'El pacto ambiguo': entre la novela y la vida
«El autor estrictamente autobiográfico se acoge a lo que se denominó ‘pacto autobiográfico’, por el que se compromete a escribir sobre sí mismo sin mentir»
La reedición de El pacto ambiguo de Manuel Alberca ya ha merecido en THE OBJECTIVE un magnífico artículo de Carlos Mármol. Me permito otro porque es una obra verdaderamente importante. Como apuntaba Mármol: una obra maestra.
La primera edición –su título completo es El pacto ambiguo. De la novela autobiográfica a la autoficción– apareció en 2007 en Biblioteca Nueva. Pese a ser un libro de aspecto poco vistoso (el propio Alberca califica la publicación de «austera y tacaña»), resultó muy leído e influyente. Alcanzó una repercusión nacional e internacional poco común en la universidad española. Su secreto es doble: primero, el dominio absoluto de la materia (una materia además, la de la literatura autobiográfica, infrecuente en España) y sus aportaciones a la misma; segundo, que, sin dejar de ser rigurosamente académica, la obra es vibrante y está impregnada de la pasión por la lectura del autor, una lectura en íntima conexión con la vida. Esta nueva edición de la editorial malagueña El Toro Celeste, revisada y ampliada en más de un tercio, es, ahora sí, rica y generosa. Propicia el disfrute lector.
La palabra autoficción ha estado muy de moda, lo que quiere decir que se ha impuesto un uso abundante e indebido. En la mayoría de las ocasiones, un libro es definido como «de autoficción» cuando simplemente es «autobiográfico». De cualquier autor que escribe sobre su vida, aunque no haya recurrido a la ficción, se dice que ha escrito autoficción. Pero la autoficción es un género específico; en realidad, un género híbrido a medio camino (en distintas proporciones, según las obras) entre la autobiografía y la novela. El maestro Alberca ha acertado a formular que es un «pacto ambiguo» el que propone el autor de autoficción.
El autor estrictamente autobiográfico se acoge a lo que Philippe Lejeune denominó en 1973 «pacto autobiográfico», por el que se compromete a escribir sobre sí mismo sin mentir. En el otro extremo estaría el «pacto novelesco o de ficción», que exime de responsabilidad en relación con la verdad al novelista. El autor de autoficción (término este que acuñó Serge Doubrovsky en 1977) se regiría por un pacto intermedio, el pacto ambiguo: escribirá sobre sí mismo, pero autorizándose a utilizar la ficción. No toda la escritura del yo es, pues, de autoficción. Por ejemplo, no serían autoficción la autobiografía estricta (sea de toda la vida o de algún episodio), las memorias o los diarios.
Y en la escritura de autoficción habría tres grados, según establece el maestro Alberca: la autoficción biográfica (más cercana a la autobiografía que a la novela), la autoficción fantástica (más cercana a la novela) y la autobioficción (a medio camino entre ambas). Todas estas clasificaciones, que enuncio a palo seco, están presentadas en el libro con un espíritu más bien lúdico: el maestro sabe darles vidilla y hacer que actúen como potenciadoras de la lectura, que es lo importante. De hecho, las reflexiones teóricas van en todo momento acompañadas de ejemplos y de indagaciones finísimas y penetrantes en multitud de obras concretas, desde el Libro de buen amor o el Lazarillo de Tormes hasta nuestros días, con autores como Vicent, Umbral, Javier Marías, Vila-Matas, Cercas, Vargas Llosa, César Aira, Fernando Vallejo, Sonia García Soubriet o Marta Sanz, pasando por Galdós, Pardo Bazán, Unamuno o Baroja.
Por ser una amplia muestra de excelentes lecturas, El pacto ambiguo es a su vez una excelente lectura. Como indica Manuel Alberca, se trata de «un ensayo de poética narrativa aplicada a un conjunto de relatos, nunca un relicario de problemas teóricos». Más adelante escribe: «He intentado ser riguroso, ameno y fluido». Lo ha logrado estupendamente.