THE OBJECTIVE
Román Cendoya

Los progres huyen de X

«Si X es una red tóxica, Twitter era una red tóxica. No es un problema de etiqueta. No les molestan los bulos y el fango. Los que les enerva es haber perdido el control»

Opinión
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Los progres huyen de X

El logo de X superpuesto con el antiguo de Twitter. | Archivo

La victoria de Donald Trump en las elecciones de EE.UU. con el apoyo de Elon Musk, quien va a tener un importante papel en la próxima administración norteamericana, ha abierto una lucha sobre el control en las redes. Ante el resultado de la elección libre del pueblo norteamericano, la izquierda, el mundo progre y su agenda woke plantean una batalla por el control de la información. El Partido Demócrata ha fracasado estrepitosamente y resulta que gran parte de la culpa va a ser de la red X, antes conocida como Twitter, y no de su candidata y sus propuestas. El Partido Demócrata americano —totalmente mangoneado por los lobbies que representan los Clinton y los Obama— debe refundarse y apartar a los que les han llevado al desastre de mantener a un presidente incapaz por sus problemas degenerativos y a una vicepresidenta reconvertida en candidata cuya inútil sonrisa vacía ha sido claramente rechazada por la sociedad americana. Pero la responsabilidad la tiene la red X porque fue adquirida por Elon Musk. 

Twitter, con su anterior propiedad, era una red cuya imagen era un inocente pajarito azul que en realidad tenía un alma roja por la permisividad de contenidos y fomento de los mismos. Muy roja. En ese tiempo, en el que la red tenía un funcionalmente similar a la actual, gustaba mucho a los pseudo progres. Entonces, tenían censurado a Donald Trump, pero Nicolás Maduro o el líder de los ayatolás iranís podían publicar en la red. En aquel Twitter, si no se compartía el ideario caviar, de comunión obligatoria, la persecución a los otros discursos era una práctica habitual que se ejercía mediante la censura, la suspensión y cierre de cuentas. El pensamiento único woke volaba a sus anchas.

Ante el fracaso político de los demócratas, los mal llamados progres, evidentes enemigos de la libertad, han decidido abandonar la red X, criminalizándola. Así, personajes como Stephen King, Jamie Lee Curtis, Bette Midler, los seguidores de Taylor Swift, instituciones como la Berlinale o los diarios The Guardian o La Vanguardia han abandonado la red. Produce sonrojo leer las despedidas de los españolitos que se creen trascendentes y siguiendo la consigna progre se han despedido de X. Ada Colau se fue en 2021 porque no resistía las críticas por su catastrófica gestión como alcaldesa. Jaume Collboni se ha ido recientemente pero dejando la cuenta abierta. Y, como si importara algo a los seiscientos millones de usuarios de la red, también la han abandonado Enric Juliana, Antón Losada, Juan Cruz Ruiz… incluso Àngels Barceló, la comisaria política sanchista de la Cadena SER —del privilegiado Grupo Prisa—, que ha hecho un llamamiento para que «todo el mundo abandone X». Pobre, se está dando cuenta de la poca influencia que tiene.

Se marchan de la red porque consideran que es una «red de desinformación». Falso. En las redes hay de todo. El problema no es la desinformación, que existe desde que existen las redes. El problema para los enemigos de la libertad es que ha cambiado de lado el control editorial. Si ahora X es manipulación, Twitter era manipulación. Cuando ellos manipulaban la red era fantástica. Que el nuevo propietario haya cambiado los algoritmos es desinformación. Después de la derrota de las elecciones americanas, han dicho que X se ha convertido en «un infierno». Pero después de la derrota.

Todos los argumentos que están utilizando contra la red hoy son tan antiguos como la propia red. Se llame como se llame. La deserción progre va unida a su pérdida de control, seguimiento y orientación ideológica. Con Twitter se normalizaron los bots. Esos robots, convertidos en falsas cuentas, que generaban los trending topics siguiendo el calendario woke global. Con Twitter aparecieron los autoverificadores que eran y son los inquisidores censores de la era digital. Ellos se encargaban de censurar y cerrar cuentas. El control de contenidos era absoluto. Tengo guardados muchos ejemplos de twits censurados por criticar al Gobierno aun cumpliendo escrupulosamente los códigos de la red. Entonces, los Juliana, Losada o Cruz chapoteaban cómodos en la red. Y la Barceló pedía al mundo que se hicieran seguidores de sus cuentas.

«Todos los argumentos que están utilizando contra la red hoy son tan antiguos como la propia red. Se llame como se llame. La deserción progre va unida a su pérdida de control, seguimiento y orientación ideológica»

Es sorprendente ver quiénes hacen llamamientos contra X como canal de comunicación que produce desinformación y expande bulos. Saben que es verdad porque ellos mismos se hicieron eco en X y colgaron los twits respecto a que el juez Peinado figuraba con dos DNIs como propietario de inmuebles. Así lo hizo el @El_Plural, el @PSOE… y una larga lista de pseudo periodistas. Ninguno ha dicho nada sobre que a la directora del bulo y ese fango, Angélica Rubio, se le haya premiado con un puesto en el Consejo de Administración de RTVE. No da mucha tranquilidad saber que alguien así está en la televisión pública.

Si X es una red tóxica, Twitter era una red tóxica. No es un problema de etiqueta. No les molestan los bulos y el fango. Los que les enerva es haber perdido el control. Las redes son un importante canal de comunicación de información y debate. Deben ser un espacio de libertad. La libertad sin responsabilidad es libertinaje. Por eso, es imprescindible que en cada identificación de cuenta, en cualquier red, haya un nombre real con un DNI real verificado. Y que cada uno diga lo que quiera. El que se exceda y cometa algún tipo de delito estará perfectamente identificado. Además, se podría terminar con los bots creadores de tendencia. Me da igual que sean de extrema izquierda o de extrema derecha. No deben tener espacio en las redes. Lo que es evidente es que la izquierda —con sus raíces totalitarias— tiene un mal perder.

El progresismo woke está muy dolido con la derrota demócrata en EE.UU. Necesitaban un gobierno afín para elevar a categoría de leyes su hoja de ruta woke globalista. Eso es lo que han perdido, que su poder globalista no tenga reflejo en la legislación mundial. En su gobernanza totalitaria necesitan que la red imperante sea suya. Saben lo importante que es eso porque ya la tuvieron. Por eso, están intentando provocar una migración a redes alternativas controladas por ellos, fomentando el abandono de X. No están consiguiéndolo. En vez de abrir un debate sobre cómo mejorar la calidad de las redes, fomentando la libre información veraz, la libre opinión y el debate democrático, los movimientos que está dando la izquierda caviar son para luchar por el control del algoritmo y del contenido. Así no avanza el mundo.

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