THE OBJECTIVE
Jorge Vilches

Que se vayan

«No tenemos un Estado fallido sino un Gobierno fallido, que no ha utilizado los medios públicos cuando debía por un cálculo político infame y criminal»

Opinión
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Que se vayan

Ilustración de Alejandra Svriz

«Esto es una democracia», contestó el Rey a un valenciano que pedía que acabara este Gobierno. Y ambos tenían razón. Este Ejecutivo no merece gobernar el país, pero la solución está en las urnas, nada más, ni siquiera en las mayorías parlamentarias. Una moción de censura serviría para enfangar más la situación, con un sanchismo acusando a la oposición, y unos aliados del PSOE riéndose de todos y señalando al PP valenciano como culpable. El resultado sería el aumento del descrédito del parlamentarismo, de la desconfianza hacia la élite política y el deterioro institucional. Se llegaría a la conclusión de que el Congreso no representa el sentimiento nacional, sino intereses espurios y mezquinos. Se diría, como se dice ahora, que el Gobierno ha abandonado a los españoles a cambio de beneficiar a un presidente tóxico para el país. Y tendríamos la certeza, además, de que la oposición es impotente y no asusta.

Hay que aguardar a que se abran las urnas, y mientras tanto denunciar la negligencia gubernamental y el daño que hacen a esta sociedad. En los días que vienen desearemos que se vayan, como dijo el valenciano a Felipe VI, pero no se irán mientras no esté desautorizado por las urnas. No habrá dimisiones ni elecciones anticipadas. A Sánchez solo le interesa estar en el poder, y para eso está entregando a los independentistas lo que haga falta, ya sea el control de las cárceles, el acercamiento de presos, la amnistía a los golpistas o el cupo catalán. Para todo esto el Gobierno actuó con una celeridad y contundencia que ya podía haber tenido el primer día de la catástrofe en Valencia. Sin embargo, Sánchez decidió que los valencianos sufrieran para erosionar políticamente a Mazón y al PP.

Pediremos que se vayan, como pasó con el último Gobierno de Felipe González, para que nadie se quede en casa el día que abran las urnas no gane el partido de Sánchez. Muy pronto se olvidó el crimen de la gestión de la pandemia de covid-19, gracias, en parte, a que el sanchismo culpó a los gobiernos autonómicos cuando en realidad la responsabilidad era suya. Sánchez puso su máquina de bulos a funcionar y salió vivo y coleando, gobernando sin fiscalización alguna, con un estado de alarma ilegal, y no pasó nada. Su electorado no solo tragó, sino que aplaudió el autoritarismo y la irresponsabilidad porque eran, y son, el instrumento para que no gobierne la derecha y la «ultraderecha».

Esta mezquindad es tan útil que la han vuelto a repetir con las protestas populares en Paiporta. Ahora resulta que la víctima final de la DANA ha sido Sánchez por ser atacado por los «ultras» y «nazis» con gritos y golpes al coche. Vean las imágenes. No solo eso, sino que el culpable es el Rey por insistir en acercarse a la zona del sufrimiento. Lean a la prensa del Movimiento Sanchista. Este relato se gestó de forma inmediata a los acontecimientos. De hecho, el reportaje de RTVE señaló a Felipe VI y a Mazón, y eludió a Sánchez. Esta maniobra obscena no extraña porque la manipulación informativa es inherente a todo gobierno autoritario y, especialmente, cuando su líder usa el victimismo como excusa.

«Que se vayan, pero con la fuerza de los votos, no con la fuerza de los palos y las piedras»

Que se vayan, claro, pero con la fuerza de los votos, no con la fuerza de los palos y las piedras. Si este Gobierno no es digno de nuestra democracia, al menos que lo sea el pueblo. El río revuelto solo beneficia a los extremistas, a los demagogos y al propio Ejecutivo, que parece cargarse de razón cuando dice que viene la «ultraderecha».

No salimos de la dictadura de Franco para instaurar una democracia donde el cambio de un Gobierno infame no sea por medios legales. En caso contrario, nos haremos merecedores de los insultos de aquellos que dijeron que nuestro país no estaba preparado para el uso ordenado de los derechos. Recordemos que no tenemos un Estado fallido, que rebosa de medios públicos para enfrentarse a cualquier cosa, sino de un Gobierno fallido que no los ha utilizado cuando debía por un cálculo político infame, antipatriótico y criminal.

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