español. El abandono institucional, la clamorosa ausencia del ejército decidida por Robles, ha provocado la indignación cívica —los gritos de asesinos, asesinos, asesinos eran para Sánchez y Mazón—. Sánchez, antes de huir, ha actuado con sus malas costumbres. Pedro Sánchez, el presidente del desgobierno, tarde y mal ha anunciado que desplegará 10.000 efectivos de las Fuerzas Armadas. En su abandono del fango político ha declarado que Carlos Mazón, presidente de la Generalitat, «pida lo que necesite”. Una forma torticera de diluir sus responsabilidades como presidente del gobierno. El aparato mediático de Sánchez transmite que Carlos Mazón no quiso solicitar el nivel 3 para no perder poder ante la situación. Si eso fuera cierto Mazón tendría que dimitir. Ahora bien, hay que recordar que el presidente del gobierno no ha tomado la decisión correcta, ante la desgracia natural más grande de la democracia. Pedro Sánchez nos encerró a todos los ciudadanos inconstitucionalmente —sin consultar a nadie— paralizando el país, durante meses. Resulta que cuando parte del país se ahoga, se inunda y se desbaratan todas sus infraestructuras, Pedro Sánchez y sus ministros han sido incapaces de declarar el nivel 3 de emergencia. Han dejado arbitrariamente, bajo del agua y el fango, a los ciudadanos por interés político. Todo eso antes de huir.

Pedro Sánchez, como gran cosa, anunció el sábado, cuarto día de la tragedia, que este martes declarará la zona damnificada como catastrófica en el Consejo de Ministros. ¿Qué más necesita para convocar un Consejo de Ministros extraordinario? ¿Le parecen pocos los más de 200 muertos, el número indeterminado de desaparecidos, las 77.000 viviendas afectadas, 4.500 comercios afectados, 1.800 destruidos, miles de coches en siniestro total o las infraestructuras ferroviarias y de carreteras del Estado destrozadas? ¿Están locos? No puede ser que sean tan negligentes. No puede ser que sean tan mala gente. O quizás sí. Respecto a la sensibilidad política del Pedro Sánchez y el PSOE, es muy importante destacar que en mitad de la desgracia, el PSOE forzó que se votara en el Congreso de los Diputados la okupación por Sánchez y sus mantenedores de Radio Televisión Española. Es evidente que para Sánchez es mucho más importante que se coloquen inmediatamente para el control del relato sus amanuenses, su servicio de comisarios mediáticos, esos a los que vamos a pagar, entre todos, 105.000 euros por año que gestionar la mayor desgracia natural sufrida por España en la democracia. Este domingo ya hemos podido comprobar cómo los telediarios ocultaban a Sánchez y atribuían los gritos de asesinos a los Reyes y Mazón. 

Es absolutamente impresentable que Pedro Sánchez haya sido incapaz de convocar un Consejo de Ministros extraordinario para tomar las medidas imprescindibles. Dice Sánchez que habrá todos los recursos que sean necesarios, que la Comunitat podrá gastar «sin límites» para paliar la tragedia. ¿Alguien se fía y se cree las ayudas de Pedro Sánchez? Este Gobierno, que recauda más que nunca, genera todas las dudas, más que razonables, sobre el cumplimiento de sus compromisos económicos. Son muchos los millones prometidos en ayudas por la erupción del volcán que no han llegado a Canarias. ¿Qué les esperará a los damnificados de Valencia?

Nadie está sabiendo poner orden, control y explicación a la catástrofe. Esto no es cosa de otros. Esta desgracia es cosa de todos. La huellas del agua quedarán en las fachadas de las casas y en la memoria de todas las víctimas. La solidaridad de todos debería reforzarnos como nación. El himno de Valencia se ha hecho verdad en el drama. «Para ofrendar nuevas glorias a España, ¡todos a una voz, hermanos, venid!». Recuperar Valencia será una nueva gloria para España. Todos a una voz como hermanos estamos allí. Tenemos una gran nación. Debemos reconstruir el Estado. Es triste que lo que va a ser más difícil de eliminar de esta tragedia es el triste fango político y la penosa imagen huyendo de Sánchez, el cobarde de España.

Todos juntos: Visca Valencia. Visca. Visca.

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