THE OBJECTIVE
Francesc de Carreras

Ni huido ni escondido: el Estado estuvo ahí

«De lo sucedido en estos días sale reforzada, una vez más, la Corona y salen debilitados los saltimbanquis de la política, llámense Sánchez o Mazón»

Opinión
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Ni huido ni escondido: el Estado estuvo ahí

Felipe VI y Leticia. | Imagen de Alejandra Svriz

Un presidente del Gobierno que huía asustado y un presidente de una Comunidad Autónoma que se escondía con disimulo. Una multitud de vecinos justamente airados. Pero solos ante el peligro, un Rey y una Reina, símbolos de la unidad y permanencia de nuestro Estado, ejercían sus funciones con la naturalidad que las circunstancias permitían y sabían dialogar sin miedo con ciudadanos enfurecidos y frustrados, no abandonados  pero con la justificada sensación de estarlo. 

Esta es la imborrable imagen que pasará a la historia, y que quedará para siempre, de lo sucedido el pasado domingo en Paiporta, un pueblo muy cercano a Valencia

¿Fue la asistencia de los Reyes una acción inútil, un error como sostuvieron los medios de comunicación afines al Gobierno y también algunos políticos de este entorno? Nooooo! Fue un enorme acierto como puede comprobarse cuatro días después. 

La situación era caótica y la causa que la produjo relativamente imprevista, eso nadie lo niega. Las soluciones posibles no llegaban y en todo caso no podían ser inmediatas, requerían tiempo y explicaciones: era urgente suministrar confianza a las víctimas y aparcar por unos días las disputas políticas que sólo generan miedo y desesperanza. Nadie sabía quién estaba en el puente de mando. Las instituciones del Estado central y las de la Comunidad Autónoma se iban pasando la pelota unos a otros ante el desánimo de la población afectada y el desconcierto del resto de españoles. Pero nadie le ponía el cascabel al gato.  

En el THE OBJECTIVE de ayer, Álvaro Frutos explicó perfectamente la situación y sus soluciones, tanto las realistas como las demagógicas. También señaló con objetividad a los principales responsables de estos días de confusión. Se notaba al leerlo que es un especialista con experiencia de político. 

«Los Reyes hablaron con todos y se hicieron cargo del enorme drama por el que estaba pasando aquella gente»

La solución vino del Rey. La intuición política y el hondo sentido de la responsabilidad de Felipe VI le empujó a actuar decididamente aunque el Gobierno del Estado lo desaconsejara. Junto a la Reina, que ha tenido un papel inmejorable, se plantó en Paiporta y se echó a la calle, acompañado de Pedro Sánchez y Carlos Mazón. El primero, a la vista de la ira de los allí reunidos, optó por huir rápidamente; el segundo, agazapado tras el Rey, hizo lo mismo un poco después. El Rey y la Reina, al contrario, asumieron su papel y permanecieron en su lugar. Sabían que se les necesitaba.  

Sólo dos pinceladas porque los lectores hemos visto las imágenes estos días. Hemos visto como estrecharon manos, abrazaron a los allí reunidos aunque les increparan, hablaron con todos, se hicieron cargo del enorme drama humano por el que estaba pasando aquella gente y desplegaron toda su amabilidad y cortesía para consolar a quienes se les acercaban. Además, no sólo había calidez y humanidad, sino que, por lo que se ha podido escuchar, daban respuestas sin demagogia a las preguntas que les formulaban, con razones y argumentos, con pros y contras, lo posible y lo imposible. 

Creo que al cabo de un rato, quizás de un buen rato, los ciudadanos, como es natural, empezaron a comprenderlos. Cuando dos personas se miran a los ojos, saben si uno le dice la verdad al otro y, si es así, se va desvaneciendo la previa desconfianza y empiezan a aproximar posiciones. El Rey les decía que entiende su enfado y frustración pero que también ellos comprendan las muchas dificultades que entraña poner en funcionamiento los mecanismos para atender las emergencias y, probablemente, reconoció los graves errores  de previsión que hubieran evitado el drama en zonas tan peligrosas en casos de lluvias tan intensas. Allí estuvieron largo rato hablando con los vecinos, tanto el Rey como la Reina, lógicamente emocionados ante la tragedia pero cumpliendo estrictamente con sus obligaciones, a pesar de encontrarse incomprensiblemente solos y abandonados. 

Como balance, creo que supieron trasmitir muy bien dos cosas: primera, que había que tener confianza en las instituciones aunque cometieran errores; y, segunda, que ellos, los Reyes, representaban al Estado, no al pueblo, ni a una institución aislada, sino al Estado como conjunto de poderes públicos. 

«Cuando llega el Rey llega el Estado en toda su plenitud: lo entendimos todos»

Reinar es arriesgarse, corrieron riesgos, pero el resultado los compensó sobradamente. Supieron estar en su sitio, un lugar que hacía días nadie ocupaba. Igual sucedió con la alocución televisiva de Felipe VI el 3 de octubre de 2017, dos días después de la insurrección del Gobierno de la Generalitat en Cataluña. Entonces logró transmitir confianza  a los ciudadanos, les dijo que la Constitución y las leyes se cumplirían  porque él se había comprometido en hacerlas cumplir. «Catalanes, no estáis solos, el Estado os lo garantiza», vino a decir entonces. Y ahora, en esta trágica ocasión, en forma más templada, dijo minutos después de su encuentro con los vecinos de Paiporta: «Hay que garantizar  que el Estado, en toda su plenitud, está presente». 

Cuando llega el Rey llega el Estado en toda su plenitud: lo entendimos todos. Y por lo visto lo han comprendido también los poderes públicos, empezando por el propio Gobierno de Pedro Sánchez que en el Consejo de Ministros de anteayer presentó una serie de medidas que, si saben aplicarse adecuadamente, pueden contribuir a paliar en parte los destrozos sufridos y sus consecuencias, siempre que no se beneficien  indebidamente a los koldos y ábalos de turno. 

La cantidad comprometida para este plan es ciertamente ambiciosa, 10.600 millones de euros, que precisan un nuevo Presupuesto, imposible prorrogar el de 2023 por segunda vez a base de traspasar partidas. Hay que negociar para intentar llegar a un acuerdo con el PP y como es natural éste pondrá condiciones. La más obvia es que el PP no debe transigir en aprobar para la financiación de la Generalitat catalana el singular – en todos los sentidos- sistema de concierto al modo vasco. Incluso el PNV agradecería, al menos en privado, pero con repercusiones en lo público, esta condición de los populares.

Naturalmente, ello tiene un inconveniente no pequeño: que los nacionalistas catalanes, ERC pero también Junts, dejen de apoyar parlamentariamente a Pedro Sánchez y éste se vea obligado a disolver las Cámaras y convocar elecciones. Circular por una maroma tiene siempre este peligro: al fin uno se cae. 

En todo caso, de lo sucedido en estos días sale reforzada, una vez más, la Corona, su titular demuestra siempre convicciones profundas, y salen debilitados los saltimbanquis de la política, llámense Sánchez o Mazón. Uno tiene sentido de Estado y los otros ni siquiera tienen sentido de partido sino sólo de sus propios intereses. Uno permanece, los otros huyen. Quedó muy claro en Paiporta.   

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