Salir por patas de Twitter
«Mucho me temo que parte de los exiliados de la red social de turno no se marchan por bulos y ultraderechas, sino porque prefieren vivir en su cámara de resonancia»
Sin ser yo una persona demasiado cargada de ideología, por educación, naturaleza o simplemente comodidad innata, he procurado siempre que esto, la ideología, no guíe mis amistades. Precisamente por este motivo, en Twitter (me niego a decir X) puedo presumir de tener mi timeline más o menos dividido, con personajes de aquí o de allá, partes de esa mitad claramente sesgadas hacia los hunos, otras hacia los hotros. Tanto me dio siempre, son las reglas del juego, lo fueron en los foros, en las redes sociales, y lo será en cualquier otro ciberlugar que se inventen.
Decía Lorca en su célebre poema Reyerta, del no menos célebre Romancero: «Señores guardias civiles: aquí pasó lo de siempre. Han muerto cuatro romanos y cinco cartagineses». Somos así: blanco o negro, Oviedo o Gijón, cerveza o vino. El otro día leía que el bajo interés que despierta la selección de fútbol tiene que ver con el hecho de que no nos podemos reír del contrario al día siguiente en el bar o en el curro. Pues eso.
Sin embargo, los que somos veteranos en Twitter sabemos que, efectivamente, algo ha cambiado en la red social del pajarito. Y no porque aquel viejo lugar no tuviese ideología: la tenía, y mucha, pero sólo se volcaba hacia un lado. Reconozco que aquella tendencia me desconcertaba: ¿por qué no había una confrontación clara por la derecha, toda vez que hay confrontación en todos lados? No tiene poca culpa ese sesgo en aquella efervescencia del 15- M, de Podemos y de toda aquella ola de outsiders a la izquierda del PSOE.
En redes, sus postulados se volcaban con toda la autoridad moral y política del mundo, sin que nadie se lanzara a discutirlos. Es más, recuerdo más de una y más de dos manis convocadas vía Twitter: la red social era un movimiento más que un mero expositor de contenido. No sé qué ha cambiado, no sé si es Elon Musk, el algoritmo o el sursum corda. Pero lo cierto es que, de un tiempo a esta parte, esa balanza se ha equilibrado, y los mensajes tienen respuesta a uno y otro lado del espectro ideológico.
«Los Trumps, Mileis y Melonis de turno surgen también como respuesta a una hegemonía moral evidente»
Bien mirado, este equilibrio se ha traducido también fuera de la red. Gobernantes ya afianzados, los Trumps, Mileis y Melonis de turno, surgen también como respuesta a una hegemonía moral evidente. Pero más allá de este hecho, cuya motivación sería objeto de otra columna, lo que resulta chocante es la actitud de algunos, que salen por patas de Twitter porque ahora, efectivamente, hay un contrapeso. Sin embargo, la política es eso: contrastar, contrarrestar, replantearte lo establecido, mirar a los ojos de quien piensa diferente para entenderlo y entenderos.
Mucho me temo que parte de los exiliados de la red social de turno no se marchan por bulos y ultraderechas, sino porque prefieren vivir en su cámara de resonancia, en un lugar opaco y solitario donde sus ideas y, sobre todo, sus sectarismos resulten poco discutidos. Una suerte de aislamiento social peligroso. Ya sabemos, por desgracia, cómo acaba este juego de trincheras.