Ucrania: un cansancio imperdonable
«Tras casi tres años de guerra, 57.500 fallecidos y 250.000 heridos, Europa no puede permitirse fallar a Ucrania. Se juega su seguridad y su modelo de sociedad»
El Gobierno de España presume de que la economía española va a ser la que más crezca de la Unión Europea en 2024, un 2,9%, incluso por encima de Estados Unidos. Y, sin embargo, hay un país también europeo, Rusia, cuyo PIB avanzará este año un 3,6%. Catorce rondas de sanciones y otras medidas punitivas puntuales acordadas por los 27 tras la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022, no han impedido al país agresor crecer con vigor estos últimos años tras sufrir un modesto retroceso del 1,2% el primer año de la guerra. Y ello a pesar de haber perdido parte del territorio, de sufrir escasez de mano obra tras la huida de tantos jóvenes rusos contrarios a la guerra, de los heridos y los muertos.
Es un momento de gran incertidumbre para Ucrania. El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, un presidente que presume de entenderse con Vladímir Putin y cuya voluntad de mantener el apoyo militar y económico a Kiev es un gran interrogante, y la grave crisis económica y ahora también política que vive Alemania, cuya gestión del conflicto bajo el mandato del saliente canciller Olaf Scholz ha sido muy ambigua, obligan a Europa a reaccionar.
Que venciera el cansancio europeo con respecto a la guerra en Ucrania sería imperdonable. Si bien es cierto es que el apoyo a Ucrania ha costado unos 100.000 millones de dólares a Estados Unidos y cerca de 200.000 millones a Europa, la unión sigue jugándose su seguridad, su modelo de sociedad abierta, la supervivencia de sus democracias liberales. La alternativa la presentaron hace tres semanas los líderes de los BRICS reunidos en Kazán, Rusia. Agrupan al 45% de la población mundial y representan el 35% del PIB global, la mayoría son regímenes autocráticos travestidos de democracia o directamente dictaduras, como es el caso de China. Unidos básicamente por su deseo de desafiar la hegemonía de Occidente en el mundo y configurar un nuevo orden mundial.
Por todo ello, y ante la incógnita que supone la próxima Administración Trump, los 27, fieles a ese espíritu de unión que les movilizó en los primeros meses de la invasión, deben reforzar su apoyo económico y militar a Ucrania, torpedear todas las vías por las que el régimen de Putin ha sabido sortear las sanciones y ser implacables con las empresas europeas que venden material y tecnología a los países limítrofes con Rusia para que estos acaben alimentando el arsenal de guerra ruso.
La transferencia a Ucrania de las reservas de divisas rusas congeladas por Occidente (valoradas en 330.000 millones de dólares) al inicio de la guerra sería una declaración contundente de apoyo al país en guerra. Especialmente en este delicado momento, en el que la moral de las tropas ucranianas está en sus horas más bajas por los avances en el campo de batalla de las tropas rusas. La llegada del invierno, con Moscú de nuevo atacando las infraestructuras energéticas, sólo puede empeorar las condiciones de vida de los ucranianos.
«India ha sido clave en amortiguar los efectos de las sanciones al petróleo y el gas ruso por parte del Occidente»
El G7, que agrupa a las siete mayores economías del mundo, debería acordar cuanto antes esa transferencia. Hasta ahora sólo se le ha enviado la rentabilidad que esos activos congelados han generado. Es hora de empezar a liberar esas reservas de forma gradual. Su impacto sería mayúsculo en una economía cuyo PIB ascendió a 178.000 millones de euros en 2023.
Pendiente está también la cuestión de las grietas de las sanciones por las que Moscú logra seguir comprando bienes y tecnología a Occidente, por un lado, y vendiendo su petróleo, gas y materias primas, por otro. Empezando por las exportaciones indirectas a Rusia por parte de algunas grandes empresas europeas, basta fijarse en el aumento de las ventas de algunos Estados miembros a países como Kazajistán, Kirguistán, Turkmenistán y otros países de Asia central. En algunos casos, las exportaciones a esos países se han multiplicado ocho, diez y hasta 15 veces. Robin Brooks, investigador del Brookings Institution, y jefe del departamento de divisas de Goldman Sachs, lleva desde el inicio del conflicto haciendo un seguimiento de los datos y delatando estas prácticas. Les aconsejo seguirle.
Y en lo que respecta a su capacidad de seguir vendiendo, India ha sido también clave en amortiguar los efectos de las sanciones al petróleo y el gas ruso por parte del Occidente. El país más poblado del mundo ha convertido en Rusia a su principal proveedor de crudo, desbancando a Arabia Saudí e Irak, sus suministradores habituales hasta hace poco. Una agresiva política de descuentos, en parte inducida por el tope al precio del crudo ruso impuesto por el G7 en septiembre, por parte de Moscú le ha permitido convertirse en el principal vendedor del gigante asiático. Hungría, Eslovaquia, Chequia aún reciben petróleo ruso, aunque pactaron con Bruselas que buscarían un proveedor alternativo. En los seis primeros meses de 2024, entre los tres países importaron crudo ruso por valor de 2.600 millones de euros, según el Center for Research on Energy and Clean Air.
Urge ponerse en marcha ya. Donald Trump ocupará la presidencia el próximo 20 de enero. Y todas las posibilidades están abiertas con respecto a la gestión que hará del conflicto. Entre sus promesas electorales se incluía alcanzar un acuerdo de paz de forma inmediata. Rusia hoy podría presionar para alcanzar un acuerdo de paz poco favorable a Ucrania tras los avances en el campo de batalla de este año. Pero Kiev se ha querido adelantar y poco antes de las elecciones, Volodímir Zelenski se reunió con Trump y apelando al conocido carácter negociador (transactional) de Trump, le propuso un plan de paz a cambio del acceso estadounidense al mercado de materias primas de Ucrania y, si fuera necesario, vetar a China en el acceso a sus mercados y en la compra de productos y servicios. Con un Trump famoso también por su imprevisibilidad, todo es posible.
Tras casi tres años de guerra y, 57.500 fallecidos y 250.000 heridos, Europa no puede permitirse fallar a Ucrania. Es hora de usar las reservas para impulsar su esfuerzo militar en la que se presenta como la recta final del conflicto con un Trump decidido a ponerle fin.