THE OBJECTIVE
Joaquín Leguina

Increíble

«Lo incomprensible ha sido que quienes tenían la obligación de avisar sobre lo que se venía encima no lo hicieran, ni el Gobierno nacional ni el valenciano»

Opinión
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Increíble

Ilustración de Alejandra Svriz

Lo ocurrido a causa de la DANA en algunos municipios de la provincia de Valencia resulta difícilmente explicable en un país que ya sufrió en varias ocasiones riadas parecidas en el pasado (en 1957 se desbordó el río Turia en la ciudad de Valencia con parecidas consecuencias). Tras aquella riada de 1957 se sacó el Turia de la ciudad. Un coste que mereció la pena. Y uno se pregunta cómo no se ha hecho lo mismo con los ríos que ahora se han desbordado. Y más sabiendo que existen proyectos de obras bien pergeñados que están durmiendo en los despachos de los políticos. ¿Por qué no se han realizado esas obras? Porque a su realización se han opuesto los verdes, responsables de las muertes (¡218!) que se ha llevado por delante las últimas riadas.

Estos despropósitos, que han permitido la invasión del barro, muestran que los verdes son tan amantes de la naturaleza como enemigos de la humanidad.

Creo que tenía razón una joven llamada Claudia, licenciada en Bellas Artes, que exhibió en la manifestación del sábado 9 de noviembre una pancarta en la que se leía: «Nos habéis dejado sin presente, sin futuro y sin pasado».

A preguntas del periodista Pablo Ordaz, Claudia respondió lo siguiente:

«He conocido estos días a mucha gente que ha perdido su casa, que ya no tiene fuerzas ni tiempo ni dinero para rehacer sus vidas y que, por si fuera poco, no tiene ni el consuelo de la memoria porque la inundación se llevó sus recuerdos. ¡¿Qué les queda?!».

«Hay gravísimas responsabilidades políticas por no haber invertido para que los caudales de los ríos no destruyeran vidas y haciendas»

En esta tragedia, que ha matado a más de 200 personas, hay gravísimas responsabilidades políticas por no haber invertido para que los caudales de los ríos no se llevaran por delante vidas y haciendas. Un caso recogido por Fernando Peinado en Chiva, pueblo donde todo el mundo sabía que hace más de 40 años hubo una gran riada que desbordó el barranco. Pero ni ellos ni otros vecinos que vivían alrededor de este cauce de piedras y vegetación tenían miedo hasta que el martes 29 de octubre esa rambla de Chiva fue devastada por el torrente.

Y es que cientos de miles de personas viven en terrenos inundables y lo más llamativo del caso es que, gracias a la moderna cartografía, se sabe, con tal precisión, que hay páginas de internet donde se puede poner una dirección de España y comprobar la peligrosidad de ese punto con niveles que van del 1 al 6.

Pero lo verdaderamente incomprensible ha sido que quienes tenían la obligación de avisar sobre lo que se venía encima no lo hicieran, ni desde el Gobierno nacional ni desde el Gobierno valenciano. En verdad, no se puede entender que con la lluvia cayendo a mares, el presidente de la Generalidad valenciana estuviera de sobremesa (cinco horas duró la comida) con una periodista a la cual quería poner al frente de la televisión valenciana. Y tampoco puede entenderse que la ministra Ribera estuviera ausente de su despacho esperando su próximo nombramiento en la UE (puesto al que debería renunciar tras la tragedia).

En efecto, en palabras de Fernando Vallespín, «detrás de la protesta durante la visita de los reyes, Sánchez y Mazón late la profunda desconfianza que las encuestas nos muestran hacia los políticos, que siempre parecen más interesados en enfrentarse entre sí o perseguir sus intereses de partido que en colaborar para resolver los problemas de todos».

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